Ya se me acusó de necio (supongo que tanto en el sentido de “ignorante” como en el de “terco”) por este asunto del otorgamiento del “Premio Villaurrutia” al escritor Sealtiel Alatriste, algo que deploré en un par de comentarios que demuestran su afición al plagio: “Ateniéndonos a los textos” y “Un premio mal habido”
Además de “necio” algunas personas me han asestado en estos días algunos otros sonoros rapapolvos: buena conciencia cultural, perverso, deplorable, vergonzoso, fabricante de “montañas de palabras ácidas” (este es mi preferido), lapidario, intolerante, insensato e irrespetuoso. Y, desde luego, enemigo de la UNAM, por el hecho fortuito de que el escritor Alatriste es el encargado de una de las tres tareas esenciales (la difusión cultural) de mi universidad. Pero de eso ya hablé aquí la semana pasada.
Supongo que volver al tema confirma, en efecto mi ambidiestra necedad. Fui necio como ignorante porque ignoraba cómo podía premiarse a un escritor que, pensé, plagia de manera compulsiva. Y fui necio como terco, porque no quise quedarme sumergido en esa ignorancia.
El 2 de febrero El Universal reprodujo –como toda la prensa de México– un cable de Notimex que da cuenta de la presentación en el Museo de Arte Contemporáneo de la UNAM de los libros que le merecieron el galardón al Sr. Alatriste. En esa presentación, el escritor leyó un texto titulado “Sobre la naturaleza de lo original” que, de acuerdo a la nota, obedeció a los cuestionamientos sobre sus plagios.
Alatriste explicó su modo de escribir poniendo como ejemplo una novela que publicó en 1994 titulada Verdad de amor (que no he leído). Como él si la leyó, asegura que para escribirla tomó material de “varias biografías” del director de cine Jean Renoir que reproduce en esa novela. Y no sólo eso, sino que su novela “sigue las huellas” de alguna novela de Henry James “hasta el punto que prácticamente la secuencia anecdótica es la misma y muchos de los diálogos de mis personajes están tomados literalmente de los de James.”
Pero no se trata de plagios, explicó, pues lo que tomó de Henry James fue “transformado” y, en consecuencia, es “diferente”. El resumen de la teoría se aprieta en una frase esclarecedora: “Podría decir que es una especie de cita literaria elevada al cuadrado, un homenaje a James”.
Es fascinante. Veamos de nuevo, a la luz de esta teoría, el párrafo del escritor español Javier Villán sobre Camilo José Cela:
Sus escritos tienen esa savia y riqueza de carácter de alguien acostumbrado a lidiar los marrajos que la vida echa al ruedo. El símil taurino no es caprichoso. Camilo José Cela veía en el arte de lidiar toros un espejo de la vida española. Pruebas abundantes de ello hay en sus libros. Fue aprendiz de torero y, de no ser por el carácter subalterno y vicario del peonaje, puede que, como a Manuel Machado, le hubiera gustado ser un buen banderillero.
Ahora, leamos el párrafo firmado por Alatriste en la Revista de la Universidad sobre Camilo José Cela:
Sus escritos tienen esa savia y riqueza de carácter de alguien acostumbrado a lidiar los marrajos que la vida echa al ruedo.El símil taurino no es caprichoso. Camilo José Cela veía en el arte de lidiar toros un espejo de la vida española. Pruebas abundantes de ello hay en sus libros. Fue aprendiz de torero y, de no ser por el carácter subalterno y vicario del peonaje, puede que, como a Manuel Machado, le hubiera gustado ser un buen banderillero.2
Para un ojo vulgar, crédulo de las engañosas apariencias, los párrafos son idénticos.
Pero si se lee con agudeza no podrían ser más diferentes.
En efecto, el párrafo de Villán ha sido transformado en un párrafo de Alatriste, no sólo porque ahora lo firma Alatriste, sino porque el párrafo original se convirtió en una “cita literaria al cuadrado”. Es decir, ha sido transformado en algo idéntico, pero diferente, pues está al cuadrado (nótese el exponente 2 al final del párrafo de Alatriste).
Habrá que suponer de este modo que en el caso de la novela que Alatriste dice haber transformado de Henry James sucedió lo mismo. Habrá que suponer que, por lo mismo, Henry James es ahora un escritor mejor, potenciado.
Así las cosas, ofrezco una disculpa. Lo que ocurre es que soy un espíritu villano que no entiende de sutilezas teóricas. Me alegra que la “república de la letras” goce de cabal salud. Que la cultura de la UNAM esté en buenas manos. Y que reciba un premio de 200 mil pesos –aportados por el pueblo– alguien que logró ir más allá no sólo de Henry James, sino hasta de Jorge Luis Borges.
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.