Progreso en unidad

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A finales del pasado año, casi simultáneamente, tuvieron lugar dos acontecimientos multitudinarios y estentóreos en nuestro país. En el estadio bilbaíno de San Mamés tuvo lugar el partido de fútbol entre las selecciones de Euskadi y Cataluña, donde con pretexto deportivo se atacó al Estado de derecho en que vivimos, se insultó a sus instituciones, se vitoreó al grupo terrorista ETA (“la lucha armada es el camino”… ¡en catalán!) y se hicieron otras varias patochadas, no por ridículas y adolescentes menos irritantes. Quizá nada demasiado grave, desde luego, pero todo un síntoma de arrogancia separatista a tener en cuenta. Pocas horas después, tuvo lugar en la plaza madrileña de Colón una concentración “en defensa de la familia” donde los manifestantes contaron con un obispo y medio cardenal por cada diez mil personas, lo cual es un privilegio eclesiástico no pequeño. En ese acto, con pretextos piadosos, se atacó la democracia y uno de sus ingredientes básicos, el laicismo, tan necesario en ella como el sufragio universal. Por supuesto no se trataba en realidad de defender la institución familiar católica, que nadie ataca ni puede señalar la mínima merma en sus derechos, sino de agredir a las otras formas de familia posibles, tan decentes en la sociedad española actual como la más tradicional de las vigentes.

Pues bien, esos dos akelarres (palabra euskérica, por cierto, que significa “prado del macho cabrío o cabrón” y que alude a antiguos rituales de brujería), perfectamente legales ambos –digo yo– y no por ello menos detestables, marcan bien los dos principales extremismos ideológicos, disgregadores y sectarios, que afectan a nuestro país. Sería muy deseable que de las próximas elecciones saliera una mayoría suficiente para combatir contra ambos, es decir para luchar –no verbalmente, sino con reformas institucionales, educativas y hasta constitucionales llegado el caso– en defensa de la unidad del Estado de derecho y a favor de su laicidad (de la cual es elemento indispensable una buena educación cívica en los centros escolares). Tras repasar los programas electorales de unos y de otros, no encuentro más que un partido que se proponga consecuentemente este objetivo. A ver si adivinan cuál es… ¿El PSOE? ¿EL PP? ¿Izquierda Unida? Frío, frío… ~

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Filósofo y escritor español.


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