Precisiones y desacuerdos

"Mi paisaje favorito son las personasโ€, decรญa Berlin a menudo. Sus cartas, que se han compilado en cuatro volรบmenes editados por Henry Hardy, son un testimonio de su pasiรณn por el diรกlogo y el intercambio de ideas con otros pensadores. Aquรญ ofrecemos una selecciรณn del รบltimo tomo.
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Para

Michael Walzer1

14 de enero de 1986 Headington House, Oxford

Querido Michael:

[…] En cuanto al relativismo, entiendo muy bien tu problema, porque es tambiรฉn el mรญo.2 El โ€œterreno comรบnโ€ es, supongo, lo que Herbert Hart3 intentรณ formular a manera de versiรณn empรญrica de la ley natural, es decir, esas leyes sin las que ninguna sociedad podrรญa sobrevivir: si todo el mundo mintiera, matara (o incluso, supongo, si lo hiciera la mayorรญa), ninguna sociedad podrรญa sobrevivir y esto es por tanto casi una especie de necesidad biolรณgica, independientemente de cรณmo interpretemos la palabra โ€œnecesidadโ€. Pero de modo visible esto no es suficiente como cรณdigo mรญnimo, aunque sea lo bastante universal. Por tanto, ยฟquรฉ se puede decir? Si tengo razรณn, y en รบltimo tรฉrmino los valores pueden ser incompatibles, ยฟcรณmo decidimos entre el amor y el honor? ยฟCรณmo decidimos si Antรญgona acertรณ o se equivocรณ al actuar? Hace tiempo que hay desacuerdo al respecto: Hegel no decidiรณ en un sentido ni otro (creo que con acierto); Sartre pensaba que Creonte tenรญa razรณn. ยฟY quรฉ hay de Dido y Eneas? Cuando Eneas descubriรณ que ella estaba locamente enamorada de รฉl, y que รฉl no estaba en absoluto enamorado de ella โ€“aunque habรญa perdido la cabeza (podrรญa decirse) en esa cueva a la que lo habรญa empujado la tormentaโ€“, ยฟquรฉ debรญa hacer? ยฟCasarse con ella y condenar a ambos al conflicto y la tristeza? ยฟO abandonarla como hizo? Por supuesto, Virgilio cuenta que apareciรณ Mercurio y le dijo que su deber era fundar Roma, etc., pero eso es lo que Kant llamaba un lamentable subterfugio. Todos los editores del siglo XIX pensaban que Eneas era un canalla tremendo, y la pobre Dido una vรญctima, y su inmolaciรณn algo maravilloso; y el hecho de que Anรญbal tuviera que vengarse de Roma, como descendiente suyo, un agradable mito etiolรณgico.

Pero ยฟquรฉ pensamos tรบ y yo? ยฟLos lรญderes judรญos bajo el nazismo deberรญan haber aceptado salvar cierto nรบmero de judรญos aunque eso implicara dar los nombres y direcciones de otros y condenarlos a una muerte inmediata, o deberรญan, cuando se les pedรญa que lo hicieran, no haber hecho nada, o haberse suicidado? Sin duda, pese a la seรฑorita Arendt, que creo que es terrible al respecto (y en muchas otras cosas), no estamos en posiciรณn de moralizar sobre este asunto: en situaciones dolorosas y agรณnicas como esas, un criterio que cualquiera pudiese considerar en algรบn sentido objetivo (aunque nunca conseguirรฉ saber lo que significa eso) debe condenarse.

