Foto: Milagros Checarelli
“La agenda de desarrollo tendría que ser una prioridad, pero no lo es”
A Raquel Martínez le parecía que en España había una notable falta de perspectiva internacional sobre cómo las políticas públicas de unos países influyen en otros, incluso en la propia carrera de periodismo de la Universidad Complutense, así que decidió doctorarse en Relaciones Internacionales para intentar entender un poco más el mundo. Aunque también ha escrito dos novelas, en esta entrevista nos va a halar de información para el desarrollo, una especialidad en la que hace años viene trabajando para diferentes organismos de cooperación internacional.
¿Cuáles crees que son los principales escollos a los que se enfrenta la información sobre países en desarrollo para tener lugar en los medios importantes?
Son muchos. Las cuatro primeras agencias mundiales concentran el 80 % de la información, y la emisión desde los países del sur es muy poca. La creación de grandes conglomerados no facilita la diversidad, y si no facilita la diversidad, no facilita la inclusión y la emisión de información desde los países del sur. Cada vez hay más concentración de medios, empresas aglutinando televisiones, radios, periódicos, que antes eran industrias individuales. Eso es el contexto general. Luego, en particular, por ejemplo, desde la cooperación para el desarrollo decimos que este sistema de comunicación no está reflejando la realidad de los países del sur y no ayuda a que la ciudadanía apoye el desarrollo en general. Eso impide que cuando hay que negociar en España, por ejemplo, la implementación de políticas que afectan a los países en desarrollo, no cuentes con un apoyo firme por parte de los medios a la hora de contarle a tus ciudadanos, y al ministerio de turno, cómo sus políticas impactan en el desarrollo de los países. Si estás en un país haciendo cooperación universitaria, pero por otro lado le pones trabas al comercio, pues entonces por mucho que des, estas recibiendo tú más a cambio y estás perjudicando mucho más. Entonces, ¿en qué afecta en particular a la cooperación esta información? Afecta en que la ciudadanía no conoce los retos que la humanidad tiene: que la mitad de la humanidad vive la pobreza –extrema o relativa–, no conoce las urgencias medioambientales, etc. La agenda de desarrollo tendría que ser una prioridad, pero no lo es.
¿Son los medios los únicos responsables de esto?
Los medios no están sirviendo de cuarto poder en el sentido de que podrían ayudar a que la agenda del desarrollo esté en el debate público. Obviamente, no son los únicos culpables. Las facultades de periodismo tampoco forman bien en temas de desarrollo. Pero hablando de los medios, por ejemplo, hay agencias pequeñas o alternativas que llegan a los medios, pero en un flujo de información muy bajo. Y lo que eligen los editores de los medios grandes lleva a que, en general, se muestre el teatro de la desigualdad pero no se bucee en las causas. No se hace análisis de por qué pasa lo que pasa, no se hace un llamamiento a la ciudadanía para que conozca y para que demande. Pero no creo que sean sólo los medios los culpables. Ante estos debates, las ONGs suelen decir: “¡Son los medios!”. Y no, hay un trabajo que se tiene que hacer poco a poco y que tiene que estar muy ligado a la educación para el desarrollo, y que los poderes públicos se impliquen. Si no hay implicación de poderes públicos en el sistema formal educativo, por muy bien que funcionen los niveles informales a través de ONGs o a través de medios alternativos de redes, esto no va a ningún lado.
¿Cómo se puede evitar que la excesiva ideologización afecte a la objetividad de la información?
La gente que trabaja en información para el desarrollo tiene claro que aquí no hay una identificación ni con izquierdas ni con derechas. En España se firmó un pacto de Estado contra la pobreza que incluye a todos los partidos políticos y a toda la sociedad civil. Partió de las ONGs, de la campaña “Pobreza Cero”. Todos los partidos la apoyan y la política de cooperación ha sido más o menos concensuada hasta ahora. Entonces de lo que se parte no es de un programa radical de izquierda, sino de lo que se ha firmado. A eso hay que agarrarse ahora, a los compromisos firmados: Objetivos del Milenio de Naciones Unidas, agenda de la Declaración de París –que tiene que ver con el objetivo octavo (“Fomentar una asociación mundial para el desarrollo”), cantidad y calidad de la ayuda, gobernabilidad en los países en desarrollo, fortalecimiento institucional… Eso se ha firmado y hay objetivos concretos, puede tener todos los defectos que tenga, pero antes no había nada y ahora hay una agenda consensuada entre el Norte y el Sur, por primera vez en la historia. El objetivo no es derecha o izquierda, el objetivo es llegar a una forma de desarrollo que logre que más niños vayan a la escuela, que haya mejor sanidad para partos infantiles o para que la gente no muera de malaria y tuberculosis. Es muy poquito; con eso no vas acabar con los grandes males del mundo, pero hay que empezar por algún sitio.
