El último libro de Fernando Savater, Tauroética (Ediciones Turpial, 2010), llega en un momento de polémica. El Parlamento de Cataluña aprobó abolir las corridas de toros a partir de 2012, pero protegió a los “correbous”, considerándolos tradición. En esta entrevista con el filósofo español se abordan algunos de los puntos más desafiantes de su libro y de la discusión actual alrededor de uno de los ritos “no virtuales” que le quedan al hombre.
Al irnos alejando de los animales –al irnos a vivir a las ciudades, al comerlos sin necesidad de matarlos con nuestras manos– hemos tendido a sentir compasión por ellos. Aunque sea un sintagma un poco trillado, ¿cree que eso es un “progreso moral” o simplemente un olvido de la naturaleza de nuestras relaciones con ellos?
Nos hemos ido volviendo más urbanos, no más humanos. Los animales, que ayer fueron rivales y enemigos que nos disputaban el territorio y la pitanza, hoy han sido definitivamente vencidos (con excepción de los virus y bacterias, los bichos menos románticos). Hasta los más fieros tiburones y tigres no son ya mas que “pobres animalitos”…
En Tauroética afirma que con los animales no tenemos un contrato, como sí lo tenemos con los humanos, pero que a pesar de ello tenemos que establecer de algún modo qué trato les damos. ¿Por qué cree que el toreo entra dentro de ese trato razonable?
Creo razonable tratar a los animales que criamos de acuerdo con los fines para los que fueron criados. La forma de tratar bien a un toro de lidia y criado para la lidia es, precisamente, lidiarlo.
Afirma que el hombre es un animal simbólico, y que por eso mismo tiene sentido que algunos espectáculos como el toreo –que probablemente sea una derivación de los ritos de paso en los que los hombres se batían con los animales– se sigan celebrando. Pero también dice que somos modernos. ¿Es la querencia por esos espectáculos un remanente, un eco, o cree que tiene pleno sentido presente?
Nuestros juegos y ritos tienen sentido mientras nos sigamos reconociendo en ellos, como aún ocurre con las corridas de toros. Por lo demás, la tendencia actual es huir de lo vivo hacia las pantallas de lo virtual. Pronto el único campo que los hombres pisarán con emoción será el campo de futbol…
Según usted, el problema no es tanto que en algunos casos tratemos a los animales de manera inhumana, sino la confusión entre las obligaciones que tenemos para con los demás hombres y las reglas que nos demos para tratar a los animales. ¿Lo he entendido bien?
Desde luego. Es barbarie confundir el pecado de derramar sangre humana con el sacrificio de animales. La ética occidental, desde Aristóteles a Kant, se basa en el reconocimiento de lo humano por lo humano, en la aceptación para nosotros de la excepcionalidad humana en el continuo natural. Lo demás es religiosidad budista… aguada al gusto anglosajón.
Y por último: más allá de motivos animalistas, la prohibición de los toros en Cataluña tiene motivaciones nacionalistas. ¿Por qué cree que los toros se han convertido en una cuestión tan inflamada, sea para quienes quieren separarse de España como para quienes creen que esta tiene una esencia eterna?
Es la parte menos interesante del debate. El parlamento catalán, al blindar por razones de tradición nacional los “correbous”, ha demostrado que eran también razones nacionalistas de orden inverso las que le llevaron a prohibir las corridas de toros en Cataluña. Pero, por supuesto, defender las corridas con argumentos de tradición nacional española no mejora las cosas ni hace más inteligente la polémica.
– Ramón González Férriz
(Barcelona, 1977) es editor de Letras Libres España.