Joana Costa Knufinke, especialista en literatura digital (2)

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“Al lector español no le quedará más remedio que acostumbrarse al libro electrónico porque muchos libros sólo estarán en ese formato”

Joana Costa Knufinke, que actualmente realiza su tesis doctoral sobre edición digital, nos habló en la primera parte de la entrevista de los retos que la llegada del mundo digital supone para las editoriales, y de las ventajas y desventajas de los libros electrónicos respecto a los de papel. En esta segunda parte reflexiona, entre otras cosas, sobre la actualidad del mundillo editorial en España y Europa y sobre el derrotero tecnológico que seguirán los lectores electrónicos.

¿Cómo ves la actualidad del mundo editorial español en el formato electrónico?

Hay distintos niveles de adaptación. Hay editoriales que se han cerrado absolutamente y que han decidido no entrar aún en el paradigma digital. Creo que algún día van a entrar, pero de momento han decidido no hacer nada. En cambio, hay otras editoriales, por ejemplo las del ámbito jurídico, que ya hace muchísimos años que están adaptadas al libro digital. Es más, algunas de ellas ya ni editan en formato analógico, sólo en digital. Y en el medio encontramos de todo. Por ejemplo, las hay que acaban de sacar sus contenidos a la venta, como el grupo Planeta, que se ha unido a Santillana y a Random House Mondadori creando la gran plataforma Libranda, presentada durante la Feria del Libro de Madrid. Otras editoriales han decidido ceder sus derechos digitales a agregadores de contenidos para que éstos los pongan a la venta. Los agregadores más importantes que tenemos en España hasta el momento son Leqtor, (plataforma que ha formado la editorial Vicens Vives y otros inversores), Edi.cat (formada a partir de tres editoriales catalanas) o Amabook, entre otras. No sólo disponen de contenidos de su editorial, sino que ofrecen libros de todas las editoriales que quieran publicar con ellos para vendérselos directamente al lector. Por último, están las editoriales que han nacido con un espíritu puramente electrónico. Hay pocos ejemplos, el más famoso es quizás Luarna, una pequeña editorial que edita todo tipo de libros exclusivamente en formato electrónico.

¿Son rentables experiencias como Luarna?

La última vez que vi al director de Luarna en una conferencia dejó muy claro que aún no, pero que confiaban en que esto tendría salida más adelante. También están apostando por poner los libros a un precio muy barato y además sin DRM. Crear un modelo de negocio de este modo es complicado.

¿A nivel cultural, crees que al lector español le costará acostumbrarse a estos nuevos formatos?

Cualquier novedad necesita un tiempo de adaptación, pero el momento que parecía que iba a ser el de la implantación del libro electrónico en España coincidió con el inicio de la crisis económica. Es probable que esto haya tenido repercusiones negativas en la compra de eReaders y que haya afectado negativamente a la entrada y la aceptación de este formato por parte del gran público. Creo que va a costar adaptarnos al formato electrónico pero, sobre todo para un tipo de literatura, obviamente es el futuro. De esto no hay ninguna duda. Al lector español no le quedará más remedio que acostumbrarse porque habrá muchos libros que sólo estarán en formato electrónico. También por comodidad, porque, por ejemplo, un diccionario es más cómodo usarlo en un soporte digital que en un soporte analógico.

¿Y cómo ves la situación en Europa?

En toda Europa la implantación es muy lenta. Leí hace poco una estadística de lo que representa actualmente en Francia la venta de libros electrónicos en comparación a la venta general de libros, y no llega ni al uno por ciento. Pero a nivel europeo, tanto las administraciones como los actores implicados –libreros, autores, distribuidores, editores– saben que este formato tiene muchísimo futuro y que deben llevar a cabo una buena adaptación. El formato electrónico aún no ha calado hondo entre el público, pero tienen que estar preparados, por eso ha habido muchísimas iniciativas a nivel estatal en todos los países para abrazar la llegada del libro electrónico de la mejor manera posible.

¿Cuáles son las principales líneas de desarrollo técnico para los lectores digitales que va a seguir el mercado?

Los eReaders que tenemos ahora son aparatos hechos para no nativos digitales: es un aparato que intenta copiar la experiencia lectora de un libro físico mediante el uso de la llamada tinta electrónica. La principal característica es que su pantalla no desprende luz, aunque de momento sólo reproduce textos en blanco y negro. Los nativos digitales, cuando ven este aparato piensan: “Con esto no se puede hacer nada”. Ahora se está tratando de desarrollar nuevos aparatos para que la tinta electrónica se pueda visualizar en color. También se están investigando las pantallas multifunción: que tengan un modo de uso de tinta electrónico para lecturas largas, y otro modo de pantalla normal para navegar por Internet. La idea es que puedas cambiar de un tipo de pantalla a la otra en un mismo dispositivo. Una desprende luz, pero es mucho más rápida al cambiar de página; la otra no desprende luz ni gasta apenas energía, pero el cambio de página es muy lento y no tiene color.

¿Qué sensaciones encuentras entre los escritores respecto al libro electrónico?

