Robert Gardner (1925-2014)

In memoriam para un amigo y documentalista. 
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Para Adele Pressman

 

Escribo con tristeza, pues ha muerto Robert Gardner. Fue un amigo al que quise mucho, como lo quisieron otros que tuvo aquí, en especial Octavio Paz, y luego Nicolás Echevarría y luego todos los documentalistas que en México (y, para el caso, en todo el mundo) se formaron en su pericia para “hacer un tipo de antropología que utilizase el cine y la fotografía en vez de palabras”, como lo explicó alguna vez. Gardner lo hizo con enorme solvencia, integridad moral y belleza soberbia. No hay un solo documentalista dedicado a la antropología que no haya aprendido de él (para asomarse a su obra invito a visitar su página robertgardner.net). En 2008, cuando la Cineteca Nacional organizó una retrospectiva de su trabajo, estaba felizmente sorprendido por la cálida recepción de un público que nunca imaginó tan cuantioso y ávido. 

Miembro de una familia patricia de Boston (la casa de su abuela, Isabella Gardner, es el museo más hermoso de la ciudad), Bob se formó como antropólogo en la Universidad de Harvard. Comenzó a fotografiar y filmar en sus primeros trabajos de campo y no tardó en conciliar ambas actividades. Muy joven, fue invitado a sumarse a una expedición al Kalahari en ese doble papel y después, a su regreso, decidió formalizarlo fundando en la Universidad de Harvard el Film Study Center, donde produjo y dirigió sus grandes documentales como Rivers of Sand, (los Hamar de Etiopía) y Deep Hearts (sobre los espectacularmente coquetos Bororo fulani de Nigeria) y muchos más. Quizás el más famoso sea Dead Birds, su primera obra maestra (1964), sobre la tribu Dani de Nueva Guinea, durante cuya filmación sucedió la extraña desaparición del antropólogo Michael Rockefeller. No hace mucho traduje ese documental al español e hice la respectiva narración.

Conocí a Bob primero por escrito, pues Octavio Paz escribió un texto sobre sus documentales: “La pluma y el metate: Robert Gardner”. La admiración de Paz se sintetiza en un párrafo: “Su cámara mira con precisión y siente con simpatía: objetividad de etnólogo y fraternidad de poeta”. Se habían conocido en la Universidad de Harvard, entre 1970 y 1974, cuando el poeta iba a enseñar ahí. Durante esas estancias (y las suyas en México), Bob filmó a su amigo y le mostró sus documentales, como en esta escena,en inglés).

Apenas hace un par de meses me escribió que se atareaba en terminar un pequeño documental sobre Paz y acompañarlo con un libro de fotografías. Ojalá que sus ayudantes culminen el proyecto.  

Nos hicimos amigos en 2007, cuando pasé un semestre en la Universidad de Boston. Cenábamos en su casa con su Adele y mi Lorena; paseábamos frente al Charles rumbo a casa de Teresa Guillén, la hija de don Jorge; en su estudio, me mostró el pietaje de una formidable sesión en Cambridge donde se ve a Octavio consultando el I Ching, ansioso y muy concentrado. Era formidable charlar con Bob, uno de los últimos exploradores que penetraron en el corazón de las tinieblas, un hombre que en las zonas más recónditas del mundo filmaba y estudiaba sociedades que, en su diminuta escala, en las periferias de las periferias, decantaban lo humano esencial. Al filmar esos pueblos suspendidos en el tiempo y fuera de la historia, escribió, “ahondaba en su aislamiento, pero sobre todo en el mío”.

En el año 2006, Gardner publicó un hermoso libro sobre su vida de científico y cineasta que se titula The Impulse to Preserve. En uno de los ensayos narra un viaje de 1996 a visitar al pueblo Dani. Treinta y cinco años después de haberlos filmado, alcanzada por la “cultura”, la tribu no preserva más su impecable carácter neolítico. En una fotografía, bajo el sol feroz de Nueva Guinea, dos hombres caminan abrazados por una vereda: el viejo dani Weyak, que aparecía en el filme, descalzo y con su taparrabos, y el bostoniano Gardner. La amistad los une a su manera indescifrable. Caminan juntos en la vereda/verdad a cuya descripción Gardner dedicó su vida: en el centro de nuestra confusa naturaleza, imán y brújula, nada realmente esencial nos separa de nuestros antepasados.

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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