El juego es una de las actividades humanas que mรกs ha sido asociada con la libertad. Cuando los humanos juegan, se ubican en un espacio peculiar donde se practican actividades que no parecen necesarias ni รบtiles y donde reina el libre albedrรญo. Los mejores estudios sobre el juego no han dejado de seรฑalar que se trata de un comportamiento libre y aparentemente superfluo. Johan Huizinga, en su Homo ludens (1938), un libro extraordinario, afirma que una de las principales caracterรญsticas del juego es que es libre. Jean Piaget, el gran psicรณlogo, dice en La formation du symbole chez l’enfant (1945) que el juego “es la actividad libre por excelencia”; piensa que el juego infantil va acompaรฑado de un sentimiento de libertad y que anuncia al arte, que es la expansiรณn y el florecimiento de la actividad lรบdica espontรกnea. Por su parte, Roger Caillois, en su brillante reflexiรณn sobre el juego (Les jeux et les hommes, 1958), establece a la libertad como su primera caracterรญstica.
El juego es una actividad libre y voluntaria que al mismo tiempo implica un orden regulado. Esta combinaciรณn coloca al juego en el mismo plano que otras expresiones exocerebrales como la mรบsica, la danza y las artes plรกsticas. Todas las formas de juego transcurren de acuerdo a reglas, y al mismo tiempo son el resultado de decisiones voluntarias libres en las cuales es difรญcil advertir una funciรณn ouna utilidad inmediata. Los juegos de competencia establecen reglas para asegurar la igualdad de oportunidades y ordenar el desarrollo de la confrontaciรณn, sea de tipo deportivo (futbol, carreras, atletismo) o de carรกcter intelectual (ajedrez, go, damas).Incluso los juegos de simulaciรณn, donde los participantes actรบan como si fueran un personaje, un objeto o un animal, ocurren bajo condiciones y regulaciones mรกs flexibles pero indispensables para el ejercicio lรบdico. En los casos de simulacro de lucha encontramos reglas incluso cuando los jugadores no son personas sino animales, por ejemplo cachorros o gatos, que se enfrentan sin hacerse daรฑo, pues controlan la fuerza de los mordiscos y los zarpazos. Los niรฑos que juegan a ser piratas, cowboys, indios, policรญas, ladrones, soldados, astronautas o bomberos siguen ciertas reglas no escritas y ponen lรญmites a la representaciรณn. Los juegos de azar se desarrollan de acuerdo a normas y principios previamente acordados. Tambiรฉn los juegos meramente motrices como saltar, dar vueltas vertiginosamente, revolcarse o dar volteretas implican el seguimiento de pautas y ritmos que guรญan la repeticiรณn con variaciones de los movimientos.
El espacio del juego es un excelente laboratorio para observar las peculiaridades del exocerebro y mostrar que allรญ reside el libre albedrรญo. A mi juicio, el juego es una de las expresiones primordiales y acaso mรกs puras de lo que he llamado la incompletitud del cerebro. El juego es una prรณtesis inรบtil en su expresiรณn inmediata, pero contribuye a estimular los procesos simbรณlicos de sustituciรณn. El hecho de que es una actividad que los humanos comparten con los mamรญferos superiores y con algunas aves amplรญa las posibilidades de anรกlisis del fenรณmeno lรบdico. A nivel biolรณgico, el juego es una actividad que consume gran cantidad de energรญa y expone a los animales a los peligros de lastimarse o de ser sorprendidos por un predador. Sin embargo, el juego ayuda a construir un conocimiento prรกctico del entorno, a adquirir y perfeccionar habilidades fรญsicas, a cimentar las relaciones sociales y a afinar tanto la musculatura como el sistema nervioso. El juego carece de funciones inmediatas, pero a largo plazo permite a los animales jรณvenes simular, en un contexto relativamente seguro, situaciones potencialmente peligrosas a las que se podrรญan enfrentar en el futuro.
Se han hecho experimentos para probar la utilidad del juego. Ratas muy jรณvenes fueron criadas en completo aislamiento; una parte de ellas tuvo la oportunidad durante una hora diaria de luchar juguetonamente; otro grupo fue privado totalmente de la posibilidad de jugar. Cuando despuรฉs de un mes estas ratas fueron lanzadas a la jaula de otra rata, esta casi siempre las atacรณ como intrusas. Las ratas que no habรญan jugado se comportaron de manera anormal y tendรญan a mantenerse inmรณviles, a diferencia de las ratas que habรญan tenido oportunidad de jugar. Aparentemente la falta de juego afectรณ la capacidad de las ratas para enfrentarse a un mundo competitivo.
Se ha dicho que el juego, desde el punto de vista de su funciรณn, es un andamio para el desarrollo; una vez realizado el trabajo, desaparece. No obstante, sabemos que el juego, al menos en los humanos, lejos de desaparecer, se mantiene como un elemento importante en la vida adulta. Asรญ que, mรกs que un andamio, el juego serรญa una prรณtesis imprescindible y no desechable.
La idea de que la libertad no es una mera ilusiรณn –que ha sido el tema de toda la serie de Sinapsis publicadas durante este aรฑo– puede desembocar en el juego: allรญ se puede ver que el libre albedrรญo no es una quimera. La cultura es juego, como creรญa Huizinga, y la actividad lรบdica es la muestra mรกs clara de que la conciencia humana es capaz de ser libre. El juego se encuentra en la base de la mรบsica y la poesรญa, pero tambiรฉn en los cimientos de la vida polรญtica. El juego polรญtico puede ser fuente de muchos males pero tambiรฉn es un posible espacio de libertad. ~
Es doctor en sociologรญa por La Sorbona y se formรณ en Mรฉxico como etnรณlogo en la Escuela Nacional de Antropologรญa e Historia.