La república bananera de Jalisco

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El gobernador panista de Jalisco, Sr. Emilio (“Afamados por entrones”) González Márquez, otorgador de dádivas públicas a la iglesia y hombre elegante, se puso sonoramente ebrio en un contradictorio “Banquete del hambre”.

Frente a un auditorio de prohombres, ostentando su embriaguez, el señor gobernador optó en esta ocasión por ponerse sincero. Narra la nota del Reforma:

Yo tengo poco de Gobernador, pero a lo mejor ya se dieron cuenta que a mí lo que algunos poquitos dicen me vale madre, así de fácil, yo sé lo que se tiene que hacer en Jalisco.

Luego de este resumen asombrosamente lúcido de su filosofía política, ingeniosamente emparentada a la vez con el pensamiento de varios tiranos clásicos y los sones de mariachi, el gobernador se agarró virilmente los destos y donó públicamente 15 millones de pesos del erario a una asociación civil llamada “Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos”. Mostrando el cheque, dijo (textualmente):

Déjenme decirles que yo estoy comprometido con este movimiento y que traigo aquí un pinche papelito que dice Gobierno de Jalisco, Secretaría de Finanzas. Óscar (García Manzano) ¿dónde andas? Hasta que, cabrón, hiciste algo bueno por Jalisco. Martín Hernández: felicidades, chingado, nunca falta. Este es un cuete, no me importa, me cae, don Juan absuélvame desde allá. La gente votó por mí, la gente en su mayoría votó porque yo haga realidad lo que me comprometí en campaña y me vale madre si a algunos periódicos no les gusta, la gente votó por mí. Señor Cardenal, don Juan Sandoval, qué desmadre traemos. ¿Sí o no?, nos estamos haciendo famosos don Juan. Digan lo que quieran, perdón señor Cardenal, chinguen a su madre.

(Porque, en efecto, entre su auditorio se encontraba el señor Sandoval Íñiguez, príncipe de la iglesia y hombre elegante.)

Hasta el cierre de esta edición no se sabía a cuánto asciende el valor de una madre; si el papelito se había molestado por ser llamado “pinche”; si el secretario de finanzas se había molestado por ser tratado de “cabrón”: si el cuete del señor gobernador se había ofendido por ser declarado sin importancia; si a los periódicos les gustó o no les gustó; si el “desmadre” se enojó por ser traído, y si quienes fueron enviados a chingar a su madre (unos “ellos” que no han sido localizados) se molestaron por haber sido enviados a “chingar a su madre”, ni si la madre de los que fueron enviados a chingar es la misma madre que “le vale” al señor gobernador.

Lo que sí parece un hecho es que el señor cardenal Sandoval Íñiguez absolvió al devoto.

Con esta fantástica maniobra, el gobernador de Jalisco sin duda se pone a la cabeza de la edición 2008 del concurso “El gobernador más deprimente de México”. ¡Enhorabuena!

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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