Ante tales conflictos, incluso en los que no son agรณnicos, sino simplemente un conflicto entre fines vitales que esperamos que se puedan armonizar, aunque sea con un sacrificio, pero que a veces no se pueden armonizar, estamos, creo, obligados a henchirnos y defender nuestra decisiรณn en los tรฉrminos de los valores que consideramos mรกs importantes para nosotros y, aรฑadirรญa, que asumimos que son buenos para muchos miembros de la sociedad en la รฉpoca en la que vivimos. Puesto que, si estoy en lo cierto, en principio podemos no buscar un orden objetivo que lo abarque todo, vรกlido para todas las รฉpocas, en todos los lugares y para todos los hombres, los desacuerdos entre las culturas pertenecen a la misma categorรญa que todos los demรกs conflictos de valores. Seguimos los nuestros; pero no podemos convertirnos a una religiรณn, a un cรณdigo รฉtico, casi a otra cultura, quizรก. Si decimos: โ€œYa estรก, por fin, ahora veo lo que es bueno y correctoโ€, como sin duda ha hecho la gente, y hace y harรก, deberรญamos poder explicar a los demรกs por quรฉ es asรญ. Solamente lo podemos lograr si tenemos suficiente terreno en comรบn con los demรกs, es decir, suficiente para que sea posible sostener la convicciรณn, por ejemplo seรฑalando similitudes en los valores que ahora se predican con algunos de los que el interlocutor tiene. ยฟNo es eso lo mรกs cerca que podemos estar de la objetividad? Si la gente protesta diciendo: โ€œยฟCรณmo podemos saber cรณmo vivir?โ€, una combinaciรณn de argumentos a la manera de Hart sobre los requisitos mรญnimos para el funcionamiento de una sociedad (aunque sea inmoral), mรกs ejemplos de vidas, perspectivas, caracteres, la moralidad antikantiana de la que habla Bergson en Las dos fuentes de la moralidad y la religiรณn, me parece prรกcticamente todo lo que podemos hacer. Y es sin duda asรญ como actuamos en la prรกctica. Los ayatolรกs, Leo Strauss, Kant, el consejo de sabios en Jerusalรฉn que dicta la polรญtica de los partidos religiosos en la Knesset, G. D. H. Cole, otros que obtienen luz de la revelaciรณn, o de un conocimiento previo de valores y reglas morales, pueden estar en desacuerdo y preguntar, si no es asรญ, quรฉ significa โ€œceguera moralโ€. Pero creo que quien no entienda el conflicto de Antรญgona, o el de los lรญderes judรญos bajo el nazismo, o el de una persona sometida al chantaje moral, en su propia mente o por otros, estรก moralmente ciego. No puedo ir mรกs allรก, pero no defiendo que esto sea totalmente satisfactorio.

Hablemos de esto la prรณxima vez que nos veamos: es un asunto sobre el que nadie ha escrito todavรญa de manera magistral4 que uno pueda aceptar y decir: โ€œAl menos el problema, si no resuelto, se ha clarificado enormemente.โ€

Siempre tuyo (muy agradecido),

Isaiah

Para

Frederick Rosen5

17 de julio de 1991 Headington House

Estimado profesor Rosen:

Gracias por su cortรฉs carta y por enviarme su conferencia โ€œThinking about libertyโ€,6 que he leรญdo con gran atenciรณn e interรฉs. Fue muy amable de su parte mandรกrmela y siento la obligaciรณn de responder a las cuestiones que plantea.

No le sorprenderรก oรญr que nada que haya publicado nunca provocรณ tantas crรญticas, a veces extremadamente personales, como esa conferencia.7 Intentรฉ responder a las primeras objeciones en mi introducciรณn a Cuatro ensayos sobre la libertad, pero eso no aplacรณ a algunos de mis oponentes, entre los que ahora debo reconocerlo a usted. Mรกs vale que sea claro sin mรกs dilaciรณn, y que diga que creo que usted ha malentendido en buena medida lo que intentaba decir, y que en consecuencia me ha malinterpretado parcialmente. […]

No soy en modo alguno un abogado de lo que usted llama โ€œel mรกximo de no interferenciaโ€; soy tan consciente como cualquiera de que toda clase de comunidad requiere lรญmites a la libertad negativa. Por supuesto, las libertades polรญticas y cรญvicas no pueden obtenerse sin la garantรญa de la ley o la costumbre o la autoridad de algรบn tipo, y quizรก tambiรฉn sanciones; por supuesto, soy tan consciente como cualquiera de que la libertad completa de la carpa no es compatible con la libertad completa del lucio; de hecho, digo eso en mi conferencia: la libertad del cordero no es posible si el lobo goza de una libertad negativa completa. Y eso, entiendo, es lo que usted desea decir cuando habla de libertades cรญvicas y polรญticas. Eso es algo que reconozco por completo, y por esa razรณn no ofrezco la absurda proposiciรณn de que una sociedad podrรญa subsistir si se garantizara una mรกxima libertad negativa a todos, o incluso algunos, miembros de un cuerpo de ese tipo.

