La Verdad como propiedad privada

En todo sentido prรกctico, parece que en este paรญs la Verdad no existe, ni existirรก nunca.ย 
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Escribiรณ Paul Valรฉry que “hasta la mรกs complicada mentira es mรกs sencilla que la verdad”. Se nota que no viviรณ en Mรฉxico. Entre nosotros La Verdad no sรณlo es complicada: es incomprensible. Si las mentiras mexicanas son complicadas, La Verdad lo es mรกs: una barroca baratija borrosa, resistente a cualquier objetividad o consenso. Como dicen los clรกsicos, a las pruebas me remito: somos un paรญs en el que, segรบn La Verdad, Elba Esther Gordillo es una “maestra”. 

Este lรญo de las tarjetas de Soriana es un puntual ejemplo. Los partidos y movimientos proAMLO proclaman como verdad que las tarjetas son hechura del PRI. El PRI declara de inmediato que la verdad es que se trata de un montaje de los proAMLO que tiene como objeto deslegitimar al PRI. Los proAMLO responden que el hecho de que el PRI los acusa de haber hecho el montaje es, en sรญ mismo, prueba de la mentira. El PRI argumenta que urdir una estrategia asรญ a sabiendas de que en Netzahualcรณyotl es imposible ganarle al PRD habrรญa sido tonto y contraproducente. Los proAMLO responden que la lรณgica de esa respuesta sรณlo enfatiza lo bien calculado de la artimaรฑa. AMLO tapiza su cuartel con las tarjetas y dice que las fueron a entregar ciudadanos morales arrepentidos de haber flaqueado. El PRI responde que esa clase de ciudadanos no existe y que, por tanto, es demostraciรณn de la hechura de AMLO… etcรฉtera.

Para todo argumento habrรก un contraargumento que utiliza al argumento inicial como demostraciรณn del contraargumento. De llegarse a probar que alguien mintiรณ, se da por descontado que ese alguien ya tiene listo el argumento para sostener que las pruebas mismas son evidencia de una mentira, y asรญ hasta el infinito. (O hasta el caos, lo que llegue primero.) La รบnica verdad es, de este modo, que La Verdad peca e incomoda: no existe, ni existirรก nunca, y que mรกs nos vale resignarnos a ser un paรญs de mentiras. Y no sรณlo en el รกmbito de la polรญtica…   

Si las elecciones son un indicador vรกlido del grado de madurez del pueblo, y por tanto, de su amor a La Verdad, poner en duda sus resultados (una vez mรกs) averรญa no sรณlo a las elecciones, lo que ya es grave, sino demuestra que la idea misma de La Verdad es prescindible, lo que es gravรญsimo. 

Una sociedad madura paga el precio de La Verdad, por elevado que sea. Aceptar La Verdad vigoriza la democracia, fortalece el pacto federal, vitamina la libertad, nutre la separaciรณn de poderes, proteiniza al municipio libre, oclusiona el enriquecimiento inexplicable, mejora la economรญa, sanea al pasado, alerta sobre el porvenir, higieniza el lenguaje y “coadyuva” a la modernidad. Pero sรณlo si es La Verdad, por que si no, no. 

¿En quรฉ medida la madurez del pueblo guarda proporciรณn con su amor a La Verdad? ¿En quรฉ medida las consecuencias de conocer La Verdad maduran al pueblo y lo conducen a exigir mรกs y mรกs Verdad? Una Verdad que requiere cada vez de mรกs Verdad para ser mรกs y mรกs madura y moderna, si estรก opacada por mรกs y mรกs mentiras –sean o no sean verdades– acaba por generar un cรญrculo vicioso. Llevamos lustros demandando la simple Verdad de quiรฉn gana las elecciones. En la medida en que nos declaramos adictos a La Verdad, la saboteamos. Esto aumenta la demanda de Verdad, hace subir su precio, fomenta su cultivo ilegal en plantรญos clandestinos, crea un mercado negro de Verdad, verdades a medias y un montรณn de verdades entrecomilladas. Y desde luego, tambiรฉn aumenta los artilugios para falsificarla y una magnรญfica sobreoferta de mentiras.

Todos los actores y partidos polรญticos declaran una y otra vez que el pueblo mexicano ha alcanzado una “madurez” que incluye la necesidad que tiene de La Verdad: “El mexicano es un pueblo maduro con derecho a la verdad”, repiten. La Verdad es propiedad del pueblo y demostraciรณn de que es un pueblo maduro (o, para emplear un tรฉrmino moderno, moderno). Parafraseando a Carlos Pellicer, si hay verdades que se caen de modernas, hay pueblos que se caen de maduros: el mexicano es de esos. Sรญ, siempre y cuando acepte que La Verdad es propiedad privada.

(Publicado previamente en El Universal.)

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Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.


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