Durante mucho tiempo, los textos periodรญsticos de Roberto Arlt constituyeron un territorio marginal y menor para la crรญtica. En principio porque no eran considerados apรฉndices del cerco literario. Muchos aรฑos pasaron para que la obra de Arlt en su conjunto fuera valorada. De cierta manera, todo empezรณ con David Viรฑas y su artรญculo โEl escritor vacilante: Arlt, Boedo y Discรฉpoloโ, recogido luego en De Sarmiento a Cortรกzar (1974). Allรญ, el investigador propone una interpretaciรณn de Arlt que harรก escuela y prepara la canonizaciรณn que llegarรก luego de las relecturas de Oscar Masotta, Noรฉ Jitrik, y mรกs tarde Beatriz Sarlo y Ricardo Piglia, la academia toda.
Las publicaciones de Roberto Arlt abarcan veintisรฉis aรฑos, desde 1916, cuando publicรณ sus primeros textos en la Revista Popular de Juan Josรฉ de Soiza Reilly, hasta la รบltima aguafuerte, โUn paisaje en las nubesโ, publicada por El Mundo un dรญa despuรฉs de su muerte, el 26 de julio de 1942. En la multiplicidad de gรฉneros y lenguajes explorados hay, sin embargo, un estilo que resulta reconocible desde la primera lรญnea; tics y ritmo confluyen en la prosa arltiana, donde sus frases ininteligibles decantan como epรญgrafes metafรญsicos. Algunas de las recurrencias de lo que se conoce como el โestilo Arltโ se volvieron evidentes para quienes leyeron sus escritos en el momento mismo de su publicaciรณn, incluso para los que aรฑos despuรฉs leรญmos las irregulares ediciones que buscaron domesticarlo corrompiendo los originales. โSe dice de mรญ que escribo mal. Es posible. De cualquier manera, no tendrรญa dificultad en citar a numerosa gente que escribe bien y a quienes รบnicamente leen correctos miembros de su familia. Para hacer estilo son necesarias comodidades, rentas, vida holgada. Pero por lo general, la gente que disfruta de tales beneficios se evita siempre la molestia de la literaturaโ, escribiรณ Arlt en el prรณlogo a Los lanzallamas (1931).
Arlt inaugura el siglo con un nuevo tipo de intelectual: el escritor/periodista. Los medios masivos desperdigรกndose como reguero de pรณlvora por una ciudad que se moderniza. En febrero de 1927, seis meses despuรฉs de publicar El juguete rabioso, consigue un puesto de redactor de notas policiales en Crรญtica, diario regenteado por el legendario Natalio Botana, un William Hearst del subdesarrollo. Dura poco, y en agosto de 1928 aterriza en El Mundo, el primer diario del paรญs en formato tabloide. Allรญ combina su trabajo periodรญstico con las piezas literarias que confecciona en el solitario horario nocturno de la redacciรณn. Periodismo y literatura son para รฉl dos actividades que se conectan de manera natural. En ese espacio de retroalimentaciรณn escribe las aguafuertes, notas en un registro descarnado sobre situaciones y personajes estrangulados por la cultura urbana. Durante los catorce aรฑos que estuvo en El Mundo escribiรณ unas mil quinientas aguafuertes. Las primeras se llamaron โporteรฑasโ por estar justamente ancladas en la ciudad de Buenos Aires. Pero al poco tiempo Arlt se transformarรก en un cronista viajero, y las aguafuertes irรกn variando su adjetivaciรณn para dar cuenta de los nuevos rumbos: aguafuertes uruguayas, patagรณnicas, espaรฑolas, etcรฉtera.
Arlt es un cronista con pasiรณn de cartรณgrafo que practica un realismo atolondrado. Escribe los apuntes costumbristas al paso, toma para sรญ lo que necesita y lo vuelca en palabras. Los marginados del sistema atrapan su atenciรณn: las putas, los transas, los cafishios, los inmigrantes, los chorros, los huรฉrfanos, los buscas. La valorizaciรณn del lenguaje adquiere preponderancia: solo el argot rastrero revela lo autรฉntico. ยฟQuรฉ hay de los yerros que espantan a la platea? Arlt tambiรฉn es un marginado, negado por los escritores integrados, quienes lo rechazan por precario, por portar un apellido impronunciable, por su educaciรณn difusa y los malos tratos para con la lengua. De manera que Arlt traduce el habla del pueblo. De ello da cuenta la nota โEl idioma de los argentinosโ, en la que cruza guantes con Josรฉ Marรญa Monner Sans, exponente de la alta cultura, quien acciona una campaรฑa de depuraciรณn de la lengua. Arlt responde reivindicando la creatividad del habla popular, a la que compara con las destrezas desviadas en la prรกctica del boxeo, oponiรฉndolas a las tรฉcnicas europeizantes del box de salรณn.
Mรบltiples registros nos son vedados en las crรณnicas arltianas. Arlt es un renegado, y como tal escudriรฑa la ciudad, como un desterrado, con mala tripa y la desolaciรณn a cuestas. En un momento en que se imprimen como clima de รฉpoca la clausura del sueรฑo democrรกtico y la irrupciรณn del militarismo totalitario, Arlt mama de esas tensiones y las resuelve con el odio de las bestias. Roberto Arlt es hijo de la gigantesca oleada inmigratoria que entre finales del siglo XIX y principios del XX redefiniรณ Buenos Aires. Una ciudad que plastificรณ el esqueleto con fรกbricas, burdeles, conventillos, bares y teatros. Esta es la ciudad que aparece en los textos de Arlt, y desde luego que allรญ no hay lugar para el paseante de Baudelaire, para ponerse a flotar (โEntre los ruidos de un edificio social que se desmorona inevitablemente, no se puede pensar en bordadosโ). Arlt extiende los tentรกculos de su frustraciรณn y oficia de mensajero de las malas noticias.
Con chispazos de iluminaciรณn profรฉtica, los escritos de Arlt se adelantaron a su tiempo: la sociedad de control y del biopoder, la alienaciรณn del hombre contemporรกneo, las consecuencias fascinantes a la vez que amenazadoras de la modernidad tecnolรณgica. Con pases de embrujo, condensรณ los ingredientes para anticipar a Orwell y referirse al โvacรญo existencialโ mucho antes de Sartre. Arlt tambiรฉn fue pionero de lo que a partir de Walsh con Operaciรณn masacre (1957) se llamรณ ficciรณn periodรญstica o novela de no ficciรณn. Digรกmoslo asรญ: no hay escritor argentino que no haya mamado del influjo arltiano. Ninguno.
Arlt no nombrรณ con un nuevo lenguaje a la ciudad que nacรญa, como muchos suponen. Entregรณ los planos de una ciudad que no ha germinado aรบn. La ciudad proyectada de Arlt sigue estando ahรญ, en el futuro, esperando ser develada. La ciudad de Arlt es una ciudad pรณstuma. ~
(Buenos Aires, 1974) es periodista. En la actualidad dirige el suplemento de la cultura de Diario Perfil.