Se ha afirmado que la conciencia es un mero epifenรณmeno en el funcionamiento del cerebro humano y que por ello carece de poderes causales. El silbato de una locomotora, por ejemplo, es un epifenรณmeno que no influye en la mecรกnica de la mรกquina. Esta manera de entender la conciencia se encuentra muy extendida entre los neurocientรญficos. Yo critiquรฉ esta interpretaciรณn, en mi libro Antropologรญa del cerebro, cuando desarrollรฉ la idea de que la conciencia incluye una especie de prรณtesis simbรณlica que prolonga, en los espacios culturales, algunas funciones de las redes neuronales. Esta prรณtesis, que he definido como un exocerebro, estรก compuesta principalmente por el habla, el arte, la mรบsica, las memorias artificiales y diversas estructuras simbรณlicas. Algo muy importante en esta teorรญa radica en la afirmaciรณn de que los elementos exocerebrales de la conciencia tienen un poder causal y son capaces de modificar y modular la operaciรณn y las funciones de las redes neuronales.
Para sustentar esta afirmaciรณn quiero traer como ayuda un extraรฑo y fascinante proceso que los mรฉdicos denominan efecto placebo. Si este efecto es una realidad, como parece que lo es, se tratarรญa de una prueba de que las estructuras simbรณlicas arraigadas en la cultura son capaces de influir en las funciones cerebrales por medio de la conciencia. Los estudios cientรญficos muestran que el uso de sustancias farmacolรณgicamente inocuas o la prรกctica de operaciones simuladas tienen repercusiones somรกticas comprobables. La clave del efecto placebo se halla en el hecho de que el paciente cree firmemente que el remedio que aplica un mรฉdico (o un brujo) es eficiente. Se ha mostrado que el placebo produce efectos fisiolรณgicos observables, como cambios en la presiรณn, el ritmo cardรญaco, la actividad gรกstrica y deja seรฑales incluso en las redes neuronales. Los placebos han sido usados al parecer con รฉxito en el tratamiento del dolor, la ansiedad, las รบlceras, las enfermedades de la piel, la artritis reumatoide, el asma, las enfermedades autoinmunes e incluso el alzhรฉimer y el pรกrkinson. Estrictamente hablando, los placebos no son sustancias, sino palabras o sรญmbolos acompaรฑados de rituales.
La palabra placebo tiene su origen en un error cometido por san Jerรณnimo al traducir del hebreo al latรญn el noveno versรญculo del salmo 114 (116). En lugar de traducir “Caminarรฉ en presencia de Yahvรฉ por la tierra de los vivos”, escribiรณ: “Placerรฉ al Seรฑor en la regiรณn de los vivos” (Placebo Domino in regione vivorum). A partir de esta equivocaciรณn sucediรณ que, durante la Edad Media, los profesionales encargados por las familias de llorar a sus muertos con frecuencia iniciaban el lamento artificial con el versรญculo 9 del salmo 114. Aquรญ el llanto “artificial” sustituรญa al “verdadero”. Era frecuente que los sicofantes alquilados para abrir las Vรญsperas de Difuntos con su llanto artificial iniciasen los lamentos recitando ese mismo verso en latรญn. Por ello, estos profesionales del lamento fueron llamados placebos, y asรญ la palabra adquiriรณ la connotaciรณn de adulador. Posteriormente el tรฉrmino se usรณ para referirse al medicamento falso que se recetaba para complacer al enfermo. El placebo acabรณ aludiendo a algo “artificial” que se cree “verdadero”. Lo esencial es la creencia o la fe en un acto que se inscribe en el ritual oficiado por un brujo, un sacerdote o un mรฉdico, quienes con el poder de la palabra y de la simulaciรณn producen efectos curativos.
Quiero mencionar un antecedente histรณrico medieval muy significativo del uso medicinal del efecto placebo. Se trata del texto de Qusta ibn Luqa, un mรฉdico sirio, natural de Baalbek, que viviรณ aproximadamente entre los aรฑos 830 y 910 d. C. Qusta fue un cristiano melquita cuyos escritos en รกrabe fueron muy importantes en la transmisiรณn de la sabidurรญa griega al mundo รกrabe. Viviรณ mucho tiempo en Bagdad y muriรณ en Armenia. Escribiรณ en รกrabe un breve tratado, que solo ha sobrevivido en su traducciรณn latina, titulado Ligaduras fรญsicas, o sobre encantamientos, conjuros y colgantes en el cuello [De phisicis ligaturis (De incantatione adiuratione colli suspensione)]. Es el primer tratado mรฉdico conocido que reconoce el efecto placebo y que estรก abierto a nuevas perspectivas en el tratamiento de las enfermedades mentales. Este texto tiene la forma de una carta a su hijo, quien le ha preguntado si son efectivos los encantamientos, conjuros y colguijes, y si hay explicaciones para ello en los textos griegos, tal como sรญ las hay en los libros de los indios. Qusta afirma que si alguien tiene confianza en un encantamiento, ello le ayudarรก, pues la complexiรณn del cuerpo sigue la del alma: “y ello se comprueba –dice– por el hecho de que el miedo, la tristeza, la alegrรญa y el estupor provocan en el cuerpo no solo un cambio de color, sino tambiรฉn en otras maneras, como la diarrea, el estreรฑimiento o la debilidad extrema”. Y concluye: “Mรกs aรบn, yo he visto que estas cosas son causa de una alteraciรณn prolongada de la salud, especialmente en las alteraciones que daรฑan la mente.” Se trata aquรญ del efecto contrario, el nocebo, que opera bajo los mismos principios que el placebo. ~
Es doctor en sociologรญa por La Sorbona y se formรณ en Mรฉxico como etnรณlogo en la Escuela Nacional de Antropologรญa e Historia.