La salud en la Revolución: ¿Internacionalismo o tráfico de médicos?

Se calcula que hay no menos de 40 mil médicos cubanos trabajando en 66 países de Asia, África y América Latina. La exportación de servicios médicos se ha convertido en la principal fuente de divisas de Cuba.
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El parlamento cubano aprobó una nueva Ley de Inversión Extranjera que autoriza la inversión foránea en casi todos los sectores, pero deja fuera la inversaión en salud, educación e instituciones armadas.

Que se dejara fuera a este sector no sorprendió a nadie, la salud desde siempre ha sido una de las principales banderas de la Revolución cubana. 

Antes, en esta serie:  La salud en la Revolución: La salud antes de FidelLa salud en la Revolución: Reclusorios contra el SIDA

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Los viajes al extranjero en Cuba han estado obsesivamente restringidos. Han sido privilegio exclusivo de los altos funcionarios del régimen, los militares,  algunos artistas, los deportistas de alto rendimiento y los trabajadores de la salud.

Las primeras brigadas médicas internacionales se formaron en Cuba en 1963 en apoyo a Argelia, que sufrió la salida masiva del personal de salud de origen francés después de su independencia. Les siguieron las brigadas que acompañaron a las cuadrillas militares que apoyaron las luchas independentistas de Guinea-Bissau y Angola y, más tarde, la revolución sandinista en Nicaragua.

Estas brigadas también se movilizaron en apoyo a situaciones de desastre. Se enviaron a Chile, Nicaragua e Irán después de los terremotos que afectaron a estos países en 1960, 1972 y 1990, respectivamente; a Honduras, Guatemala y Haití en 1998, tras los huracanes Mitch y George; a los estados de Vargas, Miranda y Falcón en Venezuela en 1999 después de las lluvias y deslaves que produjeron la muerte de más 20,000 personas, y a Indonesia en apoyo a las víctimas del tsunami de 2004.

En los años ochenta, las misiones médicas cubanas empezaron a movilizarse con fines sobre todo comerciales. Su número se incrementó de manera notable después de la caída del Muro de Berlín, que produjo el desplome de los apoyos económicos de la Unión Soviética y el fin de los acuerdos comerciales preferenciales que Cuba mantenía con los países de Europa del Este. En 1998, después del llamado white flight o ‘fuga de los blancos’ que produjo el fin del apartheid, llegaron a Sudáfrica no menos de 400 médicos cubanos. Al poco tiempo se enviaron también misiones a Cabo Verde, Costa de Marfil, Gambia, Guinea Ecuatorial, Mozambique y Zambia.

El verdadero punto de quiebre, sin embargo, se produjo con el programa de cooperación médica que Cuba estableció con Venezuela  en el marco de dos acuerdos comerciales firmados en 2000 y 2005. Este  programa, conocido como “Petróleos por Médicos”, ha permitido el envío a Venezuela de más de 30 mil médicos y dentistas cubanos a cambio de 105 mil barriles de petróleo por día.

La siguiente gran movilización de trabajadores de la salud cubanos se dio hacia Bolivia a raíz de la elección de Evo Morales en 2005 y hacia Ecuador, Guatemala, Haití, Honduras y Nicaragua. En 2013, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, anunció la contratación de 4000 médicos cubanos para ofrecer servicios de salud en comunidades pobres y remotas en donde los médicos brasileños se han resistido consistentemente a trabajar. Hace apenas unas semanas se anunció que su número se había incrementado a más de 11 mil en marzo en 2014.

Se calcula que actualmente hay no menos de 40 mil médicos cubanos trabajando en 66 países de Asia, África y América Latina. Según el Ministro de Comercio de Cuba, la exportación de servicios médicos se ha convertido en la principal fuente de divisas del país, muy por delante del níquel, el turismo y las remesas.

La movilidad transfronteriza de los trabajadores de la salud se ha vuelto un fenómeno mundial que le genera enormes beneficios económicos a los países exportadores. Nada de malo tiene que Cuba esté aprovechando el superávit de médicos con el que cuenta para vender servicios personales de salud en el extranjero. El problema es el marco laboral en el que esto se está dando. La mayoría de los analistas coincide en afirmar que esta exportación de médicos, que las autoridades cubanas insisten en llamar ‘internacionalismo proletario’ o ‘apoyo solidario’, se ha producido en un contexto de enorme control y violando los derechos laborales básicos de estos trabajadores y los convenios de la Organización Internacional del Trabajo sobre protección del salario. De hecho, hay quienes han acusado al gobierno cubano, que opera a través de la Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos (CSMC),  de tráfico de personas.

