La huella de lo imperceptible

En su más reciente pieza, Verónica Gerber oscurece un texto para hacer visible otro. 
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Pequeños cuadros, narraciones aisladas y cercanas en esencia; palabras, letras sueltas, separadas, solitarias entre las masas de blanco y negro que se han formado en la hoja. Su naturaleza dispersa nos exige acercarnos y buscar el flujo natural de lectura en el interlineado para encontrar coherencia en esta corta narración que nos atrapa. Descubrimos, a través de las lecturas, que esos cuadros son parte de un libro que ha sido desmembrado y reinterpretado.

Cada pequeña historia, en apariencia inconexa, forma parte de una serie de pistas que Verónica Gerber –"artista visual que escribe", como ella misma se define– ha hallado hablándole directamente en "Portrait of an Invisible Man", el primer ensayo de The Invention of Solitude, libro del norteamericano Paul Auster. Como resultado de ese diálogo, Gerber extrae de las palabras PORTRAIT e INVISIBLE el título de su obra: TRAIL, sesenta y siete páginas intervenidas con tinta china negra que cubre el texto de Auster, para que queden sólo algunas palabras visibles que forman narraciones de sólo una línea, frases que develan historias escondidas en el libro.

 

En su primera hoja, la voz velada de Heráclito nos lanza un desafío; "find it"; las huellas han sido marcadas y trazaremos un viaje a través de ellas. Como un espejo en el espejo, TRAIL es una historia que emerge de otra. Su soporte es un libro en el que el autor trata de encajar las piezas de sus recuerdos para encontrar a su padre muerto. Ambos artistas convergen en la obra: Paul busca entre pistas y memorias para crear un retrato del ausente mientras Verónica desconfigura y reacomoda los rasgos de esa imagen para revelar un nuevo rostro, un autorretrato. Es una nueva imagen que la artista construye a través de un trabajo intuitivo, intimista; desentraña su historia y limpia restos, los exhuma; cierra lecturas para abrir espacios. Somos testigos del desdoblamiento de una obsesión, la de crear a partir de una obra terminada y ser una narradora en voz de otro.

Este riguroso ejercicio de encuentro interior, mueve fuerzas del subconsciente en función de una reapropiación del surgimiento de un nuevo discurso, un borrar y reescribir que nos señala un camino hacia el palimpsesto. O bien, puede verse como un juego dadaísta que escoge palabras azarosas para componer una oración que adquirirá un sentido oculto: una carga reactiva que despierta en el espectador la inquietud de conocer lo que se nos ha negado, a la vez que  inicia una nueva lectura. Incluso, en ocasiones, podemos sentirnos prisioneros de estacelda y buscar liberar la mirada a través de esas pequeñas ventanas que  comunican al exterior,  y en caso de no conectarnos con su historia, alejarnos para salir.

Entonces  intuimos la esencia de la obra de Gerber, la materia de su trabajo es lo indecible, lo que aún viéndolo -como sugiere una de sus páginas en la que aparece un bloque negro con el marco blanco, tan sólo con la palabra  [Illegible]-  no es posible descifrar. Volvió a la palabra un elemento estético de construcción.

Su trabajo se ha centrado en la reinterpretación de textos a través de una lectura gráfica. Enfoca la fuerza de su ojo responsable en la palabra y en su traducción visual; la reinterpretación de letras, signos, puntos y espacios hacen eco en su cabeza como ondas en un lago. Son mapas mentales los que la llevan a redescubrir los textos, haciendo tangible el ritmo, el campo magnético y la construcción del cuerpo de texto, no siempre determinado por las palabras, sino por sus pausas. Gerber transfigura el libro,  lo hace objeto de otra lectura al visualizarlo fuera de la palabra como un ente vivo, creando radios, circunferencias e incluso sonidos.

Los contrastes entre blanco y negro, fondo y figura, lucen intrigantes, activan una pulsión de descubrir lo que hay debajo de la tinta, la historia velada que es la obra pura. Se trama un juego positivo-negativo en el que la artista libera los espacios blancos al cubrir puntualmente cada línea y párrafo, dejando al descubierto los interlineados. Nos lleva a ver el vacío en la obra, los huecos en la página blanca, lo evidente que no podemos leer y que sin embargo está. Este referente a lo imperceptible es una constante en su obra; en Invisible_Indecible, instalación montada en el 2010, presentó una serie de textos bordados sobre telas cuadriculadas en blanco, negro y gris con hilos del mismo color, de manera que los textos se perdían en el soporte, el blanco y negro actuaban como fuerzas opuestas y complementarias.

De subrayar a negar, Gerber anula los contenidos, suprime su imagen, pero les da peso visual, mantiene la evidencia de su existencia y los sepulta, los enluta, pone cinta sobre la boca del autor para que sea testigo de reojo de la edición perpetrada a su texto al conservar su nombre en la esquina superior derecha: Paul Auster. Lo ha dotado de esa visión ambliope al mirar sólo desde la cornisa.

La disposición de los párrafos centrados delimitan la obra y al convertirla al negativo se encuadra por sí misma, surge el marco blanco para develar al libro como parte de la plástica, Nos invita a explorar el positivo para encontrarnos con la cortina que protege su imagen con las letras que la vuelven invisible ante el mundo. Es este libro el soporte de su evidente invisibilidad.

Su elección de palabras es quirúrgica, construye en cada línea un fantasma, una metáfora visual, un momento inexistente. La narración se vuelve un objeto intrigante, cegador. "The lie had an invisible word". Nos sumerge en el negro, en el vacío. "Present is a burning building". Entonces descubrimos la intangible materia de esa construcción, una aseveración de lo que es, y no está: "I discovered the inner wall of the page".

La página sesenta y siete reserva una fórmula, revela un mensaje que vale para ambos artistas. Auster la escribió y Gerber la transcribe en una clave morse desde las entrañas de The Invention of Solitude:

"There is a kind of emptiness hidden behind my story".

La palabra story, flanqueada por negras líneas en el penúltimo párrafo, luce, solitaria, perdida, vacía. El fin de la historia que se diluye en su propia resonancia, historia que, acaso, se encuentra escrita detrás de todos los hombres.

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