Los oficios del libro no tienen el reconocimiento que merecen. Muchos especialistas ganan poco, y el problema de fondo es el prestigio. Tanta gente valiosa ha aceptado la situaciรณn (subsidiando con su trabajo mal pagado el desarrollo cultural) que se ha llegado a creer que sus conocimientos y cuidados valen poco; que cualquier ignorante que gane esa cantidad puede hacer lo mismo. Tal miopรญa favorece que se pierda el oficio.
Ideas de rescate:
1. Libros sin erratas. La cultura depende de que se reconozca lo bien hecho. Pero reconocer requiere conocedores: capacidad de apreciaciรณn. Si nadie ve la diferencia entre las ediciones con mucho oficio y las piojosas, el oficio se irรก reduciendo a islotes de abnegada excelencia, mientras las erratas, los gazapos, los descuidos, los errores, el mal gusto, la mediocridad y el plagio degradan todo lo demรกs.
Hay que empezar por los piojos mรกs obvios: las erratas. Son un problema milenario que apareciรณ con el lenguaje y no desaparecerรก. Hay erratas en la transmisiรณn oral, en las tablillas cerรกmicas sumerias, en los rollos de papiro, en los cรณdices de pergamino, en los libros impresos, en los audiolibros, en los libros electrรณnicos. Ninguna tecnologรญa puede prescindir del cuidado personal de los textos.
Hay que celebrar los libros sin erratas en concursos anuales. La lista de obras concursantes se publicarรญa, para sujetarlas a un doble escrutinio: los lectores espontรกneos que seรฑalen erratas y un jurado de conocedores que determine si las erratas seรฑaladas lo son. Los lectores que encuentren erratas, los conocedores del jurado y los correctores y editores de libros limpios de erratas recibirรญan diplomas y publicidad. Esta celebraciรณn no solo serรญa justa: tendrรญa un efecto despiojador en todo el gremio. Los editores que nunca se atrevieran a presentar libros al concurso deberรญan sentirse piojosos si no aspiran a mejorar.
Como una idea complementaria, habrรญa que crear una pรกgina web con las erratas advertidas en cualquier libro en espaรฑol. Cada vez menos editores aรฑaden a sus libros una fe de erratas (lo que, en sรญ mismo, es significativo). Y no hay un procedimiento sencillo para que los lectores avisen de las que encuentran. Muchos lo harรญan, si avisar fuera fรกcil. Los avisos pรบblicos de las erratas advertidas serรญan รบtiles para los demรกs lectores, para los autores, para los editores y para la calidad de la cultura.
Una Wikifedeerratas puede construirse como la Wikipedia: colaborando en una base de datos donde cada ediciรณn (definida por el ISBN o su equivalente: tรญtulo, autor, editor, ediciรณn, aรฑo) quede asociada con las erratas advertidas, sujetas a la confirmaciรณn de otros lectores (pรกgina tal, dice: … deberรญa decir: …). El portal puede empezar patrocinado por un gran editor que ponga la muestra con sus propios libros, o por alguna fundaciรณn.
2. Becas para aprendices. Los oficios del libro se transmiten por el mรกs antiguo de los mรฉtodos gremiales: trabajar con alguien que sepa. En esa tradiciรณn, serรญa bueno crear becas, no de estudios, sino de aprendizaje en la prรกctica, restituyendo la figura del meritorio. Esto consistirรญa en que una o dos docenas de expertos puedan recibir gratuitamente ayudantes. Los meritorios cobrarรญan en un fondo de becas instituido con este fin.
Habrรญa que empezar por la lista de maestros dignos y deseosos de participar en el programa. Los concursos serรญan muy personales: encaminados a que los aprendices escojan a sus maestros y estos a quienes quieran recibir. Los maestros pueden estar en Mรฉxico o en el extranjero.
