En el ojo del huracán

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Fernando Savater está en el ojo del huracán en estos días por tres razones: la aparente censura de uno de su artículos en El País –diario en el que colabora casi desde su fundación–, el anuncio de la promoción de un nuevo partido político y su cercano sexagésimo cumpleaños. Vayan pues esta reflexiones a vuela cursor:

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Fernando Savater no es un simple divulgador de ideas filosóficas, como se empeña en catalogarlo cierta academia autista, sino un pensador original en ámbitos tan diversos como la responsabilidad individual —cívica— en la vida colectiva, la importancia del laicismo, la búsqueda legítima de la felicidad como motor de la existencia y la lucha contra las identidades fanáticas (patria, tribu, religión). El leit motiv se resume en una palabra: libertad. A diferencia de muchos teóricos de la libertad que luego son indiferentes a los verdaderos desafíos ciudadanos —y déspotas en la vida privada—, la congruencia entre el decir y el hacer lo ha llevado a encabezar, junto a otros valientes, la rebeldía cívica en su País Vasco natal contra el nacionalismo obligatorio de unos y el nacionalismo homicida de los otros.

2

Fernando Savater es el fundador y alma de la heroica plataforma ciudadana Basta Ya, que pretende algo tan elemental como la igualdad ante la ley de los ciudadanos españoles vivan donde vivan, o ser ciudadano vasco con los mismos derechos —y libertades— que los nacionalistas, además del lógico rechazo a cualquier concesión o diálogo con los terroristas y sus adláteres. Ahora, junto a Carlos Martínez Gorriarán, nos sorprende gratamente con la iniciativa de fundar un nuevo partido político, en la línea de Ciudadanos de Cataluña, al descubrir, por un lado, que este ideario básico ya no es respetado por el PSOE, en una peligrosa deriva de pacto, cesión permanente con el nacionalismo moderado e imperdonable diálogo subrepticio con el nacionalismo terrorista; y por otro, que el PP, que sí lo cumple, tiene un lastre conservador en tantos aspectos –despenalización del aborto, matrimonio homosexual, educación laica, etcétera– que lo vuelve inelegible. Habrá que esperar para ver si este loable empeño logra cuajar.

3

Fernando Savater es un narrador de fuste —tiene en su haber una formidable novela de ideas, El jardín de la dudas, y una novela de aventuras no sólo para jóvenes, El gran laberinto—, que ha sabido hacer de sus fetiches privados —como la hípica, el cine de terror o los cómics— temas de interés público. Además, es una persona que participa con ironía, independencia crítica, velocidad de respuesta y originalidad en el debate público, y es un crítico literario de no pocos méritos, como demuestra su libro sobre Borges. La velocidad de su vida lo ha llevado a ser autor de unas meritorias memorias, Mira por dónde. Autobiografía razonada, consciente de la extraordinaria paradoja en que se ha convertido su vida, como la de muchos vascos no nacionalistas de su generación: de luchador contra la dictadura nacionalcatólica a bestia negra del terrorismo etarra, que lo tiene, como demuestran los últimos hallazgos policiales, como objetivo prioritario.

4

Con el respaldo masivo de sus lectores, y una aceptación crítica equivalente, Savater es incómodo para los dos grandes partidos políticos de España. Incómodo al poder y útil a la sociedad, Fernando Savater es el intelectual más profundo y versátil de la España contemporánea. Y uno de los de mejor prosa, por cierto. Algo dice de esa sociedad el hecho de que este vitalista inagotable necesite vivir con escoltas.

Por todo esto, y mucho más que en un blog es inevitable dejar fuera, es incomprensible que El País haya postergado, y finalmente rechazado, el artículo de Fernando Savater “Casa tomada”, que finalmente se vio forzado a publicar en el Correo Vasco, como denunció oportunamente Arcadi Espada desde su blog (www.arcadi.espasa.com). Las cosas no están claras aún, y parece que no se han salido de cauce, ya que El País publicó hace tres días un artículo igualmente demoledor contra la línea política del gobierno actual en su lucha (es un decir) contra el terrorismo. Pero el incidente demuestra una vez más que del alineamiento editorial del periódico emblema de la transición con el gobierno sólo puede resultar una fuga despavorida de lectores. Confróntense si no las últimas radiografías del informe OJD. Pero ese es otro tema.

– Ricardo Cayuela Gally

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(ciudad de México, 1969) ensayista.


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