Ilustraciรณn: Manuel Monroy

Claroscuros en Gaza

La que libra Israel contra Hamรกs es una guerra asimรฉtrica. En este tipo de conflicto las vรญctimas civiles son numerosas y debilitan al bando mรกs poderoso. Ante el exceso de fuerza israelรญ, Walzer y Wieseltier abogan por una actitud mรกs humanitaria hacia los palestinos.
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Si hablamos del conflicto en Gaza, la interrogante Cui bono? (“¿Quiรฉn se beneficia?”) sugiere que esta es la guerra de Hamรกs. Es la apuesta insensata de una organizaciรณn que estaba en serios problemas y, hasta ahora, estรก rindiendo frutos con enorme costo para los gazatรญes, aunque dicho costo sea crucial para hacer rendir frutos.

Vista desde lejos –y sospecho que tambiรฉn de cerca, puesto que nunca he visitado Gaza–, Hamรกs es una organizaciรณn despiadada que se merece todo lo que le estรก pasando. Estรก religiosamente comprometida con la destrucciรณn de Israel pero no con el bienestar de la gente a la que gobierna en Gaza, ya sea de forma religiosa o laica. Ha trabajado mucho y con sorprendente efectividad para construir su arsenal, cavar sus tรบneles de ataque y sus fortalezas subterrรกneas, pero no ha construido refugios antiaรฉreos para los gazatรญes comunes y corrientes entre quienes dispara sus misiles y en cuyas casas, escuelas y mezquitas los oculta. Israel sostiene que Hamรกs utiliza al pueblo de Gaza como “escudos humanos”. En realidad, Hamรกs no se esconde detrรกs de ellos; antes bien, los expone con toda la intenciรณn al daรฑo, lo que constituye una forma de “ganar” en una guerra asimรฉtrica.

Pero Hamรกs no es la รบnica organizaciรณn palestina. Desde hace ya algunos aรฑos, Israel ha tenido la opciรณn de trabajar con Al Fatรก y la Autoridad Palestina que Al Fatรก controla. Israel, de hecho, se ha beneficiado enormemente de la diligencia con que las fuerzas de seguridad de la ap actรบan en Cisjordania; y tambiรฉn le gustarรญa ver ahora, como a Egipto, a esas mismas fuerzas trabajando en Gaza. Sin embargo, Israel no ha hecho nada por fortalecer a la ap y encaminarla a su objetivo: alcanzar la categorรญa de Estado y su soberanรญa. El gobierno del primer ministro Benjamรญn Netanyahu, en cambio, ha hecho hasta lo imposible por socavar a la ap, al expandir los asentamientos cisjordanos, apropiarse de tierras y aguas, y al fracasar en su negociaciรณn con los fanรกticos y rufianes del movimiento de colonos y sus ataques de “etiqueta de precio”.* Hoy, el conflicto israelรญ-palestino serรญa muy diferente si la ap estuviera en vรญas de constituirse en Estado. Por principio de cuentas, serรญa difรญcil para Hamรกs atribuirse el liderazgo de la “resistencia” contra la ocupaciรณn israelรญ si esta llegase a su final.

Como el actual gobierno israelรญ –o, mejor dicho, sus miembros mรกs destacados–, Hamรกs no cree en la existencia de un Estado palestino junto a Israel. Estos dos enemigos acรฉrrimos, en realidad, estรกn ayudรกndose el uno al otro. Cada misil que Hamรกs dispara debilita a la izquierda israelรญ y hace mรกs complicado para los israelรญes de a pie llegar a ver una retirada de Cisjordania, pues los misiles lanzados desde ahรญ podrรญan volver inhabitable todo Israel. Cada nuevo asentamiento, cada ataque de “etiqueta de precio” en Cisjordania debilita a Al Fatรก y a la ap y otorga credibilidad a Hamรกs, que afirma que la violencia es la รบnica salida.