Las becas serรญan hasta por tres aรฑos en una multitud de especialidades relacionadas con el mundo del libro. Por ejemplo: preparaciรณn de originales, redacciรณn de solapas, boletines de novedades para la prensa, revista de la propia editorial, presentaciรณn de libros, administraciรณn de la lista de cortesรญas, promociรณn en redes electrรณnicas, catรกlogos editoriales, pรกginas web de libros, organizaciรณn de archivos (de una editorial, librerรญa, biblioteca), relaciรณn con autores, formulaciรณn de contratos, intervenciรณn en el tรญtulo o subtรญtulo de un libro, diseรฑo de portadas, agencias literarias, coediciones, ilustraciones, encuadernaciรณn, ediciones electrรณnicas, financiamiento editorial, organizaciรณn de concursos o presentaciรณn a concursos, diseรฑo grรกfico, conceptual y econรณmico de una colecciรณn editorial, ediciones de arte, libros infantiles, libros cientรญficos, ediciรณn de enciclopedias y otros tรญtulos para la venta de puerta en puerta, ediciones facsimilares, libros para campesinos, clubes de libros, estadรญsticas de ventas, programas de computaciรณn para el control (de costos unitarios, bodegas, ventas, devoluciones, distribuidores, cobranza, pagos autorales), optimizaciรณn (del precio, el tiraje inicial y las reimpresiones), librerรญa de la propia editorial, ventas directas por correo y en lรญnea, ventas a librerรญas y distribuidores, exportaciones, ventas a bibliotecas, visitas a profesores universitarios y directores de escuelas, ventas institucionales, encuestas en librerรญas, polรญticas de descuento, programas de radio o televisiรณn sobre libros.
3. Editores aficionados. Las ediciones no profesionales se multiplicaron con los programas de computaciรณn. Llaman la atenciรณn desde la portada, por ejemplo: el detalle inocente de colgarle un Lic. al nombre del autor. Pero hay que distinguir el caso de los editores aficionados, que se lanzan sin saber, del caso de los autores impacientes que no tienen la suerte de encontrar un buen editor y deciden pagar para tener su libro impreso.
Pagar no es ninguna vergรผenza, y tiene tradiciรณn. En todos los paรญses y en todas las lenguas se han hecho ediciones pagadas por autores que despuรฉs serรญan famosos (Reyes, Borges) o, peor aรบn: que ya lo eran, pero no encontraron editor para un libro en particular. Algunos buenos editores prestan su sello a un libro respetable, pero invendible, si el autor compra casi toda la ediciรณn.
Para los profesores sujetos al Publish or perish!, es comรบn que su instituciรณn (tambiรฉn sujeta al Publish or perish!) pague la ediciรณn, a cambio de figurar como coeditora. En este caso, no hay que hacerse ilusiones sobre la circulaciรณn del libro, aunque el contrato hable de ir a medias en los costos y en las utilidades, segรบn las ventas. El editor puede cotizar el doble del costo real y pedir la mitad al patrocinador, sin entregar despuรฉs cuentas periรณdicas de cรณmo van las ventas ni las utilidades. Hay que exigir una ediciรณn profesional, que no circularรก mayormente, pero se aรฑadirรก al currรญculo del autor y de la instituciรณn.
Hay editores especializados en lo que se llama vanity publishing. Su verdadero mercado no estรก entre los lectores, sino entre los autores. Son de hecho imprentas especializadas en la ediciรณn de libros decorosos para que el autor los regale (o cumpla requisitos, como en el caso de las tesis de graduaciรณn). La litografรญa digital (que permite imprimir unos cuantos ejemplares a un costo razonable) y los portales de servicio en la web modernizaron el negocio. Ahora hay proveedores de servicios editoriales en gran escala, como Xlibris que tiene un catรกlogo de 35,000 autores (www.xlibris.com). Pero el resultado final es el mismo: casi todos los libros son comprados por el autor.
Los curadores de libros pueden volverse contratistas en proyectos de cierta ambiciรณn, como las ediciones de lujo para grandes empresas y gobiernos que hacen regalos de Navidad o conmemoran un acontecimiento. Con buenos curadores y millones de pesos se puede producir un libro monumental para adornarse, enviarlo con amable saluda y ganar en tรฉrminos de relaciones pรบblicas. Que no llegue a las librerรญas lo vuelve mรกs exclusivo. Se edita โfuera de comercioโ, como antes se decรญa, para seรฑalar el privilegio que recibe el destinatario. Aunque serรญa deseable aprovechar el gasto para subsidiar (regalando la inversiรณn que ya se hizo en preparativos, por ejemplo: la composiciรณn) una ediciรณn normal posterior.
