Las respuestas son una pequeña antología de las dificultades a las que se enfrentan los investigadores a la hora de diferenciar entre suicidio, homicidio o accidente. Pero la conclusión es de cristal: el cuadro resulta inverosímil. ¿Cómo es que tratándose probablemente de un disparo a quemarropa no había manchas de pólvora en la camisa? ¿Cómo encajaba el espasmo cadavérico de la mano, lo que le permitía sujetar todavía la pistola, con un disparo en el costado que no suele producir una muerte instantánea? Sin embargo, entiendo los problemas de Manet, que para pintarlo es probable, según la Fundación E. G. Bührle, que solo contase con la inspiración de una nota en el periódico. A la mayoría de suicidas no les gusta ser observados. De ahí, por ejemplo, que las estadísticas sobre intentos sean algo muy etéreo. Entre los motivos a los que alude la suicidología me gusta especialmente uno: no quieren que su muerte resulte más dolorosa para sus allegados de lo que ya es. Hay otros, como el que señala que la soledad de los escenarios es un mero reflejo de su desconexión con el mundo o el que incide en el deseo de no ser rescatados, aunque no siempre sea así.
Pero ¿cuál es el caso que nos ocupa? ¿Quién es ese hombre? Un examen detenido no permite avanzar demasiado. A riddle wrapped in a mystery inside an enigma. Basta con observar cómo representó el suicidio de Séneca su contemporáneo español, Manuel Domínguez Sánchez, para comprobar cómo Manet pulveriza la tradición. El suicida, hasta entonces un ser capaz de esquivar a Nerón metiéndose en una bañera con las venas abiertas y convocar los lamentos, se ha convertido en una figura anónima y solitaria, sin rastro de heroicidad. Un esmoquin, ciertamente. Antes de Manet estaban el suicidio y la libertad. Después de Manet, solo el suicidio. Aunque la libertad no sea la principal perjudicada por el óleo. El principal perjudicado es el cerebro del espectador, cableado por naturaleza para hallar causas sencillas como el desamor, las deudas de juego o el honor amenazado. Cuando lo más conveniente, y respetuoso, es dejar que entre en la habitación la policía científica. ~
(Dénia, 1978) es periodista y colaborador en FronteraD.