Instrucciones para disfrutar de El hacedor, Remake

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1.-Ignora la contraportada del libro y esas frases del tipo “Un volumen que despliega una poética apropiacionista” o “el topógrafo perfecto para cartografiar la nueva realidad desde el siglo XXI”. La vacuidad y sinsentido del discurso de catálogo-de-exposición-de-artista-contemporáneo-en-centro-cultural-subvencionado-jaleado-por-un-comisario-ocupado-en-esconder-su-ignorancia ha hecho y sigue haciendo mucho daño en elmundo de las artes visuales, no dejemos que destruya la literatura también.

Dice Fernández Mallo: “Siempre que releía El hacedor se me ocurrían cantidad de ideas tangentes al libro, pero cantidad. Y un día me dije: Voy a escribirlas. Y salió esto. No es más.”

2.-Ignora a la “crítica” y sus clichés cursis del tipo “Resulta indiscutible que su capacidad para generar estímulos y sugerir nuevos horizontes narrativos por página es apabullante”.

¿Indiscutible? ¿Seguro? Quizá. O no. Quién sabe. Otro: “Lejos de acomodarse en su hallazgo, (…) ha optado una vez más por el riesgo y la voluntad transgresora”. Ah, ok. Vale. Gracias por avisar.

3.-Ignora todas esas voces que no hacen sino celebrar lo “novedoso”, “original”, “transgresor” (sí, una vez más) de su “apuesta”. Como decía Maradona, el agua tibia ya está inventada, y empieza a ser hora de que dejemos de lado ese entusiasmo infantil por lo ultimísimo, que, por otra parte, casi nunca es tal. No se trata de eso.

Dice Fernández Mallo: “Yo veo todo eso con distancia. Cuando yo me planteé hacer esto, desde luego no me planteé hacer algo nuevo o novedoso. Esto responde únicamente a un criterio de una investigación estética personal, y responde a estímulos creativos únicamente personales. Luego cuando lo tuve entre las manos, sí es verdad que mucha gente me dijo que esto no es muy habitual en literatura. Y es verdad que no es muy habitual, evidentemente sí lo es hablar de influencias y todo, pero el presentar un libro y decir que es una reescritura de tal, no es tan habitual. Ahora mismo casos explícitos de reescritura en literatura en castellano no sé yo si hay muchos, pienso en una colección que hizo la editorial 451 en la que encargaron a distintos escritores reescribir clásicos de la literatura. También está Fogwill con su Help a él, aunque no lo plantea estrictamente como un remake. Pero luego, estamos acostumbrados a que se hagan versiones contemporáneas de, por ejemplo, La vida es sueño, se han hecho mogollón; o cuántas veces se han repintado Las Meninas… Mientras que en literatura, hay como un tabú, da apuro, no sé, decir ‘voy a versionar tal’. Creo que cuando hablan de la novedad se refieren más a eso. Espero”.

4.-Disfruta de la portada y ese corazón dorado. En serio. Tiene sentido. El amor en la obra de Fernández Mallo es importante. Mucho. Tanto como en la obra de su amigo Manuel Vilas (Amor. Poesía reunida. 1988-2010), con la que este libro establece una conversación interesante. Ojo a dos de los fragmentos más entretenidos del libro, Dreamtigers y El cautivo.

Dice Fernández Mallo: “Hay algo de lo que no se habla mucho cuando se habla de mis libros y que, sin embargo, está presenta en toda mi obra. El amor. Para mí es un tema importantísimo. En el sentido amplio, no solo el amor de pareja, que por supuesto, sino en sentido amplio. Con Manolo (Vilas) siempre decimos que somos los únicos escritores que hay en España tan naif que creemos en el amor”.

5.-Disfruta la prosa limpia y, a ratos, fría (de una manera sensible, es verdad) de Fernández Mallo. Heredera de Borges en ese justo cruce de Tractatus y Sherezade. Hay algo de lo que, curiosamente, también se habla poco cuando se habla de sus libros. Y es de lo depurada, límpida y disfrutable que es muchas veces su prosa.

Dice Fernández Mallo: “Yo cuando escribo, de repente me pongo a escribir lo que el instante me sugiere y nunca pienso en el estilo ni nada parecido. Por ejemplo, un relato muy seco como Mutaciones (quizá de las cosas que he escrito en toda mi vida que más me sugiere, es un cuento al que vuelvo y vuelvo y me sigue proponiendo cosas), si me preguntas por qué escribí ese relato, pues no lo sé. Me surgió una idea que tenía que ver con el libro y empecé en ese formato. También depende mucho del día que tengas. Hay otro relato, por ejemplo, Una rosa amarilla, que es otra cosa, muy distinto. Pues lo que cuento en ese relato es verdad, yo estaba ahí en la biblioteca del Cervantes de Nueva York, tenía tres horas hasta ir al aeropuerto, el chofer no venía a buscarme, me senté, miré y empecé…Ese, claro, es un cuento muy distinto a otros más sintéticos, más directos, es por el contrario un ritornello de cosas”.

6.-Lee a Borges. Antes y después de leer a Fernández Mallo. La lectura de El hacedor original enriquecerá, y mucho, el disfrute de este remake. Pero si tienes un conocimiento mayor de la obra de Borges, el disfrute será mayor. El relato Una rosa amarilla, por ejemplo, está conectado, si se quiere casualmente, con un relato emblemático borgiano: El sur.

Dice Fernández Mallo: “Cuando leí por primera vez El hacedor me fascinó. Igual tenía dieciocho años o así, lo típico que te dice un amigo: ‘Oye, tío, hay un tipo llamado Borges que es la hostia’ y tal. Y tú dices: ‘Si, he oído hablar de él pero no lo he leído mucho’. A mí me flipó la manera que tenía él de narrar, con elementos supuestamente fríos, que supuestamente nada tenían que ver con la literatura, como la metafísica, filosofía, la lógica, las matemáticas, y crear emociones a raíz de ellos. Yo ya veía, pensaba, que en las ciencias, que era lo mío, había una poética. En las ciencias que también es un elemento frío y que en principio parece no poetizable. Entonces vi que alguien lo había hecho, no propiamente con las ciencias pero sí con estos elementos abstractos, y me dio alas para pensar que era posible, que podía intentar hacer mi propio camino, mi propia poética. Y bueno, veinte años después salió esto”.

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(Lima, 1981) es editor y periodista.


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