Otra cosa es la calentura de jugar al editor, que puede ser contagiosa, como sucediรณ entre los poetas mexicanos nacidos hacia 1955. No quedรณ en sarampiรณn, porque muchos se volvieron editores profesionales. El historiador Luis Gonzรกlez veรญa con buenos ojos a los microhistoriadores locales, y soรฑaba con aprovechar su entusiasmo, enseรฑando los criterios del investigador profesional. Con la misma sensatez, ahora hay redes de astrรณnomos aficionados integradas a la astronomรญa profesional. Y asรญ habrรญa que apoyar tambiรฉn a los editores aficionados con seminarios prรกcticos y manuales. Hay una introducciรณn breve y gratuita en www.wikihow.com (bajo self-publishing) y es.wikihow.com/Portada (bajo editar).
Tambiรฉn se aprende fracasando. Cuando era estudiante, editรฉ el libro de un amigo mรญo. Me tomรฉ el trabajo de hacer una colecta, diseรฑar la ediciรณn, comprar papel, conseguir impresor, corregir las pruebas, etcรฉtera, hasta que una tarde, feliz, lleguรฉ a su casa con mi cargamento. Le gustรณ mucho, me lo agradeciรณ, lo celebramos y, cuando yo creรญa haber terminado, se extraรฑรณ de que fuera a dejarle los paquetes. ยฟQuรฉ voy a hacer con esto? Fue una sorpresa para mรญ, que me enseรฑรณ la diferencia entre imprimir y publicar. Publicar no termina en los ejemplares impresos, sino en la lectura del lector anรณnimo que descubre algo que le interesa en ese libro. No fui capaz de hacerlo, y me limitรฉ a repartir los ejemplares entre los amigos que patrocinaron la ediciรณn.
No es tan fรกcil llegar al lector anรณnimo. Se puede mandar un โtรญreseโ a la imprenta (aprobando las รบltimas pruebas y autorizando el tiro), no un โlรฉaseโ al pรบblico. Publicar no es poner un texto en papel impreso, es ponerlo ante los ojos del lector que se interesa.
4. Envรญos de cortesรญa y boletines de prensa.Las relaciones pรบblicas requieren tiempo, coordinaciรณn y diferenciaciรณn. Casi todos los editores tienen listas para envรญos de cortesรญa, pero son lamentables. Hacen envรญos a direcciones obsoletas o duplicadas, y envรญan lo mismo a todas, en vez de seleccionar los libros de interรฉs para cada destinatario. Dejan fuera a personas importantes para ese libro, para ese autor y para el editor. A veces dejan fuera al mismรญsimo autor, que no se entera de que ya saliรณ su libro ni recibe ejemplares, ni la oportunidad de enviar algunos dedicados.
Tambiรฉn confunden los envรญos, como descubrรญ alguna vez, cuando hice el obsequio de un libro que acababa de publicar a un conocido que encontrรฉ en una librerรญa. Tomรฉ el libro, se lo di, me dio las gracias, lo empezรณ a hojear mientras รญbamos a la caja y exclamรณ con sorpresa: ยกCรณmo! ยฟYa me lo tenรญas dedicado? Era el ejemplar que dediquรฉ a Ramรณn Xirau, y que fue puesto en venta.
Tener al dรญa y bien clasificado un directorio (de preferencia con la cooperaciรณn de los destinatarios, para especificar lo que les interesa) es costoso, pero menos que el desperdicio. Una agencia de relaciones pรบblicas que se especializara en esto podrรญa vender el servicio.
Lo mejor, por supuesto, es no enviar el libro, sino un aviso de que estรก disponible; y limitar los envรญos รบnicamente a las personas que manifiesten su interรฉs en recibir precisamente ese libro.
Para esto es fundamental producir previamente una buena descripciรณn del libro, en varias versiones: ficha catalogrรกfica de la Biblioteca Nacional; solapa para el libro; pรกrrafos de presentaciรณn en el catรกlogo (impreso, electrรณnico); avales (opiniones previas de personas importantes que acepten escribir un blurb para la solapa, o incluso reseรฑas a partir de las pruebas del libro); pรกginas preliminares del libro (portada, pรกgina legal, รญndice general de capรญtulos, prรณlogo sucinto); reseรฑas selectas publicadas sobre libros anteriores; boletines de prensa; anuncios para la prensa; cรกpsulas para Twitter.
Los boletines que anuncian la apariciรณn del libro, los boletines que anuncian una mesa redonda sobre el libro y los boletines que celebran la premiaciรณn del libro son distintos, aunque pueden combinarse.
