El fracaso de la Sub 20

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El director tรฉcnico de los juveniles mexicanos ve cรณmo su selecciรณn se ridiculiza y con derrotas frente a Escocia por 1-0, y Corea por 2-1, Mรฉxico tira la toalla antes de terminar la primera rueda, con un pobre empate 1-1 ante Australia. Ni el apoyo de los abnegados aficionados mexicanos salva a Mรฉxico del papelรณn. Esto pasรณ en el Mundial Juvenil de 1983 del que fuimos anfitriones. Hace 29 aรฑos, tambiรฉn, oรญmos las mismas โ€“digo bien, literalmente las mismas-, explicaciones: โ€œnosotros hicimos el futbol, ellos, los golesโ€; โ€œDimos el 110% pero no alcanzรณโ€ (sic); โ€œLa culpa es de Fulano de talโ€ (como estamos en Mรฉxico, mรกs bien creo que serรญa de Perengano de tal), como bien lo hemos demostrado, siempre debe volver Huitzilopochtli para que uno sea el culpable y lo podamos sacrificar, entre otras. 29 aรฑos despuรฉs es la misma historia. Lo bueno para que los que organizan el futbol y arriesgan filantrรณpicamente su dinerito es que la crรญtica y la presiรณn de cada fracaso dura unos dรญas.

Como nos eliminamos en una dรฉbil zona del mundo, Mรฉxico siempre asistรญa a los mundiales. Una serie de fracasos ilustran nuestro camino. Tenemos el honor de haber recibido el primer gol de la historia de los mundiales; jugamos el partido con menos pรบblico en una copa; conservamos el rรฉcord de mรกs goles recibidos y de mรกs autogoles anotados. Sรณlo dos jugadores en la historia tienen 5 copas jugadas, el nuestro nunca pasรณ a la segunda ronda. Y mucho mรกs.

Dentro del imaginario colectivo, del lenguaje comรบn a los seres humanos de todos los tiempos y lugares de Mรฉxico, constituido por sรญmbolos primitivos con los que se expresa un contenido de la psiquis que estรก mรกs allรก de la razรณn, hay muy pocas constantes mรกs contundentes que la de que al mexicano siempre le va โ€œdel naboโ€. Es increรญble que luego del campeonato ganado en Perรบ por la selecciรณn sub 17, ese รฉxito no haya servido para desarrollar un proyecto. Y es que lo importante es que nos vaya mal. Ese mismo equipo, reforzado por dos o tres metrosexuales mรกs, fue el promotor del partido contra Haitรญ, digno de la barra cรณmica, por el que no pudimos ir a ganar la medalla de oro a los juegos olรญmpicos, que habรญa prometido el entrenador, Hugo Sรกnchez. El director tรฉcnico del รฉxito en Perรบ prefiriรณ que le pagaran mรกs โ€“estรก en su derecho, claro estรก-, a concluir el proceso que habรญa empezado con รฉl, 15 dรญas antes de la eliminatoria. Lo bueno es que luego de la inminente eliminaciรณn, declarรณ que, con รฉl, nada aseguraba que el equipo calificara. Claro, lo importante es que nos vaya mal. Incluso si nos va bien. Los periodistas sรณlo alcanzan la epifanรญa cuando el pobre atleta, ganador de una medalla, empieza a llorar. Si no, nos parece sospechoso, una sensaciรณn, extraรฑa y peculiar, que no merecemos. Claro estรก que los fracasos deportivos sรณlo reflejan el fracaso como naciรณn. Cรณmo nos atrevemos a pedir un proyecto de deportes, de cultura o de salud, si no hay un proyecto de paรญs. Los periodistas se lamentan de que el equipo perdiรณ por un error de concentraciรณn sin darse cuenta que somos un paรญs de desconcentrados.

Si no hay proyecto generalizado, si la estructura no funciona, los fracasos volverรกn. Por lo menos queda la literatura de los pretextos asรญ como la posibilidad de oรญr a un atleta luego de no terminar el รบltimo maratรณn olรญmpico: โ€œtengo que analizar con mi entrenador si entrenรฉ mucho o entrenรฉ pocoโ€.

– Carlos Azar

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Como escritor, maestro, editor, siempre he sido un gran defensa central. Fanรกtico de la memoria, ama el cine, la mรบsica y la cocina de Puebla, el รบltimo reducto espaรฑol en manos de los รกrabes.


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