Hoy gobierna a Mรฉxico la generaciรณn polรญtica nacida entre 1950 y 1965. Estรก en el Ejecutivo, el Legislativo, el gobierno del DF y en muchos estados. Estรก en el PRI, el PRD y el PAN. ยฟCรณmo convendrรญa llamarla? Tal vez: “Generaciรณn de la Modernidad Fallida” (GMF).
El libreto de las generaciones volteรณ la pรกgina en el sexenio de Ernesto Zedillo (1951). Pertenecรญa a la generaciรณn que debรญa fundar un nuevo ciclo, ya no posrevolucionario sino puramente moderno, un ciclo que debรญa llevar al paรญs a un estadio superior de civilidad, prosperidad, equidad y democracia. Y asรญ ocurriรณ… por breves aรฑos. Si bien Mรฉxico no creciรณ como debรญa, la transiciรณn polรญtica se llevรณ a cabo con un orden admirable. No es casual que uno de los personajes centrales de ese proceso aterciopelado haya sido Josรฉ Woldenberg (1952). Militante de izquierda en los ochenta, entendiรณ temprano los imperativos morales y polรญticos de la democracia y se reformรณ a sรญ mismo. Se volviรณ uno de los hombres representativos de nuestra exigua izquierda moderna, tolerante, liberal. Con รฉsas y otras cartas credenciales encabezรณ al IFE, instrumento fundamental de un cambio de instituciones y costumbres polรญticas que entre todos conquistamos y que a veces no valoramos lo suficiente.
Lo natural en el aรฑo 2000 hubiese sido que un miembro de esa generaciรณn consolidara los avances y los llevara mรกs lejos. Pero entonces el libreto de las generaciones dio un salto para atrรกs: los tres contendientes pertenecรญan al ciclo anterior, supuestamente superado: Cรกrdenas (1934), Labastida (1942) y Fox (1942). El presidente Fox resultรณ un hombre de ruptura, no un edificador. Y es una lรกstima: el paรญs hubiese respondido con entusiasmo a sus propuestas de reforma estructural. No faltaron miembros de su gabinete (pertenecientes a la generaciรณn nueva) que las insinuaron. Otros y otras (tambiรฉn de esa zona de edades) aconsejaron un cambio paulatino o ninguno, situaciรณn que en la prรกctica condujo a la inmovilidad, la pรฉrdida de tiempo y, peor aรบn, el vacรญo de poder. Ese vacรญo lo aprovecharon miembros anacrรณnicos de la joven generaciรณn: nostรกlgicos del 68 y obsedidos por la ideologรญa del “nacionalismo revolucionario”, se entregaron a un lรญder carismรกtico que encarnaba el remoto pasado caudillista, no el orden institucional y democrรกtico. Asรญ fue como la que iba a ser la GM se convirtiรณ en la GMF.
Hoy los principales abanderados de la GMF en el PRI navegan entre el pragmatismo, el dogmatismo y los medios, esperando reconquistar Los Pinos y entonces, sรณlo entonces, impulsar las reformas que ellos consideren necesarias pero que nadie, hoy por hoy, sabe cuรกles son. Por su parte, el Presidente y su equipo (en el que predomina tambiรฉn esa generaciรณn) toman aire para presentar con su partido las reformas anunciadas. Ante la pรฉrdida de credibilidad por su manejo de la crisis econรณmica, deberรญan poner de inmediato sobre la mesa esas propuestas. En cuanto al PRD, la pregunta es obvia: ยฟsu “refundaciรณn” implicarรก una reforma o afianzarรก los dogmas del “nacionalismo revolucionario”? ยฟPropiciarรก un programa modernizador o se inclinarรก ante el caudillo? Lo primero, estoy seguro, convertirรญa al PRD en una opciรณn convincente para el 2012.
Los veteranos de la GMF ya peinan (si es que peinan) canas: van a cumplir 60 aรฑos. Los mรกs jรณvenes tienen 45 aรฑos de edad, es decir, no se cuecen al primer hervor. (A esa edad Lรกzaro Cรกrdenas ya era ex presidente). Ni unos ni otros han presentado al ciudadano un proyecto prรกctico, detallado, fragmentario si se quiere pero asequible para el paรญs. La mayorรญa se limita a vocear un catรกlogo de vaguedades. En el teatro rรกpido de la polรญtica el tiempo vuela mรกs que en el de la vida, y por eso dudo que esa generaciรณn (que debiรณ fundar un nuevo ciclo) vaya a aportar mucho mรกs al paรญs. Cierto, algunos posibles precandidatos a la presidencia pertenecen a este grupo. Pero estรกn dejando ir el tren de la historia.
Lo cual deja a la generaciรณn siguiente, la llamada “Generaciรณn X” (nacida entre 1966 y 1980) en una situaciรณn de orfandad que, sin embargo, tiene sus ventajas. Imaginemos a un hombre de aproximadamente 35 aรฑos. Para รฉl, la Revoluciรณn Mexicana con todo y sus รญconos es tan remota como la Independencia o la Conquista. Para รฉl, el movimiento estudiantil del 68 es una รฉpica que no quiere repetir. Pasรณ su infancia en medio de la crisis (82, 88), abriรณ los ojos horrorizados con el asesinato de Colosio, se llenรณ de esperanza con la transiciรณn polรญtica, se ilusionรณ con la campaรฑa de Fox, se desilusionรณ con la gestiรณn de Fox. Para รฉl, el PRI es sinรณnimo de corrupciรณn, el PAN de mocherรญa, por eso quiso creer en la izquierda, pero la izquierda mesiรกnica lo decepcionรณ. Ha vivido este sexenio en vilo. No se reconoce en los partidos y tiene una visiรณn muy crรญtica tanto del gobierno como de la oposiciรณn. ยฟQuรฉ debe hacer?
Una opciรณn es confiar en los representantes de su propia Generaciรณn X que ocupan ya cargos pรบblicos y pueden ser contendientes para el 2012. Pero es difรญcil creer en ellos si nadie sabe, en concreto, quรฉ paรญs quieren. ยฟLo saben ellos? Por eso, al hipotรฉtico personaje no le queda mรกs alternativa que asumir su orfandad -asumirla como opciรณn de libertad, valor y creatividad- y buscar por cuenta propia caminos de participaciรณn cรญvica y polรญtica para lograr el cambio estructural que Mรฉxico requiere. รsa es su tarea para el aรฑo entrante: el Aรฑo del Bicentenario.
– Enrique Krauze
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.