Paz en Francia

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Froylán Enciso, con Andar fronteras. El servicio diplomático de Octavio Paz en Francia (1946–1951), ha hecho una contribución de primer para el establecimiento de la biografía del poeta, reproduciendo, tras haberlos comentado en un estudio largo y ambicioso, nueve de los informes diplomáticos que Paz envío desde París entre noviembre de 1946 y mayo de 1951. Estos informes, conservados en el Acervo Histórico Diplomático de la Secretaría de Relaciones Exteriores, versan sobre asuntos políticos franceses de la inmediata posguerra, como la elección de la asamblea legislativa y el debate sobre la nueva constitución. En Andar fronteras (Siglo XXI, 2008) también puede leerse algunos de los detallados informes reglamentarios sobre la situación económica y el panorama internacional, así como la minuta que precederá, en abril de 1951, al escándalo derivado de la exhibición en el festival de Cannes de Los olvidados, de Luis Buñuel.

Paz llegó a París el 9 de noviembre de 1945 para tomar posesión del cargo como tercer secretario de la embajada, para ser promovido, un año después, a segundo secretario, sitio desde el cual ejerció, además, las funciones de un verdadero agregado cultural, ocupado en la difusión de la obra de Rufino Tamayo o en la confección de una polémica antología de la poesía mexicana en la que intervinieron, verdadera y errática cena de genios, no sólo Paz, sino Samuel Beckett, Paul Claudel y C.M.Bowra.

Las relaciones establecidas por Paz durante esa primera estancia diplomática, decisivas, fueron recordadas por el poeta en varios escritos (en Itinerario, de 1993, por ejemplo) y son, entre otros, el encuentro con los surrealistas, la solidaridad con la República Española en el exilio y el examen del destino político del franquismo, la amistad con los comunistas disidentes griegos (Kostas Papaiannou y Cornelius Castoriadis) o la denuncia de los campos de concentración soviéticos en 1951, que se publicará en la revista Sur. La edición preparada por Enciso revela, con una claridad que al menos a mí no me había tocado percibir que Paz fue quién fue, en buena medida, por haber culminado su formación en el clima intelectual francés de la posguerra, en cuyas polémicas, glorias y miserias se acabó de forjar el siglo. Paz, testigo secundario en aquella Francia, estuvo en el lugar preciso en una circunstancia excepcional y le sacó un enorme provecho, como corroborará quien lea Andar fronteras.

Enciso, en su estudio preliminar, enumera los grandes temas tratados por el informante diplomático: la Cuarta República Francesa, la naturaleza de los organismos multilaterales, la reconstrucción de Europa durante el Plan Marshall, la invención y las consecuencias de la Guerra Fría, el conflicto entre el comunismo y la democracia liberal. Siguiendo ese esquema y sólo abordando algunos aspectos, a Paz le toca hacer la crónica del cisma entre Charles De Gaulle y los grandes partidos a la hora de diseñar una república parlamentaria o presidencialista, discusión ante la que a Paz (hijo y nieto de políticos–periodistas) no les fácil permanecer indiferente. Quien lea esos informes encontrará, ya casi entero por completo, el dibujo mayestático y dramático que Paz solía hacer de las circunstancias históricas, tino estilístico y moral, “melódico”, que Enciso percibe muy bien y relaciona menos con las lecciones morales de Albert Camus que con la elegante panorámica, un tanto displicente y un poco a la manera del Gran Siglo que Paul Valéry hizo en Miradas sobre el mundo actual (1933), entonces libro de cabecera, notoriamente, para Paz.

En sincronía con la renovación de la diplomacia como una vocación humanista tras el desastre de las dos guerras mundiales, Paz hace de la paz y de sus garantías el asunto central de sus informes, catalogados por Enciso como expresivos del primer momento de la Guerra Fría. Enciso, prefiere, en Andar fronteras, desconfiar de la versión estadounidense de la Guerra Fría, precaución ideológica no del todo explicada como tampoco queda clara su notoria preferencia por las fuentes anglosajonas por encima de las francesas a la hora de retratar a la Francia de la posguerra.

El problema de la caracterización de la Unión Soviética ocupa un sitio preponderante en los informes de un hombre de izquierda nacido a la vida pública en los años treinta. Paz comparte y así lo transmite, casi literalmente, a su gobierno, la decepción trotskista ante una Revolución Mundial que no forma parte de los objetivos soviéticos y explica, con una franqueza no se podía permitir el escritor pero sí el relativamente neutro informante diplomático, que el Terror es la naturaleza misma del régimen staliniano como lo era de la dictadura del general Franco y lo había sido en el nazismo.

En este punto encuentro la parte más discutible del estudio de Enciso (Mazatlán, Sinaloa, 1981) pues en concordancia con las teorías revisionistas actualmente en boga (de Hobsbawn a Zizek), le regatea al mundo soviético su naturaleza totalitaria con juegos de palabras y conceptualizaciones dizque empíricas que pretenden el reingreso, por la puerta trasera, del proyecto comunista aduciendo su superioridad moral frente al capitalismo y sus defensores liberales. En esa óptica, Enciso encuentra a las denuncias pazianas de los “tintes totalitarios” del stalinismo poco académicas, apasionadas o periodísticas, perdonándole la vida por no haber gozado de la distancia histórica de la que él disfruta, suponiendo que ésta no sea fuente de otra miopía. Pero esa arrogancia (que no borra sino que estimula una discusión apasionante) es indisociable del ejercicio del conocimiento histórico y al prologar y editar Andar fronteras, Froylán Enciso ha mostrado no sólo competencia sino curiosidad intelectual. Su libro nos permite leer al joven Paz en un formato que le permitía, paradójicamente, más libertad reflexiva, ante su propia y atormentada conciencia de izquierda, que la discusión pública. Esa libertad vigilada, ejercida con la responsabilidad del diplomático, anticipa, entre 1946 y 1951, al gran ensayista político que fue Paz.

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es editor de Letras Libres. En 2020, El Colegio Nacional publicó sus Ensayos reunidos 1984-1998 y las Ediciones de la Universidad Diego Portales, Ateos, esnobs y otras ruinas, en Santiago de Chile


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