Henrique Capriles Radonski, un rival para Chávez.

Elecciones primarias: ¿ensayo general?

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“Brutalidad de la prudencia” llamó Pier Paolo Pasolini a la calculada reticencia que mostraban los activistas de oposición con quienes había hablado yo en las semanas que precedieron a las elecciones primarias. Muchos de ellos, quizá demasiado acostumbrados a perder elecciones ante el carisma y la munificencia de Chávez, contaban y pesaban sus palabras, por no alentar engañosos entusiasmos.

Embrutecido por esa misma prudencia, acostumbrado también a perder indefectiblemente mi voto opositor desde mucho antes de la Era Chávez, acudí el domingo al colegio donde estoy registrado en la calle real de Prado de María, dispuesto a reportar otra decepción. La sorpresa fue mayúscula: creí estar en unas elecciones presidenciales, tan larga era la cola de votantes.

La gran afluencia y la conducta de los votantes visibles en los centros de votación de todo el país dejaba ver que la consigna de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) de alcanzar la mayor participación posible había sido atendida. En las colas del oeste de Caracas se advertía desafío y júbilo. Particularmente notable fue el crecimiento de la participación juvenil, constatada en centros electorales de muy diverso estrato y en todas las regiones del país. En Guayana, la muy opositora región siderúrgica que alberga a la mayor representación sindical del país y donde la conflictividad social es muy acusada, las colas mostraban desde temprano un talante carnavalesco y retador. Lo que me lleva a hablar de los suboficiales y soldados que resguardan el material electoral y garantizan orden público.

Apenas una semana antes, el sábado 4 de febrero, Hugo Chávez presidió una parada militar a todo trapo. El motivo fue conmemorar la fecha aniversaria de su fallida intentona de golpe militar, en 1992. Característicamente, al mismo tiempo que Chávez no deja de tachar a sus adversarios de “golpistas”, a propósito del golpe que lo apartó del poder durante menos de veinticuatro horas en abril de 2002, su talante megalómano lo ha llevado a hacer de una sangrienta astracanada que culminó para él en rendición y cárcel una “sublevación cívico-militar contra la oligarquía y el neoliberalismo” del extinto Carlos Andrés Pérez.

Los días previos a la magna celebración, los caraqueños nos vimos ultrajados por las ruidosas maniobras de los cazas Sukhoi rusos que, sobrevolándonos, evocaban otra cruenta bufonada que, meses más tarde, siguió a la intentona del 4-F. Durante el desfile, oficiales de alto mando reiteraron pretorianamente su compromiso personal con Chávez. “La Fuerza Armada es chavista”, declaró el comandante del desfile.

Por contraste, la socarrona simpatía que los suboficiales y efectivos de tropa, custodios de la elección primaria, mostraban a los votantes en las colas nutrió los comentarios de todo el mundo, tanto en Twitter como en las busetas por supuesto. Esto no lo dicta mi subjetividad; fue la apreciación de millones de votantes en todo el país.

Se trata de algo que debería dar qué pensar al generalato chavista que ha llegado a amenazar con desconocer los resultados de octubre si llegasen a serle adversos a la Revolución Bolivariana. No es desdeñable el hecho de que estas manifestaciones de parte de los “soldaditos” se registrasen solo una semana después del gran desfile militar del Día de Júbilo Nacional.

Imparto ahora un par de ocurrencias del día en que todo hacía esperar que el miedo a ser despedido de su trabajo, en un país donde el Estado es el gran empleador, inhibiera a muchos descontentos de manifestarse en las primarias. La primera: muchos habitantes de barriadas conocidas como “rojas-rojitas”, esto es, donde impera la intimidación, à la cubaine, de los llamados “colectivos bolivarianos”, se registraron masiva, espontáneamente y con la debida antelación en centros de votación distantes de sus hogares. Otra: en Caracas, donde las favelas se extienden sobre cerros inaccesibles como no sea en vehículos rústicos –cuyos choferes son llamados jeepseros–, este cronista pudo ver cómo, desafiando la coacción, una cooperativa de transporte se dedicó a bajar y subir votantes gratuitamente. Algo que en cualquier elección pasada no habría dejado de tener consecuencias sumamente graves para los choferes.

¿Qué cabe esperar de Henrique Capriles Radonski como candidato opositor en las presidenciales de octubre de 2012? Para empezar, la vocación unitaria tanto de la MUD como del electorado opositor garantiza que Capriles parte con tres millones de votos en el bolsillo. Esto significa que la oposición, que ha venido de menos a más en las últimas elecciones, y que ya hace poco más de un año obtuvo 52 por ciento de los votos por sobre el chavismo en elecciones parlamentarias, cuenta ahora con un candidato muy consensuado y matemáticamente ganador. Por lo que atañe al equipaje político de Capriles, no es aventurado decir que su exitosa trayectoria como gobernador estatal y su talento concertador hacen de él un candidato capaz de captar votos entre los millones de decepcionados electores chavistas. La victoria de Capriles, de paso, demuestra lo que –¡al fin!– repiten hasta los analistas más cautelosos: el mito de la maquinaria electoral de Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo, vetustos partidos que apoyaron la candidatura del gobernador del petrolero estado Zulia, Pablo Pérez, es solo eso: un mito del pasado. La fuerza de la inventiva de las organizaciones sociales no partidistas resultó tan decisiva como el músculo de Primero Justicia, el joven partido nacional de centro derecha, liderado por Capriles.

La candidatura de Capriles hace ahora más viable una coalición electoral que vaya más allá de la confederación de vetustas burocracias que partidos como AD y UNT han representado hasta ahora en el seno de la MUD. Esta elección deja ver que acaso Chávez haya tenido razón al decir que ni AD, ni sus mustios desprendimientos como UNT, ni el desvencijado COPEI (demócrata cristiano) volverán. Parece la hora de una vasta coalición de toda la sociedad organizada, y ya no solo de los partidos que se han arrogado su representación.

Tan vasta como es grande la sorpresa que estas elecciones primarias han deparado a todos los venezolanos. Muy especialmente al comandante Chávez. ~

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(Caracas, 1951) es narrador y ensayista. Su libro más reciente es Oil story (Tusquets, 2023).


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