Pero irรฉ mรกs lejos: considero que, dados otros valores humanos โ€“fines vitales, digamosโ€“ y las meras necesidades de la vida social como tal, algunas de las cuales pueden, en cierto grado, ser incompatibles entre sรญ, la libertad de cualquier tipo debe hacer sitio a esos otros valores si se pretende establecer una sociedad decente. A veces los valores estรกn en conflicto, hay que hacer concesiones, se necesitan transacciones y en mi conferencia digo, de nuevo de manera bastante especรญfica, que la libertad no es el รบnico fin del hombre y por tanto en ocasiones ha de ceder, en todo caso en algรบn grado (y en algรบn caso de aguda crisis quizรก casi por completo) ante otras necesidades. Si este ha de ser el caso, por supuesto que la maquinaria para ello es indispensable: ley, autoridad, valores tradicionales, etc., etc., todo el marco burkeano en el que ha de vivir incluso la sociedad mรกs libre y liberal.

Por supuesto, los derechos humanos no se pueden ejercer en una sociedad que no impone ningรบn lรญmite a las potenciales violaciones de los mismos: solo una sociedad totalmente anarquista, supongo, cuya posibilidad descansa en asunciones que pocos de nosotros estamos dispuestos a aceptar, por razones del mรกs mรญnimo realismo. Creo que usted se equivoca al ver mi conferencia como una defensa de un laissez-faire sin freno y un Estado mรญnimo hayekiano o thatcherista. No es asรญ. Estoy preparado para ir mรกs allรก y decir que las libertades y los derechos civiles, es decir, el derecho a vivir en el hotel Ritz, que alguien no puede ejercer porque no tiene un penique, puede ser hueco en un mundo benthamita y en el mundo real. Sin embargo, son libertades, y la libertad negativa las abraza. Puesto que acepto la necesidad de limitar no solo la libertad de los lobos (para proteger a los corderos) sino tambiรฉn las exigencias de otros valores โ€“rivales de la libertadโ€“, no creo que […] tenga usted razรณn al acusarme de โ€œsimplificar en exceso las ideas de libertad polรญtica y cรญvicaโ€. Por supuesto que las libertades que pertenecen a los hombres en sociedad requieren lรญmites. Lo รบnico que yo pretendรญa decir es que la ley no es libertad, sino su disminuciรณn, por necesaria que sea. Lo que obtengo de Constant, a quien admiro enormemente, y en particular el ensayo al que se refiere,8 que me influyรณ de manera profunda, es que en cualquier sociedad decente (en todo caso moderna) se necesita un grado mรญnimo โ€“no mรกximoโ€“ de libertad negativa para los individuos; un รกrea que leyes, instituciones, individuos y otras agencias no actรบan normalmente para limitar. Eso es todo lo que pedรญa Constant, y todo lo que yo hago tambiรฉn.

[…] usted habla de la โ€œretรณrica de la Guerra Frรญaโ€ que retrataba las โ€œdemocracias totalitarias (asรญ llamadas)โ€ de una manera que considera falsa. De hecho, no creo que lo que denomina โ€œretรณrica de la Guerra Frรญaโ€, buena parte de la cual, como usted mismo reconoce, resultรณ vรกlida, se refiriese a ellas como โ€œdemocraciasโ€, porque no lo eran. La cuestiรณn de una democracia opresiva es otro problema que tratarรฉ mรกs adelante. Tampoco es cierto que los Estados comunistas de Europa del Este y otros lugares me โ€œobsesionaranโ€ cuando escribรญa mi conferencia. Sin duda aceptaba la visiรณn orwelliana de esos Estados, algo que cualquiera que hubiese vivido en uno, si estaba cuerdo y era honesto, no podรญa evitar. Pero pensaba en la misma medida en despotismos de derecha. Permita que deje claro que pensaba, para empezar, en la Europa de, digamos, 1938-39, la Europa de Stalin, Hitler, Mussolini, Franco, Salazar, dictadores en los Balcanes y el Bรกltico y en algunas partes de Asia. Ahรญ es donde se pisoteaban los derechos civiles, la libertad positiva y negativa, con el supuesto propรณsito de posibilitar que los ciudadanos se realizaran de una manera que exigรญa su โ€œverdadero serโ€: en el nombre de la libertad de ese โ€œverdadero serโ€ para dominar a los desdichados seres empรญricos de los pueblos e individuos oprimidos.

