A su regreso de España, Paz se enfrentó con la disyuntiva de retomar su empleo en Mérida como profesor en una Escuela para Trabajadores o instalarse en Distrito Federal y participar plenamente en la vida literaria.
En los albores de 1938 tomó la decisión de mudar su residencia a la capital, en busca de estabilidad económica y de nuevas posibilidades de publicación. Poco después de su llegada tuvo lugar una polémica encuesta organizada por El Nacional, cuyo objetivo era averiguar ¿quién era el mejor poeta vivo de México?
La pregunta la formuló un “viejo poeta” que, firmando bajó el seudónimo Octavio de Miel, envió una misiva al director instándolo a reflexionar sobre la importancia de la educación artística como instancia de moralización de la juventud. También le pidió:
Busquemos al poeta verdad. No a Novo con sus devaneos surrealistas, no a Villaurrutia con sus devaneos “posseurs”, no a ninguno de los ya calificados y descalificados “utilizadores del Arte”, sino al poeta genuino que, con su ejemplo, arrastre a la juventud hacia rutas de propia superación por la puerta de lo bello.
[…]
Que llame EL NACIONAL a los poetas para que ellos que saben pensar alto, sentir hondo y hablar claro, según la clásica definición, digan su palabra de verdad y de belleza a la juventud, agiten el ambiente y eleven a lo alto al artista conductor individual de masas.
Al mismo tiempo, que El NACIONAL emprenda la útil actividad de encuestar al público […] para hallar respuesta a esta urgente pregunta: ¿Quién es el mejor poeta de México?[1]
El cuestionamiento generó apasionadas discusiones y provocó un inesperado entusiasmo entre los lectores quienes, además de postular candidatos y emitir votos, escribían cartas a favor o en contra de los participantes. Fabienne Bradu sugiere que incluso André Bretón tomó parte entre los polemistas cuando, bajo el seudónimo de Guillermo Gutiérrez, hizo llegar una misiva en la que paradójicamente menospreciaba la poesía surrealista y su ejercicio en México[2].
El catálogo de poetas propuestos resultó copioso y abarcador. Figuran en él autores que han pasado a engrosas las filas del canon, a la par de otros que no lograron franquear la sombra del olvido. Entre los primeros aparecen José Juan Tablada, Renato Leduc, Carlos Pellicer, Manuel Maples Arce, Enrique González Martínez, Alfonso Reyes, Efraín Huerta y el propio Paz.
Para votar era necesario hacerse de un ejemplar del periódico y llenar una pequeña boleta en la que se especificaba el nombre del poeta al que se apoyaba, así como el del votante y su dirección. Efraín Huerta recordó que en las bases se insinuaba que no contabilizarían los votos para los redactores del rotativo, cosa que al final no ocurrió, pues “algunos que ocupamos un honroso sitio […] éramos colaboradores”[3].
En El Nacional del 29 de julio se reprodujo una carta enviada por una lectora, Alicia Alemán, quien comentó:
Octavio Paz es realidad y promesa. Gran sensibilidad, no cataloga a la poesía por la poesía misma; sus sentidos tienen un sentido nuevo saturado de toda esta inquietud y angustia que embarga hoy al mundo. Octavio Paz puede ser el mejor poeta de México. Para mí lo es ya. Esta es mi opinión sincera apartada completamente de la parcialidad. No conozco en lo personal a este literato sino a través de sus publicaciones, y casi, sin meditarlo mucho, me he resuelto a considerarlo como el mejor[4].
En el mismo artículo se invitaba al público a seguir participando: “La justa iniciada tiene ya éxito evidente. […] Dé usted su opinión. La esperamos. Y si no quiere dar su gusto razonado, delo en una simple boleta electoral”[5].
El cinco de agosto la redacción publicó fragmentos de una carta enviada por Alfonsina Junco, una lectora que denunciaba falta de identidad en la poesía mexicana provocada principalmente por la influencia de Neruda y de Lorca: “Claro que hay muchos poetas, muchísimos, y de una fecundidad amenazadora, pero que al no tener personalidad propia, se han dedicado a recorrer los senderos ajenos y a saturarse de ISMOS y escriben según la corriente que priva”[6].
