Carta abierta a Jane Austen

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Dearest Miss Austen:

Pronto van a cumplirse ciento noventa aรฑos del dรญa en que usted nos abandonรณ para irse a su bien ganada eternidad, y curiosamente recuerdo que hace un par de meses estuve pensando en usted, pero no a causa de esa luctuosa efemรฉride, sino de otra fecha cuya recurrencia anual reglamentan a partes prorrateables tanto el almanaque como la correcciรณn polรญtica.

 En un rapto de locura, el 7 de marzo pasado, la vรญspera del Dรญa Internacional de la Mujer (una farsa que a usted, de seguro, le hubiese provocado una sonrisa conmiserativa), comprรฉ toda la filmografรญa disponible de pelรญculas basadas en sus libros. Asรญ las cosas, esa noche me jalรฉ de una sola tacada el  prodigio de las casi cinco horas de Orgullo y prejuicio (la serie de la bbc, 1995), y entrรฉ en la fecha celebratoria casi simultรกneamente con la frase que revela la nobleza de alma de Lizzy: โ€œTill this moment I never knew myself โ€. Asรญ es: hasta ese momento no se conocรญa a sรญ misma.

Hay algo que usted, Miss Austen, nunca habrรญa podido sospechar: que sus novelas son cinematogrรกficas como muy pocas en la historia de la literatura. A condiciรณn, eso sรญ, de que las filmen compatriotas de usted, porque ellos saben hacerlo de una manera absolutamente inigualable. Sin embargo, la mejor versiรณn de una de sus novelas no es una pelรญcula, sino esa serie de tv que produjo la bbc con Jennifer Ehle y Colin Firth en los papeles de Lizzy y Darcy. Y es de lejos la mejor, aunque en la versiรณn para el cine de 2005, encarnando a Lizzy Keira Knightley (ยกun apellido tan mรญo!, dirรญa usted, Miss Austen, como que es el del protagonista de su Emma), son mucho mejores las actuaciones de los padres de Lizzy, interpretados por una pareja excepcional: Donald Sutherland y Brenda Blethyn, la inolvidable Cynthia de Secretos y mentiras.

Por cierto que una crรญtica argentina, Moira Soto, se lamentaba justamente de lo contrario, de que โ€œel descangayado Donald Sutherland estaba para hacer de abuelo de las hermanas Bennet antes que de padre, y Brenda Bethlyn sobreactรบa con llamativo descontrolโ€, en lo que creo que se equivoca de medio a medio, o bien โ€“limitรกndome al segundo anatemaโ€“ confundiรณ la actuaciรณn de Brenda Bethlyn en la pelรญcula con la de Alison Steadman en la serie. Pero sรญ que acierta cuando arguye que โ€œMatthew MacFadyen convierte al sordamente apasionado Darcy en un pazguato tristรณn monocordeโ€. Aunque lo que sucede, creo, es que el poco agraciado MacFadyen no resiste la comparaciรณn con el apuesto Colin Firth, y eso โ€“quieras que noโ€“ lo resiente la mujer Moira que habita en la crรญtica Soto. Y hasta quien firma.  

 Acierta tambiรฉn ella en que la pelรญcula adolece de unos โ€œzafios toques cรณmicos (cada vez que se abre la puerta de una habitaciรณn donde tiene lugar una conversaciรณn importante, hay un grupo de mujeres apiรฑadas escuchando indiscretas, algo que jamรกs pasarรญa en ninguna novela de Austen)โ€. Es cierto, y usted misma sentirรญa vergรผenza ajena si llegase a ver esas escenas.

Puesto que el amor no es ciego, sino clarividente, pienso que tanto las dos versiones de la bbc como el film de 2005 refuerzan una inteligente observaciรณn de Somerset Maugham a partir de la palmaria diferencia de caracteres que distingue a Jane y Lizzy, las dos Bennets mayores, de sus tres hermanas menores. Apunta Maugham que no entiende por quรฉ no las hizo usted hijas de un primer matrimonio de Mr. Bennett, quien ya viudo habrรญa contraรญdo segundas nupcias (o nรกuseas, se podrรญa decir en este caso concreto) con su actual esposa, dos de cuyas tres criaturas se le terminarรญan pareciendo tanto. Lo mismo pensaba yo, Miss Austen, y disculpe lo directo de este reproche.

