Dani el Rojo

Su epitafio podrรก decir que fue un gรกnster temible pero con cรณdigos como los de antes, que fue un yonkie entusiasta o tambiรฉn que le cuidรณ la espalda a uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos.
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Su epitafio podrรก decir que fue un gรกnster temible pero con cรณdigos como los de antes, que fue un yonkie entusiasta o tambiรฉn que le cuidรณ la espalda a uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos. Algunos adjetivos mรกs le caben a Dani el Rojo, alias Miguel รngel Soto, alias el Millonario; el gรกnster de Barcelona que escribe libros mientras reparte su tiempo cuidando de estrellas de rock como Andrรฉs Calamaro o protege del acoso de sus fans a un tal Lionel Messi.

“Las drogas me llevaron al delito, pero el delito me gustรณ.” Se escucha el eco de uno de sus hijos pequeรฑos y Dani habla descansado, de vuelta en su casa de Barcelona tras su paso por Buenos Aires.

Es difรญcil saber cuรกndo se empezรณ a torcer el camino de Daniel Rojo, cuรกndo empezรณ a convertirse en el Rojo. Quizรกs fue cuando lo echaron de la escuela religiosa donde estudiaba poco despuรฉs de que cumpliera once aรฑos, pero quizรกs ya cargaba con el gusto por la adrenalina, con esas ansias de apropiarse de lo ajeno. Apenas tenรญa uso de razรณn cuando empezรณ a robar el quiosco que quedaba cerca de su casa. Pero รฉl cree que el punto de inflexiรณn fue un aรฑo: 1976. No solo el suyo, sino el de todo un paรญs. Acababa de morir el dictador, el generalรญsimo Francisco Franco, y aunque Dani lo despreciรณ, los aires de libertad lo embriagaron: “Los ochenta fueron difรญciles. Habรญa pasado el franquismo. La transiciรณn espaรฑola y las nuevas leyes ayudaron a los que estรกbamos en la entrada de ser golfos. Nos vendieron muy bien lo de sexo, drogas y rock and roll.”

Tenรญa quince aรฑos cuando una chica, Estefanรญa, le ofreciรณ un chute de heroรญna. Se enganchรณ por dos dรฉcadas, pero no le echa la culpa. Mรกs que la heroรญna, a el Rojo lo ponรญa la adrenalina. A los diecisรฉis ya andaba armado y muy pronto Daniel pasรณ del chiringuito, la farmacia o cualquier negocio con caja registradora a los depรณsitos de los bancos. En 1980 los robos a los bancos en Espaรฑa aumentaron un 76% respecto al aรฑo anterior, y un 320% respecto a 1978. Solamente entre 1976 y 1983 los asaltos a los bancos crecieron 1,980%.

Se conformaron brigadas especiales, cambiaron las normas de seguridad y Daniel Rojo cayรณ preso en 1981. La condena fue doble: lo atraparon con un arma que habรญa utilizado para robar una joyerรญa. “Cuando eres delincuente profesional y pierdes, sabes a dรณnde vas: la cรกrcel, que es tu segunda casa. Lo tenemos comprendido y compartido. Esperamos que nos pillen lo menos posible para pagar lo menos posible. Pero sรณlo se puede soportar, si eres culpable”. Sabe de lo que habla, pasรณ catorce aรฑos tras las rejas. “Lo peor –dice ahora- es estar privado de tu libertad. Las cรกrceles en los ochenta venรญan de la รฉpoca de Franco y las condiciones. En los 90 mejoraron, pero la cรกrcel es la cรกrcel”. Y La Modelo, el Centro Penitenciario de Hombres de Barcelona, donde el Rojo cumpliรณ la mayorรญa de sus condenas, era una de las cรกrceles mรกs violentas de Europa hace tres dรฉcadas. “Todos los dรญas sacaban muertos y heridos de arma blanca, luego entrรณ la droga e hizo estragos”, recuerda. Se pasรณ varias temporadas en una celda de castigo, aislado del mundo. “A muchos se les iba la olla, por eso. Si no estรกs centrado, puede matarte”, dice.

La segunda vez que estuvo preso, en 1986, se enterรณ de que era seropositivo –tres aรฑos antes habรญa estado en Tailandia, donde existรญa un foco de infecciรณn muy grande, y desde su adolescencia se inyectaba con cualquier jeringa que tuviera a la mano, incluso las que encontraba en la calle–, y la tercera vez, a principios de los noventa, fue la รบltima: treinta y dos aรฑos de prisiรณn. Ese tiempo sumaban una serie de condenas por denuncias de robo a mano armadas que llevaban su seรฑa particular: un hombre de un metro noventa que sorprendรญa al primer guardia que ingresaba a un banco y que esperaba a cada uno de los empleados, insinuaba que alguien lo esperaba afuera, se hacรญa con la caja y despuรฉs se marchaba sin violencia y sin heridos. Las recaudaciones, ademรกs, siempre eran grandes. De ahรญ su apodo: “el millonario”.     

Quisieron endilgarle dos atracos con una modalidad similar, que terminaron con muertos, pero fue sobreseรญdo. Su estadรญa en prisiรณn fue mรกs breve de que lo esperaba. Tomรณ dos atajos legales. Primero, accediรณ al denominado “triple de la mayor”, que multiplicaba por tres la mayor de las penas a las que el reo era sentenciado y dejaba sin efecto las condenas menores. En su caso, la pena mรกs larga (de todas las que sumaban 32 aรฑos) era de seis abriles en prisiรณn; multiplicada por tres daba un total de 18 aรฑos. Sentenciado antes de que el Partido Popular modificara el cรณdigo penal pudo gozar de la denominada “redenciรณn” para penas mayores de quince aรฑos, beneficio que disminuรญa a la mitad la condena. El Rojo entonces debiรณ cumplir “nada mรกs” que nueve aรฑos. Los รบltimos dos los pasรณ en una granja de rehabilitaciรณn para adictos. Luego de dos dรฉcadas de drogas, el Rojo pensรณ que era hora de dejarse de inyectar heroรญna. Y lo logrรณ. Se enamorรณ de una enfermera y se topรณ con su amigo Loquillo, roquero espaรฑol y amigo de juventud, que le abriรณ las puertas para empezar a trabajar como seguridad de celebridades, en un mundo en el que su pasado no le pesaba. Desde entonces le ha cuidado las espaldas a Bunbury, Messi y Rosario Flores, entre muchos otros. Cuando Andrรฉs Calamaro viaja a Barcelona, llega un dรญa antes de lo necesario y juntos van detrรกs de tatuadores, motociclistas y un poco de absenta.

“Queda duro decir: me lo pasรฉ bien en la cรกrcel. Pero no te congelan, sigues viviendo y sintiendo. Yo he sacado muchas cosas positivas para ser quien soy hoy en dรญa y poder vivir tranquilo. Es como el servicio militar, uno simplemente olvida lo peor y recuerda las anรฉcdotas divertidas”, reflexiona.

“La vida es una adicciรณn. Voy buscando motivos por los que tener que pelear”, dice Rojo antes de despedirse. Su adrenalina ahora son los libros escritos por Lluc Oliveras, en los que cuenta sus experiencias, Mi vida en juego, El gangster de Barcelona y el mรกs reciente El gran golpe del gรกnster de Barcelona (Ediciones B, 2010),  en el que relata cรณmo se hizo con tres millones de euros. Para la justicia espaรฑola, eso sรญ, Daniel Rojo es insolvente.

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1984, Buenos Aires. Periodista. Trabaja en Clarรญn y Revista ร‘. Ha colaborado en Orsai, El Universal y Cnn.com.mx, entre otros medios.


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