Dr. Alderete, “Subte” y la cultura popular

Una exposición de la obra del artista gráfico Dr. Alderete en el metro de la Ciudad de México.
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En el transborde de la línea dos a la línea ocho de la estación Bellas Artes, del Sistema Colectivo Metro, se encuentra Subte, una vitrina angosta con una pared azul turquesa que actualmente exhibe obra del ilustrador argentino Dr. Alderete (Santa Cruz, 1971). Acostumbrados a ver arte en museos y galerías, la exposición abre la posibilidad de parar unos segundos en un lugar de tránsito común, para observar imágenes cotidianas para el transeúnte.

El imaginario en las serigrafías va desde iconos importantes para la cultura popular, hasta personajes tipo que tienen como referente el cine b y el arte pop. En los diseños de Alderete hay un amplio rango de intereses: desde el reconocido rostro del Ché Guevara, hasta músicos como Joe Strummer de la banda de punk británica The Clash. También hay homenajes, como al fotógrafo Alberto Díaz Gutierrez, mejor conocido como Korda, quien en marzo de 1960 capturó con su Leica M2 la fotografía más famosa del Ché, por la cual nunca recibió dinero. Alderete, que lleva más de quince años viviendo en México, ilustra también a luchadores, hombres lobo, gorilas, totems, alienígenas, murciélagos, pterodáctilos, mujeres fatales y mujeres vampiro utilizando el método de la estenografía. Los estereogramas son imágenes de dos dimensiones que producen un efecto tridimensional cuando se ven mediante lentes especiales; en este caso dos gomas, roja y azul, están pegadas por dentro del cristal para que el paseante, al colocar sus ojos, mire la imagen en múltiples planos.

La ilustración en serigrafía –heredera de técnicas de impresión como el aguafuerte, la xilografía y la litografía–  se caracteriza por su producción en serie, lo cual tiene como consecuencia una distribución sin un original; en cambio, existe la posibilidad de realizar copias que pueden ser exhibidas en más de un espacio. En el caso del Doctor, las imágenes pueden estar sobre el muro, en un libro y  trasladadas a color luz en su página web. Al no tener un original, la ilustración tiene como constante ir más allá de la subjetividad del artista, para presentar problemas y situaciones que atañen a la sociedad en que aparecen. La libertad que ejerce el ilustrador es celebrada al representar el logro democrático de una población que controla lo que produce y se beneficia directamente de ello. Sin embargo, el espectador también ejerce esa libertad al darse el tiempo para interrumpir el flujo de su día y, en este caso, observar lo que Alderete le ofrece.

Más allá de las impecable técnica y trazo en los carteles, las imágenes provocan sospecha al comparar el modo de representación de los géneros. Mientras que los hombres se presentan bajo múltiples formas que van del héroe joven al fotógrafo viejo, del cantante con una moica al fornido luchador, la posición de la mujer parece siempre la misma. Algunas se presentan desnudas con los senos expuestos y cabello corto, otras con un corte más largo y grandes escotes, algunas más en biquini, con traje de baño y sombrero charro; sus facciones son perfectas, sus cuerpos son esbeltos y frondosos. En el hombre hay rasgos particulares que en la mujer se borran a favor de un estereotipo de belleza ya no mexicano, sino global.

Si un ilustrador tiene la facultad de plasmar un fragmento de la realidad, las ilustraciones de Alderete nos hablan no sólo de su particular estilo, sino de un problema de representación que se reproduce desde ámbitos también visibles como la publicidad y un tanto más ocultos como la cantidad de mujeres que tienen lugar en el ámbito de la cultura. Este problema no demerita la calidad ni la importancia de la exposición, al contrario, permite reconocer elementos de la cultura popular que nos son comunes, tanto para identificarnos como para cuestionar su relevancia, su humor y su pertinencia en el México actual.

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