Hamรกs quiere la gran Palestina. El gobierno de Netanyahu, aunque no lo admita asรญ, avanza decididamente hacia el gran Israel. Hamรกs se opone al pequeรฑo Israel y Netanyahu se opone a la pequeรฑa Palestina. Uno querrรญa decir: “¡Mala peste a Capuletos y Montescos!” Pero ahora se encuentran en guerra y es preciso tomar decisiones.

Deberรญamos optar por Israel porque se trata de una democracia en la que es posible imaginar la derrota polรญtica de los nacionalistas de derecha que ahora estรกn en el poder. Es factible imaginar un gobierno que trabaje a favor de la creaciรณn del Estado de Palestina. (Israel ha tenido gobiernos de ese tipo en el pasado, bajo el liderazgo de Isaac Rabรญn y Ehud ร“lmert.) Hoy dรญa, al interior de Israel, se puede criticar la polรญtica de bombardeo por parte del gobierno –tal y como yo mismo, de forma un tanto incรณmoda, lo harรฉ mรกs adelante desde afuera–. La crรญtica pรบblica a Hamรกs desde Gaza, incluso en “tiempos de paz”, es un asunto riesgoso, y una victoria para Hamรกs en esta guerra (cualquier endurecimiento de su mano con respecto a Al Fatรก) sentarรญa las bases para guerras futuras mucho mรกs cruentas, dado que Hamรกs nunca ha cejado en su absoluta oposiciรณn a la existencia de un Estado judรญo en Medio Oriente.

Pero optar por Israel sobre Hamรกs resulta difรญcil para muchas personas debido a la creciente ola de vรญctimas palestinas, muertos y heridos, en la guerra de Gaza. Israel, se dice, es la potencia militar mรกs poderosa en Medio Oriente. ¿Quรฉ tanto podrรญa temerle a Hamรกs? ¿Por quรฉ estรก matando a tanta gente, no solo militantes sino tambiรฉn civiles? Israel, en efecto, es el Goliat de aquella regiรณn. Pero los lectores de la Biblia sabrรกn que no fue Goliat el que ganรณ el combate, sino David. En una guerra convencional contra Hamรกs, Israel serรญa el ganador; no en seis dรญas como en la guerra de 1967, sino en seis horas. La guerra asimรฉtrica, sin embargo, es otra historia. Pese a su ejรฉrcito altamente tecnologizado (el mejor del mundo), Estados Unidos perdiรณ una guerra asimรฉtrica en Vietnam y pronto podrรญa resultar que perdiรณ otra guerra semejante en territorio afgano. En la รบltima dรฉcada Israel, con lo que parece ser un ejรฉrcito de mรกs alta tecnologรญa, fue incapaz de ganar guerras asimรฉtricas en Lรญbano y Gaza.

La razรณn tiene mucho que ver con las vรญctimas civiles. En una guerra asimรฉtrica, las fuerzas de baja tecnologรญa –llรกmense terroristas, militantes o “insurgentes”, tรฉrmino mรกs neutral que utilizarรฉ en adelante– apuntan a los objetivos mรกs vulnerables: los civiles, y lanzan sus ataques desde la poblaciรณn civil. Las fuerzas de alta tecnologรญa responden en defensa de sus propios civiles o de sus aliados, y terminan por matar un gran nรบmero de civiles en el bando enemigo. Entre mรกs civiles maten –esta es una verdad triste, aunque no desconcertante en tรฉrminos morales–, mejor para los insurgentes. Si se matan civiles en lugares como Vietnam o Afganistรกn se pierde el apoyo popular local, la batalla por “los corazones y las mentes”. Si se matan civiles en un sitio como Gaza, se pierde la batalla por el apoyo mundial. Las dos pรฉrdidas son diferentes: Estados Unidos fue derrotado en Vietnam, mientras que Israel, en 2006, fue casi obligado a aceptar un cese al fuego en Gaza, y asรญ se le impidiรณ ganar. En realidad, el costo de su victoria habrรญa sido intolerable.