La coordinaciรณn con los libreros para hacer coincidir los anuncios, noticias y reseรฑas con la presencia del libro en las librerรญas falla constantemente. Mucha gente se entera de libros publicados o premiados sin llegar a verlos jamรกs en una librerรญa. Y llega a suceder lo contrario: que las librerรญas agoten sus existencias de un libro antes de que salga la primera noticia.
5. Catรกlogos. Los boletines son para la prensa, los catรกlogos son para los lectores, las bibliotecas y las librerรญas. Hay catรกlogos de novedades, catรกlogos completos cada dos o tres aรฑos (que pueden separarse o no en catรกlogos temรกticos) y catรกlogos histรณricos de las editoriales mรกs antiguas.
Los catรกlogos mรกs baratos son los que se publican en la web, con la ventaja adicional de que pueden estar siempre al dรญa. Desde un punto de vista comercial, cultural y hasta de simple cortesรญa, es imperdonable no tenerlos, pero es comรบn. Otra falla comรบn es que la pรกgina web sea rudimentaria, no estรฉ actualizada o, peor aรบn, contenga errores. Por ejemplo: que diga un precio distinto del que trae el catรกlogo impreso o se pide al cliente en la librerรญa.
La situaciรณn es peor para el conjunto de los libros publicados en Mรฉxico. Aunque todos los editores deben enviar dos ejemplares de lo que publican a la Biblioteca Nacional, dos a la Biblioteca del Congreso, uno a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y otro a la Agencia Nacional de ISBN, no hay una buena base de datos que transforme esa obligaciรณn en un servicio pรบblico.
La Agencia Espaรฑola del ISBN tiene un catรกlogo en lรญnea de todos los libros espaรฑoles (publicados desde 1972) disponibles o agotados, pero la mexicana no. Los intentos de la Cรกmara Nacional de la Industria Editorial Mexicana por informar lo que publican sus miembros han fallado. El Centro de Informaciรณn Bibliogrรกfica Mexicana del Conaculta no informa. Lo menos malo es el catรกlogo de la Biblioteca Nacional, pero es malo.
La situaciรณn es peor aรบn para las publicaciones oficiales. Nadie sabe lo que editan las dependencias del Estado. No existe una bibliografรญa mensual, con los precios, trรกmites, ventanillas, horarios, oficios y otros requisitos necesarios para el valiente que se aventure a conseguirlas. Es fama que ni el hijo de un presidente fue capaz de reunirlas en un centro distribuidor de publicaciones oficiales. Fracaso que recuerda el de aquella oficina que pretendiรณ centralizar la publicidad oficial, y pronto descubriรณ que era imposible. Todos los funcionarios quieren editar ellos, anunciarse ellos, tener sus libros, sus revistas y, de ser posible, su estaciรณn de radio o de televisiรณn. No hay nada mรกs buscado en la burocracia que tener medios para cacarear: Aquรญ estoy.
Joaquรญn Garcรญa Icazbalceta vio la importancia de integrar un catรกlogo de todos los libros publicados en Mรฉxico, y se lanzรณ (personalmente, en su casa y por su cuenta) a la magna empresa. En 1886, en su propia imprenta, publicรณ su asombrosa Bibliografรญa mexicana del siglo XVI. Primera parte. Catรกlogo razonado de libros impresos en Mรฉxico de 1539 รก 1600. Nadie la continuรณ, a pesar de que ahora el mundo institucional tiene presupuestos millonarios y legiones de especialistas.
La importancia histรณrica, intelectual, bibliotecaria, jurรญdica, operacional y comercial de tener el catรกlogo 1539-2012 de todos los libros publicados en Mรฉxico deberรญa ser obvia, pero no despierta interรฉs.
Los trabajos de infraestructura intelectual, cuyo costo es ridรญculo en comparaciรณn al multiplicador que tienen en la prosperidad de muchas otras actividades, no se aprecian en Mรฉxico. Ademรกs, requieren una vocaciรณn benedictina: abnegaciรณn, buen juicio, cuidado, calidad, a contrapelo de todas las tendencias actuales para tener รฉxito. Tamaรฑas exigencias para algo que no tiene prestigio, ni incentivos polรญticos, ni econรณmicos, explican lo que estรก descontinuado desde 1886. ~
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.