En la รฉpoca en que redactaba mi conferencia, solo quedaban la Uniรณn Soviรฉtica y sus satรฉlites de Europa oriental, China, Espaรฑa, Portugal y varios Estados africanos. Pero era suficiente. No creo que estuviera โ€œobsesionadoโ€ en absoluto, simplemente deseaba acentuar la perversiรณn del concepto de libertad de una manera orwelliana, como sinรณnimo de un control total, de opresiรณn. El โ€œdestino mรกs elevadoโ€ que usted menciona se ha representado a menudo como una forma de liberaciรณn de los hombres de falacias herรฉticas liberales, democrรกticas, ateas o de otro tipo, que el โ€œverdadero serโ€ debรญa desenmascarar y rechazar. Hasta ese punto estamos de acuerdo. Pero mi conferencia no era un ejercicio de retรณrica de la Guerra Frรญa: respondรญa en el mismo grado a despotismos en el pasado mรกs remoto y en el presente.

[…] usted dice que no entiende cรณmo puede sostenerse mi versiรณn de la relaciรณn entre libertad negativa y democracia. Al margen de su expresiรณn โ€œretรณrica de la Guerra Frรญaโ€, que es una calumnia y completamente injusta, permita que seรฑale que las democracias pueden ser tremendamente opresivas, y disminuir en gran medida las libertades cรญvicas y polรญticas. ยฟDe verdad piensa que la democracia ateniense, en su funcionamiento real (que Constant describe de manera brillante), era compatible con las libertades bรกsicas, fueran negativas o positivas, de Sรณcrates, Anaxรกgoras, Diรกgoras y otros pensadores castigados con el exilio o la muerte (Aristรณteles escapรณ por poco a ese destino)? ยฟCree que la democracia estadounidense, que es real, a pesar de sus defectos en la prรกctica que todos reconocemos, no oprimรญa los derechos de las minorรญas, no solo en la รฉpoca de McCarthy sino en la Nueva Inglaterra del siglo XVII, con las brujas de Salem? ยฟDirรญa que las comunidades de Nueva Inglaterra no eran democrรกticas, gobernadas por mayorรญas? ยฟDirรญa que la mayorรญa de los iranรญes bajo el ayatolรก Jomeini no habrรญan votado para reprimir a los que estaban en desacuerdo con ellos, o, como hicieron algunos, verรญan con esperanza el dominio de un islam populista mayoritario por todo el mundo, y la eliminaciรณn de los derechos bรกsicos de, digamos, โ€œel gran Satรกnโ€ (Estados Unidos)? ยฟDescribirรญa esto como retรณrica de la Guerra Frรญa (o alguna otra versiรณn de mera retรณrica) por mi parte?

[…] usted pregunta por quรฉ los hombres y las mujeres estรกn dispuestos a luchar y morir por la libertad, y dice que no luchan por la libertad negativa, ni por la libertad de morir de hambre, no tener casa, estar en coma, etc. Es cierto. Pero ยฟpor quรฉ tipo de libertad cree que luchaba Sรกjarov? ยฟUna sociedad utilitaria? Luchaba por los derechos humanos bรกsicos y sabรญa, como usted y yo, que para protegerlos se necesitan leyes, constituciones, una fuente de autoridad de algรบn tipo. Las libertades que proclamaba eran en buena medida lo que yo entiendo por libertades negativas: libertad de la repugnante interferencia del tipo al que era sometido, polรญtica y fรญsicamente, por las autoridades soviรฉticas. ยฟDe verdad desea sostener que la democracia es una garantรญa suficiente de las mismas? ยฟO un sistema utilitarista? ยฟCree que los presos recolectores de estopa que debรญan incrementar la fortuna privada de Bentham eran un ejemplo de un grado mรญnimo de libertad al que se podrรญa pensar que tienen derecho incluso los presos en sus celdas solitarias?

