UN DISCULPOSO
Don Emilio González Márquez, hasta donde se dice gobernador panista de Guadalajara, se disculpó, no de haber entregado en varias tandas más de 130 millones de pesos del erario estatal al arzobispado local y a agrupaciones vinculadas con la iglesia católica (esperemos que no haya excluido a los de la Vela Perpetua), sino de haberlo hecho en un discurso pintoresquísimo del que el blog de Sheridan recogió la parte medular y que merece ser re-citado por sus rítmicas, machísimas, piadosas notas finales: “Digan lo que quieran. Digan lo que quieran. Perdón, señor Cardenal, ¡chinguen a su madre!”.
Pues bien, ahora he aquí la emotiva, la tan desgarradora como graciosa disculpa evacuada al día siguiente del discurso de marras por el mismo Gober Precioso (paradigma, ya se ve, no exclusivo del PRI). Y a mi vez me disculpo por mis inoportunos comentarios en paréntesis rectos:
“Anoche me ganó la emoción [como quien dice la jalisciense alegría del tequila, mezclada con el íntimo fervor derechoso]; utilicé un lenguaje inapropiado, indigno de Jalisco [pero no de “¡Ay Jalisco no te rajes”]. No suelo hablar así, no es la educación que recibí, no es el ejemplo que quiero dejar a mis hijos; ayer me equivoqué [pero qué sabrosa equivocación, ¿a poco no, valedores?]. Si de algo sirve, ofrezco una disculpa a Jalisco, que no puede tener un gobernador con ese léxico [pero lo tiene cuando es un macho muy derecho,¡iiiiiijaijaijaijaiiiiiiiii!]; ofrezco una disculpa a quienes estaban en el evento, a quienes lo organizaron [tan capaces de organizar lo eventual], y a quien se haya sentido [nomás unos pocos que han de ser puros rojillos trasvestidos de monaguillos]. Espero tener la oportunidad, con los hechos [¿es decir con más trasvases del erario estatal a la iglesia, “roca de los Siglos”?], de hacerme merecedor de que acepten esta disculpa [y de que acepten otros piadosos milloncejos].”
Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.