El primo Guillermo

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Los primos son los primeros individuos con o contra quienes edificamos nuestra propia individualidad. Hermanos a medias, รญntimos diferentes, que chapotean en el mismo charco genรฉtico. Son los primeros mentores o los prime- ros abusivos, compaรฑeros y adversarios a la mano. Propedรฉutica social a domicilio: la domรฉstica embajada de los otros. Y las primas, esas taumaturgas, intrigantes relevos de la madre…

En el primer paisaje de Paz, sus primos Marรญa Luisa, Guillermo y Ernesto actรบan los roles propios del gรฉnero: la fantasiosa Marรญa Luisa “habรญa creado toda una mitologรญa de seres misteriosos” (Itinerario); los varones truecan el jardรญn en unas subsidiarias guerras pรบnicas cuando su primo los disfraza de los hรฉroes de sus primeras lecturas (Pasado en claro):

Abderramรกn, Pompeyo, Xicotรฉncatl,

batallas en el Oxus o en la barda

con Ernesto y Guillermo.

El mรกs importante es Guillermo. Viviรณ un tiempo en la casa de Mixcoac con rango de hermano mayor supletorio. Era, como Marรญa Luisa, hijo de Rosita Paz Solรณrzano y de Joaquรญn Haro Velรกzquez de la Cadena, que cometieron en 1896 boda pomadosa con mรบsica de Beethoven, “rosas blancas, gardenias y camelias” y personero del ministro Limantour (lo cuenta Amado Nervo, que hacรญa sus pinitos como cronista de deportes y sociales).

Al primo Guillermo Haro y Paz lo han investigado mis colegas Josรฉ Alberto Castro y Felipe Gรกlvez, exploradores de las vidas de ambos Octavios, padre e hijo. Castro publicรณ “El primo de Octavio Paz narra su infancia”, cuya historia central es la del dรญa en que los primos salieron a ver los destrozos que una tormenta habรญa causado en Mixcoac. Guillermo, de seis aรฑos, asiรณ una rama hรบmeda y retรณ en singular combate al dragรณn de un cable elรฉctrico caรญdo. Y perdiรณ, pues el cable vivo se enredรณ en su Tizona y le atizรณ una desigual descarga. Al verlo caรญdo y privado, por querer ayudarlo, el primo se llevรณ su raciรณn de kilovatios y fue aventado por el golpe con las manos quemadas.

Todo esto lo vio un joven llamado Basilio Bulnes que, a pesar de los estragos de la tormenta, se estaba rasurando: “De pronto, en el espejo que reflejaba mi mentรณn [buen detalle de narrador escrupuloso] alcancรฉ a ver a un niรฑo que golpeaba un cable con una vara y caรญa fulminado. Su acompaรฑante, un pequeรฑo menor que รฉl, intentรณ ayudarle y tambiรฉn cayรณ al suelo.” Bulnes corriรณ a la calle. El primo pequeรฑo se repuso y corriรณ hacia la plaza de San Juan pidiendo auxilio y gritando “¡Se muriรณ Guillermo!”. Un zapatero logrรณ apartar el cable del cuerpecito. Alguien le puso un rebozo sobre la cara luego de juzgarlo suficientemente muerto. Pero el Caballero del Espejo empleรณ mejor el seso, le dio respiraciรณn artificial y logrรณ revivirlo. Guillermo se repuso sin mรกs baja que las quemaduras y un dedo รญndice que hubo que amputarle.

Este testimonio fue recogido por el propio primo Guillermo. Muchos aรฑos mรกs tarde, ya mรฉdico practicante, atendiรณ en la Clรญnica Londres a Basilio Bulnes, invadido por el cรกncer. ¿Cรณmo se habrรกn reconocido? Gรกlvez, que narra la historia, no lo dice, quizรก porque no lo dice el primo Guillermo. Pero aficionado a la literatura popular como soy, supondrรฉ que Bulnes preguntรณ al mรฉdico cรณmo habรญa perdido el dedo y el mรฉdico le habrรก contado que de niรฑo, un dรญa, en Mixcoac, luego de una tormenta… Lamentablemente, el doctor no pudo salvar a su salvador.

Guillermo Haro y Paz evocaba otras historias: las insignias masรณnicas de su abuelo Ireneo, el hallazgo de la micropirรกmide de Mixcรณatl, los frecuentes combates a puรฑetazos que su primo tenรญa que librar en la escuela, donde sus compaรฑeros lo hostigaban por “atildado y bonito”, tratรกndolo de extranjero, y cรณmo รฉl tuvo que entrar a esos pugilatos en mรกs de una ocasiรณn; la mala relaciรณn con su padre, el abogado Octavio, a quien acompaรฑaban a cazar patos enlodados; que Octavio y รฉl eran miembros del equipo de basquetbol del Club Atlรฉtico Cรฉsar Augusto Sandino (famoso por su acrรณnimo); que Octavio recorrรญa la ciudad en bicicleta; que tenรญa mucho รฉxito con las “chamacas”… Y asรญ hasta el dรญa de 1980 en que lo acompaรฑรณ a enterrar a su madre, casi nonagenaria, y cรณmo el poeta lloraba sin consuelo.

Vi el รญndice que le faltaba (es decir, no lo vi), en la casona de Francisco Sosa en 1997, luego de la ceremonia para anunciar la Fundaciรณn Octavio Paz. Llegรณ, se sentรณ por ahรญ y luego entrรณ a saludar: “Soy el primo Guillermo”, dijo. El poeta celebrรณ su presencia y explicรณ a sus amigos que ese seรฑor le habรญa enseรฑado a jugar canicas y, por poco, le habรญa enseรฑado la muerte, la muerte real, pues la imaginaria la actuaban con frecuencia en el jardรญn de don Ireneo:

El universo habla solo

pero los hombres hablan con los hombres:

hay historia. Guillermo, Alfonso, Emilio:

el corral de los juegos era historia

y era historia jugar a morir juntos. ~

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Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.


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