Escribe Granados Chapa en su editorial del martes en Reforma que nos hallamos ante
โฆun virus que estรก siendo atacado y contra el cual se dice tener un vasto arsenal de armas, sin que se sepa bien a bien de quรฉ se trata: el domingo el presidente Calderรณn reconociรณ tal incertidumbre al anunciar que “en 72 horas… Mรฉxico estarรก en posibilidad de contar con laboratorios especรญficos capaces de identificar con seguridad la presencia del nuevo virus; ello nos permitirรก mayor precisiรณn en el diagnรณstico, tratamiento y estrategia preventivas”. O sea que lo hecho hasta este momento carece de esa precisiรณn
O sea que lo hecho hasta ese momento carece de esa precisiรณnโฆ
Bueno, vamos a ver. Se supo que era virus. Se supo que era virus de influenza. Se supo que ciertos antivirales lo derrotan. Se supo que el gobierno tiene una reserva de esos antivirales. Nada de lo anterior supuso incertidumbre alguna. A partir de esas certidumbres se precisรณ en los laboratorios que se trata de un virus de influenza, pero nuevo. Esto significa que, dentro de lo conocido hubo una mutaciรณn, una variante desconocida, hasta predecible, pero no imprecisa.
Sobre esos hechos precisos, el gobierno dispuso adquirir los recursos cientรญficos โcapaces de identificar con seguridad la presencia del nuevo virusโ. Tales estudios permitirรกn โmayor precisiรณnโ. Una mayor precisiรณn en el presente y en el futuro que ha inaugurado el virus nuevo, pero que obviamente tambiรฉn obliga a una mayor precisiรณn en el pasado -cuando se ignoraba que era un nuevo virus- pues los diagnรณsticos, estadรญsticas, causas de defunciรณn, etcรฉtera, se habรญan hecho no sobre una imprecisiรณn, sino sobre un desconocimiento.
O sea que sรญ: lo hecho hasta ese momento carece de esa precisiรณn, pero no por una falla imputable a la ciencia mรฉdica, sino a una circunstancia creada por una nueva realidad. No es imputable a un error del Dr. Josรฉ รngel Cรณrdova (por poco โeliteโ o por muy provinciano que le parezca al editorialista) sino a un acierto del nuevo virus. Es curioso que en vez de encontrar encomiable que se hayan tomado medidas para conocer la verdad con precisiรณn, se encuentre criticable que la precisiรณn no se haya adelantado a la verdad. Que en vez de celebrar que se precise un conocimiento de los hechos a la luz de una nueva circunstancia (para que sea un mejor conocimiento, mรกs preciso), se prefiera la preservaciรณn de una precisa ignorancia. Es curioso exigirle al presente que guarde precisiรณn en su trato con el pasado, a pesar de que ese pasado ignoraba una verdad que modificรณ a ese presente. Es curioso, en suma, que se le reproche al secretario de salud no haberse anticipado al pasado.
En 1911, durante la guerra de Libia, un audaz piloto italiano llamado Gavotti lanzรณ una bomba por primera vez desde un aviรณn. Los cables de prensa dijeron al dรญa siguiente: โTURCOS ATERRADOS POR ATAQUE CELESTEโ. Pues sรญ. Sabรญan los turcos que estaban en guerra. Sabรญan que existรญan las bombas. Sabรญan que existรญan los aviones. Sabรญan que hay ley de la gravedad. No habรญa incertidumbre alguna sobre estos hechos: eran verdad. Lo que no sabรญan era que varias verdades conocidas pudiesen acoplarse para crear una verdad nueva: los aviones pueden soltar bombas. A nadie se le ocurriรณ sostener -o sospechar, o insinuar- que la capacidad de lanzar bombas desde un aviรณn fuese mentira. Ni que el simple hecho de que nunca antes habรญa ocurrido en el pasado le impidiese ocurrir en el presente.
Cuando los turcos vieron esa nueva forma de guerrear, no acusaron al sultรกn ni a sus militares de imprecisiรณn por no haberse anticipado al poder de una nueva arma. Los turcos habrรกn anotado en sus estadรญsticas que habรญa mรกs bajas que antes y habrรกn inventado el rubro โmuertos por bomba celesteโ. Y de inmediato buscaron armas dotadas de mayor precisiรณn para defenderse de los bombarderos. Pero nadie los acusรณ de que las viejas ametralladoras no tuvieran tanta precisiรณn antes de requerirla. Ni que las bajas por bomba celeste no existiesen. Y, desde luego, ningรบn turco exigiรณ que, en tanto que la guerra comenzรณ sin bombarderos, se siguiera actuando como si no los hubiera ahora.
Fotografรญa: Ljupco Smokovski (Flickr)
Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.