Me parece que la รบnica garantรญa de las libertades cรญvicas, o de hecho de cualquier tipo de libertad, negativa o positiva, es, al final, su establecimien- to por medio de leyes que estรฉn mรกs allรก de la interferencia de mayorรญas, leyes que garanticen el espacio mรญnimo privado de Constant y, por tanto, por medio de constituciones, escritas o que funcionen como si lo estuvieran, aceptadas sin demasiada disputa; cartas de derechos; principios y leyes bรกsicas, quizรก similares (aunque mucho mรกs igualitarios, aplicables a todos los habitantes de un paรญs) a los que un grupo de terratenientes americanos dueรฑos de esclavos (no entusiastas defensores de una total libertad popular) redactaron para su paรญs. Esa constituciรณn tiene muchos defectos, pero ha preservado las libertades con mรกs eficacia que las negaciones utilitaristas de las libertades naturales o de cualquier otra clase salvo las permitidas por la ley. Claramente la felicidad de los muchos puede obtenerse a travรฉs de la injusticia con los pocos, o deteniendo el progreso cientรญfico y la bรบsqueda de la verdad por temor a peligrosas consecuencias sociales. No creo que el utilitarismo o la democracia representativa como tales sean obvios garantes de las libertades individuales, ni de hecho comunales o sectoriales. Sin duda Constant tenรญa razรณn y […] la mejor manera de obtener esas libertades es en una democracia […], porque otras formas de gobierno tienen mรกs posibilidades de ponerlas en peligro. Es una condiciรณn necesaria, pero no suficiente; la rendiciรณn de cuentas no basta: los gobiernos pueden rendir cuentas a mayorรญas que pueden manipular de un modo u otro demagogos poco escrupulosos y lรญderes carismรกticos. Sin duda, la democracia presupone la existencia de mรกs de un partido: en ese sentido, permite cierto grado de competiciรณn entre ellos que puede ayudar a garantizar las libertades. Pero aun asรญ me parece que con frecuencia, a menos que haya una base mรกs firme para proteger a individuos o grupos โ€“algo que los liberales pero no necesariamente los demรณcratas buscan obtenerโ€“, los peligros de la libertad, sean bajo una democracia excesivamente ardua o intervencionista, aunque quizรก totalmente honesta, no digamos una corrupta o estรบpida, pueden ser considerables.

Permita que lo diga otra vez: mi defensa de la libertad negativa no es una doctrina hayekiana- thatcherista (lejos de ello), a la que creo que usted corre el riesgo de reducirla. Solo deseo insistir en que en este momento las garantรญas contra la invasiรณn del mรญnimo grado de intimidad y libertad negativa que los seres humanos necesitan son mรกs importantes que la simple rendiciรณn de cuentas.

Con mis mejores deseos.

Atentamente,

Isaiah Berlin

Para

Mark Lilla9

13 de diciembre de 1993 Headington House

Estimado profesor Lilla:

[…] Usted dice que mi argumento sobre Hamann no es original. Lejos de mi intenciรณn presumir de originalidad en este o cualquier otro contexto, pero dirรญa, aunque no con demasiada contundencia, que la representaciรณn de Hamann como el primer, mรกs apasionado e inflexible asaltante de la Ilustraciรณn โ€“mรกs que quienes vinieron tras รฉl, y con pocos, si es que tuvo algunos predecesoresโ€“ es algo que hasta ahora nadie habรญa planteado. Cuando mi hรฉroe Alexander Herzen dice sobre los jacobinos, con admiraciรณn, que rechazaban todo el Ancien Rรฉgime, tanto sus virtudes como sus vicios, me parece que Hamann tenรญa la misma actitud inflexible contra la Ilustraciรณn, de la que usted me considera con acierto un genuino discรญpulo. Sin duda votarรญa incluso con Helvรฉtius y Holbach contra Hamann si llegara el caso: esos pensadores hicieron mucho bien; atacaron con eficacia la supersticiรณn y la ignorancia, la crueldad, la oscuridad, el dogma, la tradiciรณn, el despotismo de toda clase, y por eso los admiro de verdad. Pero por temperamento no soy propenso a escribir sobre pensadores con los que estoy de acuerdo: a esos los doy por sentados. No me parece muy interesante elogiar a pensadores por aquello con lo que coincido, y prefiero a los enemigos, que aunque fueran feroces y destructivos a veces, como sin duda lo fueron, descubrieron grietas en la armadura de la Ilustraciรณn, grietas importantes, e hicieron observaciones vรกlidas contra ellos; y que en todo caso hacen que uno piense, que se dรฉ cuenta de que no puede tragarlos enteros, que algunos de los resultados de sus enseรฑanzas llevaron a resultados deplorables.