Creo que podemos distinguir entre tres tipos de escritores para ver qué le aporta la digitalización a cada uno de ellos. Los escritores noveles probablemente son los que están más aventajados, porque ven que tienen la posibilidad de publicar en formato digital. Además, gracias a las plataformas de autopublicación, pueden editar las copias que quieran de sus libros en formato papel. Las más famosas en España son Bubok y Lulu. Luego tenemos los escritores que han escrito algunos libros que ya no se encuentran en las librerías porque están descatalogados: para éstos la digitalización es una forma de dar nueva vida a sus libros, porque pueden colgarlos en la red y darles nuevamente acceso al público. Y el tercer grupo de escritores son los que ya están vendiendo en formato papel. Para estos escritores es un canal más por el que vender, pero de momento, salvo algunas excepciones, tampoco les representa un gran beneficio económico.

¿No crees que existe una posición “romántica” al respecto, de decir: “quiero que mis libros se lean en papel como toda la vida”?

En las plataformas de autoedición que he mencionado puedes editar tu libro en formato electrónico, pero además recibir copias en papel a través del sistema de Impresión bajo demanda: el romanticismo puede continuar con estas plataformas y a un precio muy asequible. ¿Qué problema genera esto? Internet ha propiciado una democratización tan grande de la edición y de la distribución (hay tantísima gente que se ha embarcado a editar sus contenidos en un contexto en el que ya no es necesaria la distribución como la entendíamos en el formato analógico) que se hacen necesarios filtros para poder llegar a estos libros. Actualmente lo más importante es saber qué es lo que tienes que leer, porque hay tanta oferta que necesitas un buen filtro, un buen prescriptor. Por este motivo, a pesar de que estos escritores noveles puedan tener su libro en papel, se encuentran con el mismo problema en ambos formatos: el exceso de contenido en el mercado.

¿Crees que la posibilidad de interactuar con otras disciplinas, como música, imágenes fijas o pop ups podría diluir la experiencia lectora pura y dura?

Este debate es especialmente interesante en el campo de los libros electrónicos de texto: a los niños, por un lado, les va muy bien acompañar el proceso de aprendizaje con animaciones o vídeos que les atraen y captan su atención. Pero por otro lado, todos estos elementos les distraen del centro de atención que puede ser multiplicar, dividir o aprender el verbo. Se debe encontrar el equilibrio entre unos contenidos que realmente sirvan para aprender y la diversión que puede llegar a tener el niño mientras usa los libros de texto digitales. En el campo de la literatura de ocio, las posibilidades dependen más de la intención que tenga el creador a la hora de editar sus contenidos. Si el creador tiene la intención de crear una experiencia multiformato, entonces habrá interacción con otras disciplinas. En cambio, si el creador quiere que su libro se lea tranquilamente y sin interrupciones, no se complementará el libro de ningún modo y no habrá interdisciplinariedad.

¿A nadie se le ha ocurrido crear mini impresoras para aquellos que quieran imprimir su libro electrónico?

Sí, de hecho hay una empresa en Estados Unidos, que se llama On Demand Books, que ha inventado una máquina llamada Espresso Book Machine, que está conectada con una librería virtual –que todo indica que en el futuro va a ser Google, que como sabemos está digitalizando muchísimos contenidos de bibliotecas de todo el mundo. Una persona llega a esta máquina, aprieta un botón, y en dos minutos tiene el libro que quiere en tapa rústica. Esto es una gran revolución. Esta máquina está instalada en varias universidades estadounidenses, en una librería de Londres, si no me equivoco, y en la nueva biblioteca de Alejandría. Vale muchísimo dinero, pero evidentemente en el futuro va a ser más barata y va a estar más extendida, y nos va a permitir pasar del formato electrónico al papel en cuestión de minutos.

¿Tienes una posición tomada respecto a la polémica de Google convirtiéndose en la reserva digital de los libros del mundo?

Dejar en manos de una empresa privada nuestra cultura, toda nuestra herencia cultural, es algo que me molesta un poco. Creo que debería ser de dominio público real y absoluto, que la deberían controlar más los gobiernos en nombre del pueblo. Pero es verdad que Google está haciendo una tarea increíble de digitalización, y que ya tenemos acceso a través de la web a muchísimos libros que hace cuatro años no teníamos.

¿Porque se te ocurrió estudiar este tema?

Porque me interesa muchísimo el mundo editorial, donde he trabajado varios años, y además creo que esta transición que se está dando en el mundo editorial afectará a todos los ámbitos de nuestra vida social, educativa, cultural, etc. Esta transformación nos va a permitir entender muchos grandes cambios sociales que se van a dar en un futuro próximo.

¿Tú misma eres consumidora de literatura digital?

He leído varios libros en formato electrónico, pero personalmente no es un formato que me encante. Es muy cómodo en algunos casos, por ejemplo para un editor que tiene que estar todo el día manejando y leyendo manuscritos. Para ellos creo que es una herramienta muy útil, pero a nivel del lector convencional no creo que sea necesaria actualmente.

– Feliciano Tisera

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Periodista todoterreno, ha escrito de política, economía, deportes y más. Además de Letras Libres, publicó en Clarín, ABC, 20 Minutos, y Reuters, entre otros.


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