Cristianismo en el mundo

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Abbas, fotógrafo iraní radicado en Francia, es actualmente presidente de la Agencia Magnum. Tiene publicados los libros: La revolución confiscada, sobre la revolución iraní y el derrocamiento del Sha; Retornos a Oapan, sobre la vida de un pueblo en la sierra de Guerrero; Journeys Beyond the Mask, en donde muestra el México rural y urbano, y Allah O Akbar, publicado en 1996, en el que hace un recorrido por las distintas formas de la fe en los países islámicos. Las siguientes imágenes son un adelanto para Letras Libres del libro Un viaje por el cristianismo, de próxima aparición, en donde Abbas repite el esquema de su título anterior, pero muda de dios y feligresía.

 

En el corazón de Francia, cuna del racionalismo, cinco millones y medio de personas visitaron el año pasado el santuario de la Virgen de Lourdes, a orillas del Gade de Pau, en espera de alguno de sus milagros.

 

La religión como pretexto

Esta entrevista se realizó en la Ciudad de México,el año pasado, cuando Abbas vino a nuestro país a fotografiar la fiesta del 12 de diciembre en la Basílica de Guadalupe, fascinado por el sincretismo de la fe católica de México.



¿De dónde surge tu interés por documentar las religiones?
Mi interés por el Islam surgió a partir de la revolución iraní. Irán es mi país, en esa revolución yo no era sólo un observador, estaba involucrado. Al principio fue un movimiento popular contra el régimen del Sha, confiscado poco a poco por los ayatolas. Desde entonces quise fotografiar la ola islamista que se extendía por el mundo, pero no me sentía preparado para hacerlo. Estaba acostumbrado a hacer pequeños ensayos, reportajes para revistas. Vine a México y aquí pude abordar el lenguaje fotográfico de una manera distinta: aprendí a trabajar un tema por un periodo más largo. Durante siete años fotografié el Islam y el islamismo en el mundo. Después, pensé que estaba bien quedarse con Dios, pero había que cambiar de profeta.

¿Crees en Dios?
Mi relación con Dios es cordial y estrictamente profesional.

Aunque sea popular y universal, Dios es un fantasma. Sin embargo, la necesidad de Dios es legítima; los que no lo necesitan son libres de no tener esa necesidad. No tengo nada contra la idea de Dios.

¿Es la religión una forma de enmascarar los problemas de la gente?
En el mundo musulmán existen los marabouts, que forman parte de la tradición popular. Fueron hombres buenos que tuvieron una vida piadosa. Cuando mueren, son aceptados como santos. Se hacen peregrinaciones a sus tumbas, se les piden favores. En el mundo musulmán no hay iglesia, es la gente la que decide quién puede ser marabout y quién no. Marruecos es un país dominado por una monarquía que alienta todas las formas piadosas del Islam. Se fomenta la oración, las peregrinaciones a la Meca, la limosna, etcétera. Cuando las mujeres quieren que sus hijos tengan éxito en los exámenes de admisión a la universidad, van a ver al marabout. Ellas saben que los resultados de los exámenes se manipulan, que hay corrupción, que sólo los ricos entran a la universidad.

En lugar de protestar y rechazar la corrupción que hay alrededor de esos exámenes, van a rezarle a los marabouts. Cuando sus maridos corren el riesgo de perder el trabajo por estar involucrados en cuestiones sindicales, van a ver al marabout. En este sentido, la religión sí es el opio del pueblo, pues en lugar de exacerbar los conflictos, la gente espera el milagro y las situaciones de injusticia no se resuelven.

En tu libro sobre el Islam estableces una relación muy importante entre religión y política.
Cuando trabajaba en el libro, descubrí que el islamismo es una ideología política que nace y se alimenta del Islam y eso es justamente lo que quise mostrar. Los gérmenes de violencia que encontramos en el islamismo existían ya en el Islam. No podemos ignorar los orígenes. El Islam ha sido una guerra permanente por imponerse; primero entre los musulmanes y después en el resto del mundo. Cuando el libro salió fui muy criticado por establecer ese paralelismo entre el Islam y el islamismo.
     Los islamistas en Argelia, Irán o Afganistán van más allá del mundo espiritual: tienen un programa de continuidad que abarca la vida cotidiana, pretenden ordenar la vida de la gente, tienen programas para todo.

El islamismo es la ideología política que regula la vida de todos los días.

¿Qué ha pasado con la revolución iraní?
Fotografié la revolución de 1978 a 1980. Después estuve ausente 17 años. En 1997 regresé, y lo que vi fue muy interesante. Por un lado, están en la fase de consolidación de la revolución, pero al mismo tiempo son prisioneros de una ideología de la que no pueden salir. Se dan cuenta de que el islamismo no funciona realmente bien, que la gente no es más religiosa de lo que era antes. El Estado no ha podido imponer su ideología, Irán se ha convertido en el reino de la hipocresía. El Estado no le pide a la gente que realmente crea, que sean buenos musulmanes. El Estado pide que parezcas un buen musulmán, que hagas como que crees, que finjas. Con que las mujeres se cubran con un chador y los hombres se vistan decentemente, se rece y se respeten los días sagrados de la religión musulmana es suficiente.

Entonces hay dos mundos: el del Estado con su ideología y su cultura oficial y el de la población, que no tiene nada que ver con todo esto y que lo ignora. En sus casas los iraníes se divierten, beben alcohol, fuman opio, las mujeres se quitan el chador. En el exterior se finge y se finge porque hay represión.

¿Cómo ves la relación entre religión y política en el mundo católico?
En el mundo católico no hay un equivalente del islamismo. No existe un proyecto para dominar al mundo en nombre de Jesús. Los islamistas sí tienen el propósito de dirigir al mundo según Mahoma.
     Dejando de lado el mundo católico, me ha interesado ver en qué medida la religión influye en la política. Antes de las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos, la derecha protestante manipuló la agenda política de la nación. Esto lo hemos visto de nuevo con el caso de Mónica Lewinsky. Han sido ellos los que más presionaron al presidente Clinton.
     En Rusia y Siberia pude observar la influencia de la Iglesia Ortodoxa sobre el nuevo movimiento nacionalista que crece cada vez más a causa del caos.

Habría que revisar en qué medida la Iglesia influyó en la guerra de los Balcanes; los excesos en Kosovo y Bosnia fueron aceptados, sino es que bendecidos, por la Iglesia Ortodoxa serbia.

¿Qué lugares o momentos del catolicismo has documentado?
Jerusalén, los coptos de Egipto, el sur de Sudán, Malí, Sudáfrica, el norte de Irlanda, Estados Unidos, el Papa en Francia, el santuario de Lourdes, distintos monasterios en Francia, la Semana Santa en Sevilla, Serbia, Rusia, Corea, Filipinas, Cuba, México, Brasil.

¿Tienes planeado trabajar sobre otras religiones?
La fe es una experiencia individual entre Dios y el hombre. Y eso es algo muy difícil de fotografiar. Para mí, la religión es un pretexto desde donde observo los constantes cambios de la sociedad moderna. Lo que me interesa son los efectos políticos, sociales y económicos de la religión. Eso es lo que hice con el Islam y es lo que trato de hacer hoy en día con el catolicismo. Fotografiar la forma en que aparece Dios en el mundo es un proyecto para toda mi vida.-— Marisa Giménez Cacho

 

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