En tele apagada no entran moscas

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1. El gobierno concede los canales televisivos en España. El gobierno concedió hace muchos años dos licencias para emitir en abierto (Antena 3 y Tele5) y una para emitir previo pago (Canal+), licencias que han sido recientemente renovadas. El Partido Popular no cambió la ley y el gobierno sigue teniendo poder sobre los canales televisivos. Es una ley basura, increíblemente poco cuestionada. La creación de canales en abierto para toda España debería ser un derecho inalienable. Como lo es abrir editoriales o periódicos o fruterías.
     2. Como el gobierno concede los canales, y tiene derecho a prolongarles la concesión, puede ejercitar ciertos poderes “alegales” sobre los canales privados. Los canales aceptan para no perder la concesión. Es un acuerdo basura: una injerencia del gobierno en la gestión de los canales. Creo que sería inaceptable en editoriales, periódicos o fruterías. No existiría esta presión si el gobierno no tuviera la potestad de conceder un número limitadísimo de canales en abierto para toda España.
     3. Como el gobierno concede los canales, a veces presiona para que las cadenas de televisión cambien su parrilla. Es una clara forma de censura. Las cadenas de televisión se pliegan para evitar que el gobierno les quite la concesión. Es lo que sucede ahora con los programas basura. El gobierno dice que si las cadenas privadas no se autorregulan y suprimen del horario infantil la telebasura, será el propio gobierno el que regule la telebasura. El gobierno no dice nada de regular la radiobasura, la prensabasura, la políticabasura, los trabajosbasura, la enseñanzabasura, los edificiosbasura, las carreterasbasura, el teatrobasura, el sexobasura, la justiciabasura o los baresbasura. El gobierno distingue entre la basura que se emite en televisión y el resto de la basura, que no parece preocuparle. No logro entender por qué. El gobierno dice, secundado por algunas asociaciones de telespectadores (sic), que en toda Europa los gobiernos han creado organismos para regular los contenidos de los programas de televisión. No sé cuál es la diferencia entre estos organismos y la censura. El gobierno dice, traduciendo, que si las cadenas no se censuran será el propio gobierno quien las censure.
     4. Leo una carta al director del Dominical de El Periódico (7-XI-04) de Úrsula Albiol: “Yo soy de las que creía en Zapatero. De las que criticaba la guerra y de las que esperaba con ilusión la caída de J. Ma Aznar […]. Estamos fuera de la guerra estúpida, pero la promesa de libertades, en lugar de acrecentarse, parece mermar. Estos señores en el poder parecen querer demostrar únicamente que no paran de trabajar. Pero lo hacen creando leyes sin parar […], algunas positivas, pero que mal utilizadas no harán sino bloquear mi libertad individual. La derecha estricta ha sido sustituida por el socialista estrecho de miras. […] Me horroriza pensar en la posibilidad de censura televisiva (aunque a mí tampoco me gustan los programas del corazón)…”.
     5. Mientras pienso en lo que voy a escribir en este artículo muere en París Yasser Arafat y entiendo, por fin, lo perniciosa que es la telebasura: sólo que no encuentro la telebasura en los programas de corazón sino en los informativos. Simon Peres escribe en El País (12-XI-04) que a Yasser Arafat le agobiaba mucho la democracia, que era muy cansada. Leo en El País del mismo día que se cree que la fortuna personal de Arafat se calcula en trescientos millones de dólares. El cansancio de la democracia. La democracia cansa tanto que lleva a los gobiernos a imponer la censura, a restringir el número de cadenas de televisión. Recuerdo el revuelo que se produjo este verano en Brasil con la nueva “ley de prensa” de Lula. “En nombre de una buena intención, podemos estar dando el primer paso para la tragedia de la censura”, explicó Cristovam Buarque, ex ministro de Educación de Lula y senador del Partido de los Trabajadores. Para Buarque, la idea de crear un Consejo Federal de Periodismo puede tener buena intención, “pero el resultado puede transformarse en un control de la prensa”.
     6. Leo en el Heraldo de Aragón (11-XI-04) que “el presidente del Observatorio Europeo de Televisión Infantil, Valentí Gómez, calificó ayer al periodista Javier Sardá de demonio y terrorista espiritual, además de compararlo con un miembro de Al-Qaeda por los contenidos del programa de Tele5 que dirige, Crónicas Marcianas“. ¿Deja Gómez que sus hijos vean la televisión a las doce y pico de la noche? ¿No le resultaría más interesante a Gómez leer un poco en vez de ver Crónicas y llevarse un disgusto?
     7. El debate sobre la libertad de expresión, de emisión, de prensa se tiene que ganar en los programas basura. Algo se debe estar contando en los programas basura para que caigan sobre ellos la ley, el control social y la censura. Puede que no todo el mundo lo sepa, pero ver la televisión todavía no es obligatorio.
     8. Creo que la acción del gobierno debe consistir en ampliar el campo de libertades y no en reducirlo. ¿Por qué no una ley que permita crear libremente en abierto canales de televisión? Con más canales televisivos habría más oferta televisiva. –

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(Zaragoza, 1968-Madrid, 2011) fue escritor. Mondadori publicó este año su novela póstuma Noche de los enamorados (2012) y este mes Xordica lanzará Todos los besos del mundo.


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