Se sabe que Brasil  le asigna a cada médico cubano un salario mensual de 4150 dólares (10 mil reales), además de alimentos, transporte y seguro de salud.Sin embargo, los médicos solo reciben 1000 dólares mensuales, 600 de los cuales se depositan en una cuenta en Cuba a la que solo pueden acceder cuando regresan a su país de origen una vez finalizada su misión. El resto del dinero (3150 dólares mensuales) va a dar a manos del gobierno cubano.  

A esto habría que agregar las prohibiciones y la vigilancia continua. Los trabajadores de la salud cubanos que laboran fuera de su país tienen prohibido hablar con periodistas y diplomáticos extranjeros, y deben pedir autorización para viajar fuera de su área de adscripción. Los servicios de inteligencia cubanos, omnipresentes sobre todo en territorio venezolano, se encargan, infructuosamente, de que esto se cumpla.

Julie Feinsilver, autora del libro Healing the Masses. Cuban Health Politics at Home and Abroad, asegura que los médicos cubanos menores de 50 años no conocen otro sistema y otras formas de operar, y que el servicio en el exterior lo ven como un honor y una oportunidad para aprender y servir. Pero la realidad es mucho más compleja. Los médicos cubanos, que ganan menos de 50 dólares al mes en Cuba, salen sobre todo en busca de prosperidad y espacios de libertad que frecuentemente encuentran en el exilio.

El número de trabajadores de la salud cubanos asignados a misiones internacionales que están optando por la deserción está creciendo dramáticamente. Según El País, en los últimos diez años han desertado no menos de cinco mil médicos, enfermeras y terapeutas cubanos. Solo en 2013 llegaron a Estados Unidos tres mil médicos cubanos procedentes de Venezuela, un incremento de 60% con respecto a 2012. El mismo fenómeno empezó a observarse entre los médicos cubanos que trabajan para el programa “Más Médicos” del gobierno brasileño. Ramona Matos Rodríguez, la primera médica cubana que abandonó este programa y pidió asilo en Brasil declaró hace unos meses: “Fui engañada por el gobierno cubano y pretendo quedarme aquí. Estoy segura de que si vuelvo a Cuba, seré detenida”. La doctora Matos Rodríguez presentó, además, una demanda ante un tribunal laboral “por derechos laborales no pagados” en contra no solo del estado brasileño y la alcaldía de Pacajá, donde inicialmente aceptó trabajar, sino también en contra de CMSC y la OPS, que actuaron como intermediarios de su traslado a Brasil.

Aunque hay una producción masiva de médicos para exportación, el incremento de las misiones internacionales está afectando ya la oferta de servicios básicos en Cuba, lo que ha generado múltiples manifestaciones de descontento. De hecho, hay un chiste que desde hace tiempo circula en la isla sobre dos amigos que platican en una larga cola esperando la guagua: “Me voy a Venezuela,” dice uno de ellos. “¡No me digas! ¿En qué misión internacional te encuentras?” pregunta el otro. “En ninguna misión, chico. Me voy a consultar a mi médico de familia”.

Está próximo el momento en que tendrá que hacerse una evaluación integral de la Revolución cubana. La cercana  muerte de sus dirigentes históricos la hará inevitable. Es muy posible que la cobertura universal de servicios de salud, las extraordinarias cifras de mortalidad infantil y las brigadas médicas de apoyo a situaciones de desastre pasen a la historia como grandes logros. Sin embargo, el encarcelamiento de los analistas que pusieron en duda la historia y cifras oficiales, la persecución y el encierro de los pacientes con VIH/sida, y la consistente violación de los derechos laborales de los médicos cubanos que trabajan en misiones internacionales volverán poco deseable la reproducción de la experiencia cubana en otros países de ingresos bajos y medios. Esperemos que estos abusos de poder se archiven y permanezcan en los oscuros pasillos de la narrativa de la infamia.

 

 

 

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Investigador del Centro de Investigación en Sistemas de Salud del Instituto Nacional de Salud Pública.


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