Fue y les dijo: “El único caudillo en el PRD… es el PRD”. Y le creyeron. Se pusieron entonces a deliberar como saben hacerlo: a gritos, mentadas, arrebatándose el micrófono, tomando a la fuerza la tribuna, incluso recurrieron a una de sus más socorridas prácticas: se hicieron fraude a sí mismos. Todo esto en el X Congreso perredista. Jesús Ortega, líder de la aguerrida tribu de Los Chuchos, acusó de haber metido más votos que asistentes a la líder de la otra fracción, Dolores Padierna, líder de Los Bejaranos. Esta belicosa militante justificó su conducta diciendo que Los Chuchos habían hecho trampa primero (alterando el padrón del partido) y que la única forma que encontró de defenderse fue haciendo trampa también. El caso es que, a su modo, y motivados porque el Gran Líder de las Tribus parecía haberles aflojado la correa, los perredistas deliberaron y votaron. Resolvieron que en el 2008 le tomarían la palabra a Felipe Calderón y debatirían con él sus diferencias. Indignados, Los Bejaranos, abandonaron el salón y se fueron a la Alameda a protestar y a tomarse la foto. Los Chuchos, ya despejado el camino, celebraron cantando algo parecido a la Internacional y al Himno Nacional. Poco les duró el gusto. Esa tarde de domingo, el Gran Líder los citó en su casa de Copilco. Con gran independencia y gallardía, los líderes de las tribus acudieron al llamado. Ahí fueron regañados y vapuleados por López Obrador y Ricardo Monreal, al que días antes dizque le habían suspendido sus derechos partidistas por apoyar a su hermano del PT en detrimento de los candidatos de otra tribu, la de Los Amalios. Con la cabeza gacha salieron del departamento del Líder Iluminado. A la mañana siguiente, se encontraron que todos los periódicos reproducían el resolutivo aprobado en el Congreso: “Se abre en el PRD vía de diálogo con Felipe Calderón”, anunciaban las ocho columnas de La Jornada, diario tam tam mediante el cual se comunican las tribus. Pobres líderes independientes: toda la mañana del lunes tuvieron que hablar con los medios para retractarse de los acuerdos, democráticos, a los que había llegado el Congreso el día anterior. Ahora mismo se les puede encontrar, sentados en torno al fuego, con el ceño fruncido, meditando, meditando: ¿habrá llegado la hora de cambiar de nombre al instituto, será el momento de pasar del PRD al PAMLO? Los tambores suenan a lo lejos…
– Fernando García Ramírez
Foto de Cristina Rodríguez, La Jornada