Por supuesto que coincido con que Diderot y Lessing, dos de mis pensadores favoritos del siglo XVIII, no condujeron en modo alguno a los errores de la uniformidad, y al final el gulag. Ni puedo acusar a ninguno de los pensadores de la Ilustraciรณn, por fanรกtica que fuera su devociรณn al monismo, al racionalismo, a las respuestas verdaderas para todas las preguntas, etc., de conducir directamente al autoritarismo, la imposiciรณn y finalmente el totalitarismo, al menos en la Uniรณn Soviรฉtica (Hitler es otra historia). Pero sรญ creo que sus intรฉrpretes posteriores, en particular los marxistas por supuesto, pero tambiรฉn Comte (como usted seรฑala con acierto), condujeron a algo de ese tipo, en su forma exagerada, a veces distorsionada pero sin embargo identificable. Pensadores que conocen la respuesta y sostienen que si a otros no se les puede convencer, la fuerza, la ley y en รบltimo tรฉrmino la coerciรณn quizรก deban usarse para mejorar el mundo tienen mucho a lo que responder. Di un curso sobre la Ilustraciรณn, o partes, para la bbc, hace muchos aรฑos, que nunca se publicรณ porque pensรฉ, como usted, que mis acusaciones contra ella eran algo extremas.10 Todo esto surgiรณ, creo yo, por mi interรฉs en el marxismo y mi lectura de Plejรกnov, ese brillante y mordaz escritor, sin duda el mรกs brillante de los marxistas rusos, que escribiรณ un libro (llamado, por culpa del censor, algo parecido a Ensayo sobre la concepciรณn monista de la historia), donde escribe sobre la Ilustraciรณn francesa con extrema claridad, de manera legible, pero obviamente con el propรณsito de impulsar una versiรณn bastante intolerante del marxismo.

Usted dice con acierto que no defiendo las doctrinas de Hamann โ€“lejos de elloโ€“. Pero insinรบa que tengo mejor opiniรณn de ellas de la que en realidad tengo: quizรก no me he expresado con claridad. Mi รบnico deseo al investigar a esos pensadores era identificar las objeciones interesantes y dignas de reflexiรณn que planteaban a las doctrinas y profecรญas excesivamente dogmรกticas, ingenuas y en ocasiones superficiales de la Ilustraciรณn. En mi opiniรณn, si uno pretende comprender el mundo, debe tener en cuenta ambos lados, y no apresurarse a extraer conclusiones, dado el โ€œfuste torcidoโ€ de la humanidad. Usted habla del escepticismo de los hombres de la Ilustraciรณn. Sin duda, Voltaire no era optimista con respecto al futuro de aquello en lo que creรญa; pero creรญa en รฉl, y querรญa que ocurriera, e influyรณ en otros directamente. No hay mucho escepticismo en Helvรฉtius, Holbach, La Mettrie, o de hecho el admirable Condorcet, uno de los mejores hombres que han vivido; en Diderot, sรญ, en Lessing tambiรฉn; y eso lleva a las ambivalencias de Tocqueville, Humboldt, J. S. Mill y mi adorado Herzen, no al rรญgido autoritarismo de Comte o el cientificismo, como lo llamaba Hayek, o al final a Marx, Lenin, Stalin, los mencheviques y los bolcheviques, H. G. Wells, Shaw, etc., todos los cuales querรญan alisar el mundo, hacerlo limpio y ordenado, pisotear la inconveniente variedad humana: un reduccionismo fatal, si sabe lo que quiero decir (y por supuesto que lo sabe).