Poco después, Un Agente Viajero escribió una anécdota que involucraba a dos amigos de Paz: Fernando Benítez y Arturo Arnaiz. Según lo relatado, Arnaiz caminaba por la Alameda cuando fue interceptado por un reportero que le preguntó “¿quién es el mejor poeta de México?”. Apenado, el historiador dijo que prefería no opinar –para evitarse enemistades– y siguió su camino hasta la oficina de Benítez, quien al notar la insistencia del entrevistador y las reticencias de Arnaiz, interrumpió: “Vamos a hacerte la catarsis. Recuerda en aquel banquete que se le ofreció a Alfonso Reyes a volver a México esta vez última, estaban juntos., frente a la mesa, el mismo Alfonso Reyes, Enrique González Martínez y Carlos Pellicer. Y tú dijiste, he aquí a los tres mejores poetas de México”[7].
Los resultados se publicaron periódicamente en una tabla que mostraba los acumulados a partir de octubre. El seguimiento editorial dio pauta a suspicacias y reclamos de los encuestados. Un señor Francisco Rojas hizo saber su molestia: “He de empezar condenando el procedimiento que siguen algunos votantes que para encarecer a su candidato denigran a los demás”[8].
Una vez que la votación se abrió a provincia se recibieron cientos de votos en apoyo a Carlos Pellicer y Enrique González Martínez, quienes alternaron en los primeros lugares en la recta final[9]. Al año siguiente el periódico patrocinó la edición de una antología titulada Poesía mexicana contemporánea, elaborada con textos de los 35 autores que obtuvieron más votos. En el prólogo de la misma se puntualizó:
Nuestro propósito se cumplió. El deseo de enaltecer, de reconocer las expresiones cimeras de la vida espiritual, se difundió velozmente de un punto a otro de la Nación. Valores jóvenes, obscuros esfuerzos provincianos, en los cuales esperamos encontrar mañana los nombres representativos, surgieron con la encuesta.
[…]
Según el número de sufragios, el orden de los autores es como sigue: Enrique González Martínez, Carlos Pellicer, Leopoldo Ramos, Gregorio de Gante, Francisco González León, Gilberto Pinto Yánez, Octavio Paz, Renato Leduc, José Juan Tablada, Efraín Huerta, Manuel Maples Arce, Antonio Mendiz Bolio, Miguel N. Lira, Rafael Solana, Salvador Novo, Bernardo Ortiz de Montellano, Alfonso Reyes, Alberto Quintero Álvarez, Justo A. Santa Anna, Gastón de Vilac, Miguel Ángel Menéndez, José Muñoz Cota, José Gorostiza, Luis Rosado Vega, Manuel M. Reynoso, Jaime Torres Bodet, Miguel D. Martínez Rendón, Clemente López Trujillo, Jesús Zavala, Epigmenio Avilés y Avilés, Noé de la Flor Casanova, Alfonso Cravioto, Carlos Cruz Palma y Miguel Bustos Cerecedo[10].
De Paz se publicaron los poemas “Testimonios”, “Raíz del hombre”, “Oda a España”, “Víspera de la luz” y “Oda al sueño”. Su primer paso para integrarse al corpus de la literatura mexicana estaba dado.
[1] El Nacional, “Interrogación sensacional al Mundo del Arte”, 24 de julio de 1938.
[2] Bradu, Fabienne, André Bretón en México, México, FCE, 2012, s/p (se consultó una versión electrónica).
[3] Huerta, Efraín, El otro Efraín, México, FCE, 2014, p. 192.
[4] El Nacional, “¿El mejor poeta es Paz o Lara?”, 29 de julio de 1938.
[5] Ídem.
[6] El Nacional, “¿Es que hay en México buenos poetas?”, 5 de agosto de 1938.
[7] Un Agente Viajero, “Voces de la encuesta”, El Nacional, 26 de agosto de 1938.
[8] El Nacional, “Cálido homenaje al mejor poeta”, 28 de octubre de 1938.
[9] El Nacional, “El cómputo de hoy”, 6 de noviembre de 1938.
[10] El Nacional, Poesía mexicana contemporánea, México, Ediciones Encuadernables, 1939, pp. 5 y 6. Es necesario mencionar que en el listado se omitió el nombre de Xavier Villaurrutia, por lo que preferí no añadirlo para no afectar el orden de los resultados.
Nació en ciudad de México. Estudió la licenciatura en Derecho, es profesor universitario e investigador.