¿Y dónde entra la comunicación en todo este debate?
Nuestra preocupación por la comunicación es con vistas a ese objetivo. Por eso queremos mejorar la información de los países en desarrollo en todos los sentidos: no sólo decir cuántos niños mueren o no mueren, si no también hablar de políticas de ciencia y tecnología. Por ejemplo, ahora, gracias a los avances tecnológicos, hay brechas tecnológicas, pero también hay saltos que se pueden dar. Para eso tienes que implicar a los ministerios de Ciencia y Tecnología de los países en desarrollo, y a los de aquí. Entonces, no se trata sólo de decir “pobrecitos, en esto necesitan ayuda, les ayudamos”, sino que hay que hablar de políticas económicas, políticas de ciencia, o qué pasa con la política financiera, porque esta crisis puede afectar más a unos países u otros según lo que cueste pedir un crédito internacional. Esos son temas de fondo. La apuesta es: mayor análisis profundo de realidades, no simplificación.
¿Cómo se debería formar a un periodista en temas de desarrollo y cooperación?
Tiene que haber una mejor formación desde el colegio, que nos formen mejor en temas globales, no sólo en el marco nacional. Si luego además te refuerzan esas asignaturas en la carrera de periodismo, mejor. Pero tu no tienes que saber de todo, por eso estamos haciendo ahora la fundación Chandra, que tiene un servicio que pone a los periodistas en contacto con las ONGs. Se está trabajando en eso, para que nos conozcamos mejor. Entiendo que la empresa tiene sus lógicas de rendimiento.
Ahora mismo, en comunicación y educación para el desarrollo, que son ámbitos estratégicos de la cooperación, no hay personal. Hay algunos muy buenos en lo cualitativo, pero cuantitativamente faltan. Tiene que haber un impulso desde las instituciones públicas, no manipulado, sino facilitador del diálogo y de la coordinación con los periodistas.
¿Como se hace para solventar las necesidades de financiación de los medios más pequeños?
A nivel estatal puedes cambiar tus leyes de comunicación. Se puede presionar como ciudadanos: si no hay mucha diversidad, hay que limitar determinadas concentraciones o hay que apoyar a medios pequeños para que haya infodiversidad. El planteamiento general es que los marcos no sirven y que hay que repensar los marcos políticos, de políticas públicas de comunicación. En el debate posterior a la crisis se ha hablado mucho de que hay que ayudar a medios pequeños, pero en Estados Unidos le han dado subvenciones a grandes periódicos. No, hay que ayudar a los medios pequeños con utilidad pública, con libertad, que generen participación.
Pero, ¿no es una utopía pensar que las ayudas van a funcionar al margen de partidismos?
Claro, el peligro de la manipulación política de los medios siempre ha existido y no está resuelto. Por ejemplo, con los canales autonómicos en este país no está nada resuelto (y eso va tanto para Telemadrid con el PP como para la televisión de Castilla-La Mancha con el PSOE). Por eso hace falta que la gente se siente, lo planifique y que haya mecanismos de seguimiento independientes. Está claro que es un ideal, pero hay que tratar de estar mejor, porque ahora estamos fatal. Pueden pasar mil cosas, como que mañana cambien el gobierno y no nos financien, o que intenten manipular políticamente… pero yo sigo pensando que hay gente muy buena en muchos sitios que tiene que seguir trabajando, independientemente de eso.
¿Qué opinas de la nueva ley de radiodifusión que no permite publicidad en la televisión pública y le cobra un canon a las privadas?
No me parece mal si eso redunda en calidad. Me parece mal si sólo quitan la publicidad y no abren espacios a la participación. En Radio Televisión Española se abrió lo que se llama el derecho de acceso, algo que aquí se debate hace tiempo: cómo la sociedad civil organizada tendría que tener espacios en la televisión pública. Sería bueno que la administración y la AECID pidieran este derecho de acceso, un espacio semanal en la televisión, para conseguir que asuntos cruciales a nivel nacional y mundial se incluyan, y que haya variedad. En este país bajó mucho la calidad televisiva, y hay que subirla a niveles de programas educativos. La televisión es maravillosa si sabes utilizarla.
– Feliciano Tisera
Periodista todoterreno, ha escrito de política, economía, deportes y más. Además de Letras Libres, publicó en Clarín, ABC, 20 Minutos, y Reuters, entre otros.