[…] Creo que exagera mi crรญtica de la Ilustraciรณn. No hablo de ellos en detalle, porque los autores a los que atacaba Hamann, incluyendo el Rousseau de El contrato social, y los textos filosรณficos mรกs que emocionales, eran bastante uniformes. Pero decir que mi caracterizaciรณn de la Ilustraciรณn es โ€œcasi negraโ€ es realmente una exageraciรณn. Creo que el monismo lleva a los problemas que describo; pero no creo que mi visiรณn de los monistas, es decir, toda la corriente central de la filosofรญa europea, sea de algo โ€œnegroโ€: Platรณn, Aristรณteles, Hegel, Marx no son โ€œnegrosโ€ para mรญ tal como lo son para, digamos, Popper โ€“mi libro sobre Marx es suficiente prueba, me pareceโ€“. Solo creo que de pequeรฑas bellotas crecen grandes robles, y que el monismo al final llevรณ a consecuencias por las que no se puede culpar a los primeros monistas. Detesto a la gente que dice que Hegel es responsable de los nazis, pero por supuesto que lo utilizaron, como utilizaron a Fichte, como utilizaron a todo el mundo, para sus terribles fines.

[…] Mi visiรณn de la Ilustraciรณn no es โ€œturbiaโ€. Creo que algunas de las doctrinas, en particular tal como se interpretaron en el siglo XIX y en nuestro propio siglo, hicieron mucho por socavar la libertad individual, los derechos civiles, la tolerancia, y no me retractarรฉ de esa posiciรณn. Pero en la introducciรณn de una colecciรณn de textos titulada The age of Enlightenment rindo un verdadero homenaje a quienes en el siglo XVIII defendieron esos mismos valores,11 aunque sus opiniones por varios medios llevaran a lo contrario de lo que, quizรก, algunos de ellos creรญan. No niego […] que la Ilustraciรณn atacara de manera muy รบtil y efectiva la escolรกstica medieval, asรญ como el racionalismo moderno; pero no, a mi juicio, por medio de lo que usted llama โ€œempirismo escรฉpticoโ€, sino a travรฉs de llamamientos a la razรณn, la ciencia, la experiencia, etc. A su manera eran tan dogmรกticos como sus oponentes, solo que en general ellos tenรญan razรณn y sus oponentes estaban equivocados. De nuevo, debo exceptuar a Diderot y Lessing. Por supuesto que no carecรญan de sentimientos, por supuesto que eran tolerantes, por supuesto que fue Saint-Simon el primero que iniciรณ el proceso de imponer las reglas y llevar a la opresiรณn โ€“algo que usted y yo reconocemosโ€“. Pero Saint-Simon era un verdadero discรญpulo de la Ilustraciรณn y, aunque no lo reconocรญa, Marx era un verdadero discรญpulo de Saint-Simon […].

Perdone todos estos comentarios, pero pensรฉ que debรญa hacerle saber que admirรฉ su reseรฑa, y que la leerรฉ de nuevo cuando salga en el prรณximo nรบmero de la London Review of Books. Creo que es a grandes rasgos generosa y en su mayor parte justa. Pero cuando dice que no estoy seguro de dรณnde me encuentro โ€“que oscilo, por asรญ decirlo, entre la Ilustraciรณn y la Contra-Ilustraciรณnโ€“, sรฉ quรฉ quiere decir. Lo que creo de verdad es que somos hijos de dos tradiciones que no hemos reconciliado en nosotros mismos: no solo yo, tampoco la mayorรญa de la gente. Permita que ponga un ejemplo. La sinceridad es una virtud que no se encontraba antes del siglo XVIII: si la gente โ€“musulmanes, protestantesโ€“ se equivoca, los verdaderos cristianos no dan valor a que abrace con sinceridad doctrinas malvadas; no dicen: โ€œEste protestante estรก llevando las almas a la perdiciรณn, pero no lo hace por su gloria personal, sino porque cree de verdad en lo que dice, y deberรญamos admitir eso como algo en su favor.โ€ Eso no se decรญa nunca: al contrario, cuanto mรกs sinceramente se tenรญa una falsa creencia, mรกs peligroso, malvado y acreedor de eliminaciรณn era quien la tenรญa. Pero en el siglo XIX, y hoy, damos valor a la sinceridad, a la aprobaciรณn de una variedad (para Spinoza, un signo seguro de error); si las cosas van demasiado lejos, la sinceridad โ€“por parte de Lenin o Hitlerโ€“ no se alega a menudo; pero en otros casos, bastante a menudo. Imaginemos que alguien pregunta: โ€œยฟValora a Torquemada por encima o por debajo de Federico el Grande?โ€ El primero torturaba a hombres inocentes para salvar su alma (como creรญa sinceramente), para hacer que su entrada al cielo fuera mรกs fรกcil, y por tanto en ese aspecto era un hombre sincero que hacรญa aquello que realmente creรญa correcto y bueno; mientras que Federico el Grande era en muchos sentidos un villano, un cรญnico, etc., pero el nivel de vida de Prusia aumentรณ en su reinado, y la gente era mรกs feliz y tenรญa mรกs oportunidades que antes. ยฟDar mรกs valor a la sinceridad de Torquemada o a las razones utilitaristas de Federico? No creo que lo sepamos: la gente oscila entre los dos, y yo sin duda oscilo tambiรฉn. Hasta ese punto tiene usted razรณn. Al final me pongo de parte de la Ilustraciรณn, pero tambiรฉn hay que escuchar a la otra parte: ha identificado grandes errores, tambiรฉn tiene una visiรณn.

