En un libro juvenil —Símbolos de transformación (ensayo de un preludio de un caso de esquizofrenia), de 1912, tomo V de sus Collected Works en la edición Bollingen-Pantheon (1956)—, Jung comenta el manuscrito en que “Miss Frank Miller” describió las enigmáticas visiones que tanto habrían de atarear a los incipientes psicoanalistas de su tiempo y, sobre todo, al gran pensador suizo. El libro de Jung es un largo, fascinante viaje etimológico, hermenéutico, religioso, antropológico y, claro, psicoanalítico, a la matriz de lo que comenzaba a esbozar como “el inconsciente colectivo”.
Bueno, la cosa es que en la cuarta de esas visiones “Miss Miller” narra que se manifiesta un “azteca” que se llama “Chiwantopel”, nombre que le recuerda insistentemente el nombre del volcán Popocatépetl.
En su minucioso comentario a esta visión, Jung escribe que “como todos sabemos” la palabra Popocatépetl “evoca memorias de nuestros días de escuela y —con la indignación de muchos pacientes en análisis— aparece de vez en cuando en sueños o asociaciones.” Luego se pregunta:
¿Por qué el nombre Popocatépetl se convirtió en un juego escolar y no así su vecino Ixtaccíhuatl, o el aún más alto y hermoso Orizaba? Este último es un nombre más bonito y de más sencilla pronunciación. Popocatépetl, sin embargo, es impresionante por su carga onomatopéyica. En inglés, la onomatopeya que viene a la cabeza es pop o pop gun[1]; en alemán, las palabras Hinterpommeren y pumpernickel[2]; en francés bombe y petarde (le pet=flato). La palabra alemana Popo, “posterior”, no existe en inglés, pero soltar un pedo a veces se dice “to pop”, o “to poop”, y el acto de la defecación se llama comunmente “to poop” o “to poo poo”en el habla infantil. Un nombre coloquial para el trasero es bum.[3] (Poop se le llama tambián a la parte posterior de un barco.) En francés, pouf! es onomatopéyico; pouffer (explotar); la poupe es “la popa de un barco”, le poupard es “un niño de brazos” y la poupée es “la muñeca”. A un niño cachetón se le llama afectuosamente poupon. En holandés, pop es “muñeca”; en latín puppis también es popa, aunque Plauto ya emplea la palabra jocosamente para referirse al trasero; pupus es “niño” y pupula es “niña, muñequita”. El griego “popeso” denota el ruido de golpear, romper o soplar. También es el ruido de besar y, en Teócrito, es uno de los ruidos subsidiarios del tañido de la flauta.
Eventualmente (luego de cuatro páginas dedicadas a comentar la teoría del excusado como “propiciador de ensueños”, la teoría del “parto cloacal” y el famoso caso del “Pequeño Hans” de Freud), Jung concluye que la aparición del tal “Chiwantopel” en la visión de “Miss Miller” significa “Lo hago, lo produzco, lo saco de mí misma; es decir, la creación o el parto por la ruta infantil”.
En fin, no deja de ser curioso que Jung nunca aporte el significado de la voz Popocatépetl (“montaña que humea”) y que deje fuera de su enumeración a las muchas voces que, en los diferentes castellanos, generan risitas similares entre los niñitos, sobre todo los mexicanos, que no tardan en acordarse de las grutas de Cacahuamilpa.
Y continúan las sincronicidades. Un par de horas más tarde, mientras buscaba unos versos en la segunda parte del fastuoso Fausto de Goethe, me topé con el tal pumpernickel en la escena en que Mefistófeles narra que, cuando Dios los envía al infierno (versos 10080 y ss), los demonios
…al caer iban tosiendo
y lanzando pedos por ambos extremos,
hinchando al Infierno con la acidez
insoportable y agria del sulfuro.
¡Qué abundancia de gases!
¡Qué cantidad monstruosa!…
Tanta la presión de esos gases diabólicos que es ella la que, al buscar por dónde salir, acabó dándole su forma a la corteza de la Tierra. Pero no hay que hacerle mucho caso al presumido Mefistófeles…
[1]Pop gun: un rifle de corchos.
[2]Hinterpommern es el nombre de una región alemana: la Pomerania “trasera” (hinter); el uso “decente” de pumpernickel es el nombre de un pastel cuya digestión es tan laboriosa que produce “pedos de diablo” (nickel es, de hecho, una forma de “Nicolás”, uno de los nombres del diablo). Así, en resumen, un pumpernickel es un infeliz pedorro.
[3]Bum (que también significa “vagabundo”) le ha cedido el sitio a bun (bollo), que en plural, en el inglés actual de Estados Unidos es la forma picarona de referirse a las nalgas.
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.