El jueves, buena parte de las sesiones de re:publica giraron en torno al ciberactivismo social y polรญtico. Se discutiรณ mucho sobre el activismo cibernรฉtico, se presentaron bloggers de diferentes paรญses รกrabes y, tambiรฉn, Daniel Domscheit-Berg, antiguo socio de Julian Assange en WikiLeaks y fundador de OpenLeaks. Cundiรณ un tรฉrmino acuรฑado por Wael Ghonim– ‘Facebook Revolution’ – para referirse a las revueltas en Egipto que defenestraron a Hosni Mubarak y, por extensiรณn, a las revueltas en Norรกfrica los รบltimos meses.
Activismo cibernรฉtico
¿Quรฉ impacto tiene internet en el activismo social? Hay dos posturas fundamentales: el ciber-optimismo y el ciber-pesimismo. Entre los primeros destacan dos grupos: quienes creen que internet sirve solo para la movilizaciรณn y quienes piensan que sirve para normalizar y reforzar las iniciativas ya existentes. Entre los escรฉpticos se distinguen tres grupos: quienes sostienen que internet carece de autรฉntico capital social, aquellos que estรกn seguros de que la red estรก completamente regulada por ‘El Poder’ y, por รบltimo, quienes estรกn convencidos de que internet es ineficaz por carecer absolutamente de impacto en la ‘Realpolitik’ (el ciberactivismo serรญa mera diversiรณn o distracciรณn).
Hay muchos ejemplos de activismo polรญtico. ‘Causes’ es una aplicaciรณn de Facebook con 17 millones de usuarios y un capital de 160 millones de dรณlares, que amontona todo tipo de iniciativas sociales, filantrรณpicas, religiosas, polรญticas, etcรฉtera. Aunque ‘Petition online’ – una simple colecciรณn de panfletos electrรณnicos – tiene 21 millones de personas abonadas, no estรก claro el impacto que realmente tiene. Otros modelos, como Avaaz, se limitan a informar.
El ciberactivismo – o ‘subactivismo’, como dirรญa Maria Bakardjiev – se desgrana en diferentes conceptos: el activismo de sillรณn (armchair activism) y el activismo perezoso (lazy activism) son practicados por quienes se comprometen con una causa solamente con un clic; el ‘pequeรฑo cambio’ (small change) funciona a travรฉs de la exhortaciรณn, la recolecciรณn de firmas electrรณnicas y el forward. Micah M. White acuรฑรณ el tรฉrmino clicktivism para medir el impacto de una campaรฑa a travรฉs de estadรญsticas como, por ejemplo, el nรบmero de clics.
Quizรก entre todos estos tรฉrminos descuella el slacktivism. Originalmente referido a campaรฑas de botones, de pulseras amarillas ร la Lance Armstrong o de camisetas cheguevaristas, el concepto posee siempre una connotaciรณn peyorativa y enfatiza ese lavado de la consciencia de quien los ciberactivistas (perezosos y de sillรณn por igual). Como ya comentaba el New Yorker, ejemplos paradigmรกticos del slacktivism son los paseos de los chinos, reminiscencia de los situacionistas franceses de 1968, y el slacktivism de la Revoluciรณn del Jazmรญn china desde hace dos meses. Estas distinciones estรกn en constante revisiรณn, pues se trata de los primeros ensayos por ordenar y entender los fenรณmenos que surgen casi a diario.
El nuevo reto que se presenta es salvar la distancia que hay entre el ciberactivismo y el activismo real. Como bien ironizan las tarjetas Someecards, pasar el doble de tiempo en lรญnea no salvarรก el mundo (ejemplos: 1 y 2). Cuando surge una nueva causa en lรญnea, la gente se entusiasma y la cantidad de interesados crece exponencialmente en el corto plazo. Pero pronto decrece el interรฉs, pues una vez que los interesados se han abonado y mostrado su interรฉs (con un ‘Like’), pocos se mantienen al tanto de lo que sucede. Lo poco que queda es un sentimiento de satisfacciรณn, pues ejerce cierto efecto positivo en la autorepresentaciรณn mediรกtica. Para los organizadores, los costos de la campaรฑa son pequeรฑos. Aunque el impacto polรญtico es por lo general pequeรฑo y muchas veces no se alcanza la meta buscada, la ciberprotesta ayuda a que, por un lado, el tema se discuta y, eventualmente, llegue a los medios, y por otro, a que se desarrolle la cultura de la protesta.
Quedan tres preguntas por investigar: ¿son realmente novedosas estas formas de organizaciรณn o imitan antiguos sistemas de control? ¿Cรณmo mantener bajos los costos de participaciรณn sin sacrificar el impacto polรญtico? ¿Se debe buscar una sustituciรณn al ciberactivismo o nos quedamos conformes con la no-acciรณn?
WikiLeaks
El panel sobre WikiLeaks fue lamentablemente general y ahondรณ poco, a pesar de estar presente Daniel Domscheit-Berg. La discusiรณn girรณ en torno a dos tesis fundamentales. Primero, que sin los medios tradicionales como New York Times, Der Spiegel o The Guardian que imprimieron resรบmenes de la informaciรณn recuperada por WikiLeaks, el proyecto mismo habrรญa fracasado. Se explorรณ, pues, esa interdependencia entre WikiLeaks y los medios impresos, que estรกn comprometidos no sรณlo por la creciente demanda del internet, sino tambiรฉn por la crisis financiera de hace dos aรฑos que diezmรณ la inversiรณn en publicidad.
Y asรญ se propuso la segunda tesis: que los medios impresos aรบn no estรกn preparados para procesar la informaciรณn filtrada por WikiLeaks adecuadamente. ¿Hasta quรฉ punto estรก el periodismo preparado para el reto que representa WikiLeaks? En un sentido sรญ lo estรก, pues los criterios de profesionalidad no han cambiado. Pero en otro sentido no, pues los medios de papel estรกn en crisis y necesitan resolver primero sus nรบmeros internos.
Segรบn Domscheit-Berg, el รฉxito de los medios de comunicaciรณn se cifra en el criterio de exclusividad. Pero se trata de una estrategia arcaica que dejรณ de funcionar ya, y demanda nuevos horizontes. El periodismo debe reorientarse e interesarse menos por las noticias. Los panelistas acordaron que el futuro estรก en los semanarios que resumen, contextualizan y que, al detener el vรฉrtigo ocasionado por los tsunamis de informaciรณn, ayudan a reflexionar y construir una opiniรณn serena.
¿Y cuรกl es el futuro de WikiLeaks? En el corto plazo se reproducirรกn rรกpidamente nuevas compaรฑรญas de seguridad cibernรฉtica y, en el รกmbito diplomรกtico, va a escribirse mucho menos. La informaciรณn de WikiLeaks alegra en tanto nos ayuda a entender mejor algunas cosas, pero nos harรญa vulnerables si cayera en manos de quien detente un poder no democrรกtico, y ahรญ estรก el inmenso peligro que representa.
(Foto de Jonas Fischer/re:publica)
Doctor en Filosofรญa por la Humboldt-Universitรคt de Berlรญn.