Con esto cierro, y le doy las gracias de nuevo.

Sinceramente,

Isaiah Berlin ~

Traducciรณn del inglรฉs de Daniel Gascรณn.

Letters ยฉ the Trustees of the Isaiah Berlin Literary Trust 2013, 2015.

Estas cartas son una selecciรณn de Affirming. Letters 1975-1997 (2015), editado por Henry Hardy y Mark Pottle (Londres, Chatto & Windus).


1 Michael Walzer (1935), profesor universitario y director de la revista Dissent. [n. de la r.: Las notas se han adaptado a partir de la ediciรณn de Henry Hardy y Mark Pottle.]

2 Aunque coincidรญa con Berlin en que โ€œun mรญnimo de terreno moral comรบnโ€ excluye el relativismo, Walzer tenรญa dificultades para definirlo: โ€œTodavรญa tengo problemas, inclinado a decir demasiado o demasiado poco (demasiado cuando me encuentro en cierto tipo de debate, demasiado poco en otros)โ€ (en una carta a Berlin de diciembre de 1985). En su carta Walzer alude al โ€œsupuesto relativismo en el pensamiento europeo del siglo XVIIIโ€, British Journal for Eighteenth-Century Studies, 3 (1980), pp. 89-106, reproducido en El fuste torcido de la humanidad.

3 En The concept of law (Oxford, 1961), Hart defendรญa que habรญa un fundamento empรญrico de la ley natural, que se elevaba sobre la necesidad de supervivencia del individuo y del grupo.

4 Palabra tachada, pero sin sustituciรณn.

5 Frederick Rosen (1938), acadรฉmico estadounidense, experto en Jeremy Bentham, profesor y estudioso de la historia de las ideas.

6 โ€œThinking about libertyโ€, una conferencia inaugural pronunciada en University College London el 29 de noviembre de 1990.

7 โ€œDos conceptos de libertadโ€.

8 โ€œDe la libertad de los antiguos comparada con la libertad de los modernosโ€.

9 Mark T. Lilla (1956), teรณrico polรญtico e historiador de las ideas estadounidense. En esta carta Berlin comenta un mecanoscrito de โ€œThe trouble with the Enlightenmentโ€, la reseรฑa que Lilla escribiรณ de El mago del norte, publicada en London Review of Books el 6 de enero de 1994, pp. 12-13.

10 La traiciรณn de la libertad, seis conferencias de 1952, editadas cincuenta aรฑos despuรฉs en inglรฉs.

11 La introducciรณn concluye: โ€œLa potencia intelectual, honestidad, lucidez, coraje y amor desinteresado por la verdad de los pensadores mรกs dotados del siglo XVIII permanece hasta hoy inigualada. Su รฉpoca es uno de los mejores y mรกs esperanzadores episodios de la vida de la humanidad.โ€

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