Sin embargo, tampoco puede ser que los insurgentes, al esconderse entre civiles, impidan que el otro bando pelee contra ellos. Debe haber una manera justa, o al menos justificable, de responder a ataques indiscriminados con cohetes. De ahรญ el “principio de doble efecto” y su regla de proporcionalidad: si se apunta a objetivos militares (lanzacohetes, por ejemplo) y se sabe que el ataque provocarรก vรญctimas civiles (daรฑo colateral), se debe estar seguro de que el nรบmero de civiles muertos o heridos no estรฉ “en desproporciรณn” respecto al valor del objetivo militar. Sobra decir que este es un cรกlculo extremadamente subjetivo y rara vez ha puesto un lรญmite a los ataques militares. “Este objetivo es muy valioso”, dicen los generales. “Casi cualquier nรบmero de civiles muertos es justificable.” La proporcionalidad tampoco ha brindado una pauta para emitir juicios morales: incluso una cifra bastante menor de muertes civiles, dicen los moralistas, es desproporcionada y constituye un crimen de guerra.

Junto con muchos otros, he abogado a favor de otra regla: que las fuerzas atacantes hagan grandes esfuerzos, incluyendo pedir a sus propios soldados que asuman riesgos, para poder minimizar aquellos que imponen a los civiles en el bando enemigo. ¿Quรฉ tanto riesgo es aceptable? No existe una respuesta precisa a esa pregunta. Pero un cierto riesgo es necesario y, si se toma, pienso que la mayor responsabilidad por las muertes civiles recae en los insurgentes que pelean desde las casas, las escuelas y las calles abarrotadas. Si la comunidad mundial entiende y adjudica la responsabilidad de ese modo, entonces serรก posible pelear y ganar una guerra asimรฉtrica.

¿Israel estรก peleando ese tipo de guerra? Advertir a los civiles que abandonen su hogar o su barrio, tal y como las Fuerzas de Defensa de Israel lo han hecho, quizรก reduzca las muertes civiles y tal vez implique mayores riesgos para los atacantes –si el ataque es por tierra y no por aire, dado que las fuerzas de defensa tambiรฉn habrรกn de ser advertidas–. Pero, tal y como Estados Unidos aprendiรณ en Vietnam, no basta con advertir. Las personas no se van, o no todas: atienden a familiares viejos o enfermos; no soportan la idea de abandonar, junto con todo su cรบmulo de pertenencias, una casa en la que han vivido durante treinta aรฑos; no saben a dรณnde ir o no existe un lugar seguro para hacerlo. Salvo en el caso de que sean utilizadas para algรบn propรณsito militar, las casas donde vive la gente no son blancos legรญtimos (aun cuando entre los que viven ahรญ haya oficiales de Hamรกs). Estos ataques son injustos porque los oficiales viven con sus familias, que no pueden ser denominadas “escudos humanos”.

Siempre es necesario averiguar quiรฉn estรก en una casa, una escuela o un patio antes de comenzar un ataque; eso, a menudo, exigirรก a los soldados atacantes tomar riesgos. Sospecho que algunos soldados israelรญes lo estรกn haciendo y otros no. En todas las guerras es asรญ; depende, en gran medida, de la inteligencia y la competencia moral de los oficiales subalternos que toman las decisiones mรกs importantes en el campo de batalla. Juzgar estos asuntos desde lejos resulta especialmente difรญcil. Pero yo recomendarรญa a cualquiera que estรฉ al pendiente de la pรฉrdida de vidas en Gaza pensar con cuidado quiรฉn es el responsable, o el principal responsable, de poner en riesgo a los civiles. En tรฉrminos de precisiรณn, un ejรฉrcito de alta tecnologรญa suele ser despiadado y torpe. Pero son los insurgentes los que deciden si la muerte de civiles ayudarรก a promover su causa. Debemos hacer todo lo que estรฉ en nuestras manos para asegurarnos de que no sea asรญ. ~

Traducciรณn de Hernรกn Bravo Varela.

 

 

 

*Los ataques de “etiqueta de precio” son actos vandรกlicos perpetrados por israelรญes de extrema derecha contra las propiedades privadas, lugares religiosos, cementerios y vehรญculos de los palestinos.

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