La gran serpiente negra

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La vimos bajo el camino, en un hoyo que se extendía de un lado al otro. El camino no era realmente un camino, sino más bien un sendero. Y el sendero era tan estrecho que parecía más bien un puente. El hoyo bajo el camino era tan somero como para ser tan solo un vado. La serpiente estaba en el vado, negra y gruesa como una llanta de bicicleta. No podíamos ver su principio ni podíamos ver su fin.

Su cabeza estaba oculta en el pasto o en un agujero de un lado del vado y su cola escondida en un agujero o en el pasto al otro lado. El sendero pasaba el vado y pasaba sobre la serpiente. Éramos cuatro. Estábamos todos juntos. No podíamos decidir cuál era la cabeza ni cuál la cola de la serpiente.

La serpiente no se movía. El sol calentaba. Queríamos salir del rayo del sol, al otro lado del vado, pero no queríamos cruzar por donde la serpiente. Sabíamos que había serpientes venenosas en el lugar y esta era tan grande y tan negra que solo podía ser de las serpientes venenosas. Supimos todo esto todos juntos.

Aun así cruzamos el vado.

Cuando regresamos al atardecer la mujer que encontramos nos dijo que las serpientes venenosas del lugar son verdes y delgadas, y que llegan hasta ti sin que lo adviertas, y no yacen en cañadas ni tienen el color ni la forma de una rueda de bicicleta.

Y supimos que esto que habíamos sabido todos juntos acerca de la serpiente estaba mal, aunque lo habíamos sabido todos juntos y era la vez en que habíamos conocido algo todos juntos, los cuatro al mismo tiempo, lo mismo. Aunque tal vez también supimos al mismo tiempo que lo que pensábamos probable era improbable, porque también habíamos sabido que incluso a una serpiente venenosa no le importaría que cruzásemos, pues supimos que la serpiente, siendo tan grande, era del tipo de las que no se yerguen. Pero había sido importante que estuviésemos de acuerdo acerca de la serpiente y había sido importante que no hubiésemos tenido que decirlo, sino que lo hubiésemos sabido en ese momento, todos y cada uno, lo mismo. O había sido importante, en ese momento, pensar que lo era. Y tal vez, después de todo, era de eso de lo que se trataba todo.~

 

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Versión de Pablo Soler Frost.

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Es una poeta, narradora y traductora británica. Su libro más reciente es Vertigo (Dorothy, 2015)


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