Pero vea, le digo que lo pensaba, y eso significa que ya no estoy tan seguro. Y es que decidรญ someter este punto a la consideraciรณn de mi amiga Jimena de Vedia, otra argentina, y ella me iluminรณ por quรฉ pudiera ser que usted no hizo que Jane y Lizzy fueran hijas de un primer matrimonio del seรฑor Bennet:  โ€œLa explicaciรณn la da la misma autora. En el capรญtulo XLII habla del matrimonio y de la equivocada decisiรณn del seรฑor Bennet al casarse con una mujer sin inteligencia. Allรญ dice que al poco tiempo de casados se acabaron el cariรฑo y el respeto que le tenรญa, hasta llegar a un absoluto abandono de sus deberes conyugales. Cabe deducir entonces que las dos hijas primeras gozaron del compromiso afectivo de la familia  Bennet en su conjunto, siendo Mary [la tercera] a quien afecta el perรญodo de transiciรณn, y finalmente las dos menores criadas bajo  la exclusiva influencia de la seรฑora Bennet. Si Jane y Lizzy fueran hijas de otra uniรณn, la culpa sรณlo habrรญa recaรญdo en la seรฑora Bennet, desligando a su marido de toda responsabilidad. Austen hace hincapiรฉ en el daรฑo que provoca el seรฑor Bennet al abandonar a su familia, y que si bien no se ha ido de la casa formalmente, queda a las claras que su presencia, en todo el sentido de la palabra, no existe en las cosas cotidianas. Conclusiรณn: las hijas y sus diferentes personalidades no son producto de un capricho de la autora sino parte de una enseรฑanza moral. Si alguien deja de lado sus obligaciones, no se hacen esperar las consecuenciasโ€. Ecco!

Un reproche distinto que podrรญa formular, Miss Austen, es que en el capรญtulo epilogal, cuando pasa revista a cรณmo siguieron desenvolviรฉndose las vidas de sus personajes, en ningรบn momento parece haber sentido usted la necesidad de informarnos sobre sus descendientes. ยฟEs posible que ninguna de las Bennets casadas โ€“Jane, Lizzy, Lydiaโ€“ haya tenido hijos?  Ni me lo puedo creer, ni me lo quiero creer, pero ยฟpor quรฉ hizo un secreto del tema, usted que amaba a los niรฑos, que tuvo una sobrina predilecta, Fanny, la hija de su hermano Edward? (hasta el punto de que llamarรญa asรญ a una de sus heroรญnas mรกs simpรกticas, Fanny Price, la protagonista de Mansfield Park, otra de sus inocultables Cenicientas, como Jane y Lizzy Bennet, y hasta la Anne Elliot de Persuasion).

Metidos ya en harina, y puesto que tratamos de la funciรณn reproductora, hablemos de sexo, Miss Austen. Estoy completamente convencido de que la versiรณn de 1995 de la bbc serรญa su favorita. Lizzy y Darcy no se tocan fรญsicamente sino sรณlo las manos, y aรบn asรญ unos escasos segundos, en el baile en Netherfield durante la danza del Mr. Beveridgeโ€™s Maggot, y en Pemberley cuando รฉl la ayuda a subir al landรณ: amรฉn de ello รฉl la toma una vez del codo y le aprieta levemente el brazo en la hospederรญa de Lambton al llevarla a sentarse, con ella llorando tras leer la carta donde Jane le cuenta la huida de Lydia con el infame Wickham.

Pero todas y cada una de las demรกs veces en que los dos estรกn juntos, la pantalla chisporrotea por la intensa electricidad estรกtica de que sus cuerpos se cargan con la recรญproca presencia. Aunque acaso no sea ajeno a ello el que Jennifer Ehle y Colin Firth hayan  mantenido un idilio durante el rodaje โ€“โ€œthey had a relationshipโ€, dirรญa ustedโ€“, pocas veces se ha visto un tan denso y significativo intercambio de miradas como cuando Lizzy va pasando las hojas de la partitura que toca Georgiana al piano y รฉl la contempla embebecido. Es todo un madrigal de las mรกs altas torres. Y claro que sรญ: en la imagen final de la miniserie se besan, como mandan los cรกnones, pero entonces ya estรกn casados.

Devotamente, tomo en las mรญas esa mano suya que escribiรณ Orgullo y prejuicio, libro bello como pocos. ~

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