El socialismo catalán

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Señor director:
Otra vez se ha abierto el debate sobre el desmantelamiento de la Federación catalana del PSOE, cuyo primer acto se escenificó en 1976. Fue un pacto que hirió profundamente a una parte decisiva de la sociedad catalana: a los socialistas no nacionalistas y en especial a los inmigrantes o sus descendientes de habla castellana. El intento de justificar la fusión aduciendo la necesidad de un partido cohesionado es una cortina de humo para esconder los perniciosos efectos que hemos vivido y que perviven.
     Hace años, el ex presidente González, en su libro ¿Qué es el socialismo?, defendía el internacionalismo socialista ante la linea nacionalista del PSC. Tiempo después, ya más cerca del poder, hacía lo contrario: pactar y forzar un matrimonio de conveniencia, entregando la obrerista Federación Catalana del PSOE a la dominante élite burguesa del PSC. En el Segundo Congreso, de 1980, se aniquiló definitivamente la Federación; ésta no intentó la secesión ni la fractura de Cataluña, sólo el divorcio o ruptura civilizada de unas nupcias contra natura, para establecer un nuevo lazo de unión en el que no se anulase el deseo de una parte, repito, decisiva de la ciudadanía socialista, que se sentía tan catalana como española, no renunciaba a ser bilingüe y veía que los intereses de esta élite no eran los suyos.
     Silenciada y abandonada a su suerte, apostó al abstencionismo, por cierto bien sutilmente alentado por la derecha nacionalista. ¿Ha variado hoy sustancialmente el sentir de esta izquierda sociológica? No en la idea de nación; no nos dejemos llevar por el espejismo de la actual composición parlamentaria, que no traduce la realidad de la sociedad catalana. De todas maneras, el pacto y reparto de papeles de la alta sociedad del país ha funcionado una vez más: mande quien mande, ellos no pierden, están arriba.
     Hay que interrogarse sobre la razón fundamental de que, durante 23 años, el PSC perdiese sistemáticamente las elecciones autonómicas y ganase las generales: el no nacionalista sabía que catalanismo y nacionalismo es en la práctica lo mismo. Que en las dos últimas autonómicas haya sacado por fin más votos el PSC que CiU significa que el abstencionista estaba ya más que harto de tanta Convergencia i Unió, de tanta inquietante oscuridad. ~

Suyo,
     — Enric Espejo Bastús

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