Louise Bourgeois (1911 – 2010)

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Todavía hace una semana, la escultora y pintora Louise Bourgeois seguía trabajando en su estudio. Tenía 98 años.

Habiendo presenciado casi todo el siglo XX y algunos años del XXI, su obra se vio influida por diversas corrientes, pero conservó los ideales de la vanguardia y tomó sobre todo del surrealismo los elementos para consolidar su estrategia de trabajo. Desde la primera hasta la última pieza trabajó su obsesión alrededor de la infancia: “centrada en el cuerpo humano y su necesidad de abrigo y protección en un mundo amenazante” (The New York Times); la obra de Bourgeois intentaba curar las heridas del pasado.

Cobre, bronce, látex, madera, caucho, barro y piedra son algunos de los materiales que delinearon durante décadas las formas orgánicas cuya carga sexual es imposible escindir del acto de exorcismo de una niñez tormentosa. Louise Bourgeois nació en una familia de clase media dedicada a la restauración de tapices, oficio del que aprendió muchas de sus habilidades artísticas. A los once años, mientras cuidaba a su madre de la gripe española que finalmente le quitó la vida, presenció el inicio de una relación que duraría diez años entre su padre y su institutriz. Según Nancy Spector: “Este triángulo de infidelidad sexual y enfermedad empujó a la artista a tomar roles inapropiados para su edad: Voyeur, cómplice y protectora.”

Destruction du père (1974), una instalación en la que, según la artista, el niño da vuelta a su padre sobre la mesa del comedor para desmembrarlo y comerlo; Maman (1999), una serie de arañas gigantes -animales protectores por naturaleza- en homenaje a su madre ausente y Fillette (1968), un gran falo de látex, son sus las piezas más emblemáticas de esta artista nacida en Francia y radicada en Nueva York. Murió este 31 de mayo.

– Verónica Gerber

 
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(ciudad de México, 1981). Artista visual que escribe.


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