Destrozo sobre destrozo:
el asfalto, el viejo mercedes benz, los tíos adentro
todo chirría y ese árbol
creció de más, está estallando la vereda
su sombra tapa todo
parece un lapacho o una madre. De fondo siempre
ladridos, el perro años en el playroom
devoró muebles, fotos, un dedo
hay que gritar encima
para escucharse, disfónicos
salen al balcón en busca de felicidad, de un río
aunque no hay río no hay mar
hay raudal
agua que arrastra y rompe, y sigue la tormenta.
Pero si hay sol
barren las hojas
espían con largavistas a vecinas
un bretel, un escote, un lunar
de lejos no es falso
no se ve el polvo que recubre.
Abren baúles, visten
del tiempo de la madre
cuando había silencio, no perro
no árbol gigante
ropa que sobra o aprieta ¿duele?
leen juntos el final del cuento
donde todos así vestidos
fuera de tiempo
se tiran al mar
pero ya lo dije, acá no hay mar
no saben qué hacer con un final así. ~
Nació en Buenos Aires en 1976. Publicó los libros de poemas La noche de los bueyes (Visor, 1999), Esa sal en la lengua para decir manglar (Ediciones del Dock, 2014)