Colombia: negociar en medio del conflicto

La paz anhelada tras medio siglo de conflicto armado parece mรกs cerca, las presiones a las cuales sigue sometido no son pocas.ย ย 
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El actual proceso de paz entre el gobierno del reelecto presidente Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) no ha estado exento de dificultades debido, entre otras cosas, a que se negocia en medio del conflicto, es decir, sin un cese el fuego bilateral.

Pero el cese el fuego unilateral e indefinido anunciado por la guerrilla a mediados de diciembre, que el propio Santos reconociรณ ha sido cumplido hasta ahora, y la orden del mandatario para que los negociadores inicien lo mรกs pronto posible la discusiรณn de un cese de fuego y hostilidades bilateral y definitivo, llevan a pensar que la resoluciรณn del conflicto armado colombiano (de mรกs de cinco dรฉcadas) finalmente avanza.

La negociaciรณn en medio del conflicto se explica por el hecho de que el presidente Santos no ha querido pecar de ingenuo ni dar respiro militar a las FARC. Entre 1998 y 2002, la guerrilla aprovechรณ el proceso de paz con el entonces presidente Andrรฉs Pastrana para fortalecerse, traficar droga y ocultar secuestrados, entre otras acciones, en la amplia zona despejada de fuerza pรบblica que Pastrana les concediรณ para entablar el diรกlogo. Santos tambiรฉn ha reconocido que una tregua bilateral serรญa un “incentivo perverso” para que la guerrilla dilate las conversaciones.

Tras el relanzamiento de los diรกlogos (luego de que fueran suspendidos a mediados de noviembre por el secuestro a manos de las FARC de un general y dos acompaรฑantes), el propio negociador jefe del Gobierno, Humberto de la Calle, abriรณ la puerta a este desescalamiento gradual del conflicto, pero con el fin รบltimo de terminarlo, no de regularizar la guerra, aclarรณ.

Expertos plantean que desde ya ambas partes pueden seguir adoptando medidas con miras al fin definitivo del conflicto, lo que implica, por parte de la guerrilla, dejar de secuestrar, extorsionar, colocar minas antipersona y reclutar menores, y por parte del gobierno, liberar a algunos presos de las FARC por razones humanitarias. “Uno no termina un conflicto de un dรญa para otro en lo militar. Hay muchas maneras de desescalar el conflicto llevรกndolo hacia el punto de la terminaciรณn”, anota Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Anรกlisis de Conflictos.

El pasado 17 de diciembre las FARC anunciaron el cese el fuego unilateral e indefinido, siempre y cuando no fueran atacadas por la fuerza pรบblica, lo que en principio fue visto por el presidente Santos como una “flor de regalo pero llena de espinas”, rechazando el condicionamiento de la guerrilla. Algunos sectores de opiniรณn vieron el anuncio de las FARC como un signo de buena voluntad y de avance del proceso de paz, pero otros lo vieron con escepticismo y como una trampa. Oficiales militares y de policรญa confirmaron que se mantenรญa la orden de perseguir a la guerrilla, incluso por mandato constitucional. Pero el reciente reconocimiento de Santos de que la guerrilla ha cumplido la tregua y la orden de acelerar la negociaciรณn ha traรญdo renovado optimismo en torno al proceso de paz.

Dos aรฑos han pasado ya desde que iniciรณ el proceso en La Habana (en un principio Santos habรญa estimado durarรญa solo uno). Los principales crรญticos del actual proceso, incluido el poderoso senador y ex presidente รlvaro Uribe, han exigido imponer condiciones mรกs estrictas a la guerrilla, como el cese de toda acciรณn rebelde, obligarla a renunciar al narcotrรกfico y que los jefes guerrilleros paguen penas mรญnimas de cรกrcel por sus crรญmenes. En diciembre una encuesta mostrรณ que el respaldo de los colombianos al proceso de paz estaba decayendo.

Otra complejidad del actual proceso es la relativa impunidad a la cual siguen aspirando los lรญderes de la principal guerrilla de Colombia. A diferencia de la desarticulaciรณn negociada de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) gracias a un marco jurรญdico que contempla penas mรญnimas de cรกrcel (hasta un mรกximo de 8 aรฑos) para sus ex lรญderes a condiciรณn de contar la verdad de sus crรญmenes, ser juzgados y reparar a sus vรญctimas, los lรญderes de las FARC insisten en buscar una suerte de indulto polรญtico. Y es precisamente esta eventual impunidad de los jefes rebeldes la que mรกs detractores granjea al proceso de paz.

“Hay un sector minoritario pero muy poderoso y activo que se opone al proceso de paz tal como se ha llevado a cabo y un sector mayoritario que lo apoya, pero que a mi juicio es un poco pasivo, vacilante, y por eso da la sensaciรณn de que hubiera una gran opiniรณn en contra”, expone el politรณlogo colombiano Alejo Vargas. “Algunos creen que la guerrilla de las FARC estรกn derrotadas y eso es equivocado. Justamente lo que se busca con las conversaciones es resolver algo que no se ha podido resolver por la vรญa militar”, aรฑade.

Por lo pronto en un comunicado conjunto, el gobierno y las FARC anunciaron que el 2 de febrero reanudarรกn las conversaciones en La Habana. Aunque este proceso es el que mรกs ha avanzado (se han concretado acuerdos para tres de cinco puntos de la agenda previamente pactada) y la paz anhelada tras medio siglo de conflicto armado parece mรกs cerca, las presiones a las cuales sigue sometido no son pocas. 

 

 

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Periodista y escritor mexicano residente en Bogotรก.


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