El jueves por la mañana, La Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas anunció las nominaciones al Óscar; entre ellas, las cinco elegidas para disputar la mejor película en lengua extranjera. Arráncame la Vida, la película dirigida por Roberto Sneider, que merecidamente rompiera récords de taquilla en México, se quedó en el camino. La superaron cintas notabilísimas como Entre les murs, la conmovedora película francesa ganadora de la Palma de Oro en Cannes, o Waltz with Bashir, la inventiva cinta israelí – severamente crítica de la política exterior de aquel país – que se llevara el Globo de Oro y el premio de la Asociación de Críticos en la misma categoría. Es posible que Arráncame la vida sea una mejor película que al menos una de las otras tres contendientes, pero sus posibilidades eran menores: en esto de los premios, el éxito llama al éxito, y la película de Sneider no ha tenido suerte en otras entregas durante el año. Lo cierto es que, en los ojos del mundo del cine, la producción mexicana esta vez no fue mejor que al menos otras cinco cintas en lengua extranjera. Punto y se acabó.
Bueno, no para todos. Daniel Giménez Cacho tiene otra explicación. Ayer, en un programa de radio de gran rating, el protagonista de la cinta compartió una versión que habría hecho sonrojar al propio Andrés Ascencio. Lo que ocurre, dice Giménez Cacho, es que las cosas en Medio Oriente están duras. De ahí que la favorita –y segura ganadora desde ya– sea la cinta israelí. Porque no hay que olvidarse de una cosa, dice el actor, que mucho sabe de esto de las conspiraciones: “la Academia y Hollywood está muy controlado por los judíos”. A esto hay que agregarle una risita socarrona al final, como cuando Ascencio le muestra “el pito” a la aterrada Catalina por primera vez. ¡Cuánta razón tiene Giménez Cacho! Lo mismo le pasó a Waltz with Bashir (película que Giménez acepta no haber visto) en los festivales de Varsovia, Talinn, Gijón y Palic donde ganó, y Cannes, donde fue selección oficial. La misma explicación seguramente aplica con los críticos de Los Ángeles, los del cine independiente británico, los de la Asociación Internacional de documentalistas y la de los críticos de cine en Estados Unidos. En todos esos sitios, los judíos son los que mandan. ¿Y qué decir de los Globos de Oro, entregados por la prensa extranjera en Hollywood, muchos de ellos reporteros judíos o controlados por judíos que dirigen los diarios que son encabezados por judíos en los países bajo el mando de judíos? A fuerza de ser objetivo, habrá que aclarar que Waltz with Bashir ganó seis premios Ophir a lo mejor del cine en Israel. Ahí sí, creo, los judíos mandan.
Ya veremos si, llegado el 22 de febrero, Waltz with Bashir le da la razón a Daniel Giménez Cacho. No sería raro. Después de todo, en su larga historia de favorecer al cabal judío cinematográfico la Academia ha premiado a… cero películas israelíes.
– León Krauze
(Ciudad de México, 1975) es escritor y periodista.