Muchas profesiones utilizan la anรฉcdota del pianista en el burdel: “No le digas a mi madre que soy periodista/economista/community manager, dile que soy pianista en un burdel”. La frase tiene algo de falsa modestia: realmente no te avergรผenza tu trabajo. De hecho, consideras que tiene algo de magia, o de componente vocacional, que te enorgullece. Es un clichรฉ del periodismo (Juan Luis Cebriรกn titulรณ El pianista en el burdel a uno de sus libros), y encaja con cierta visiรณn entre digna (a veces en exceso) y victimista de muchos periodistas: el periodismo es servicio pรบblico, y sin รฉl (sin nosotros) no hay democracia. En cierto modo es verdad, pero es tambiรฉn una actitud tramposa y presuntuosa que puede utilizarse para ocultar vicios y evitar la autocrรญtica.
El concepto de servicio pรบblico se ha estirado para que en รฉl entre todo. Puede ser desde informar sobre la corrupciรณn del Partido Popular hasta emitir Transformers en prime time en una cadena pรบblica. Para facilitar las cosas, el periodismo es en esencia servicio pรบblico, y un periodista salva la democracia varias veces al dรญa. Los periodistas tenemos mucho de lo que quejarnos. Especialmente los freelance. Hay precariedad, mucho paro, presiones polรญticas y comerciales. Pero a menudo el despido de un periodista es solo una injusticia laboral o un drama personal, y no una erosiรณn de la democracia.
En un reciente artรญculo en la revista Jot Down, Kiko Llaneras cuestiona la grandilocuencia del periodismo: “El periodismo importa, pero exagera […] Internet y la tecnologรญa han traรญdo nuevos pasatiempos, y como el periรณdico vivรญa (tambiรฉn) de entretener, toda esa competencia lo ha puesto en crisis.” No es que se resienta la democracia. Se resiente nuestra atenciรณn e interรฉs. No todo el periodismo es cuarto poder. Hay mucho que no es mรกs que entretenimiento.
Leer el periรณdico todos los dรญas, una aparente obligaciรณn cรญvica, no nos hace necesariamente mejores ciudadanos. El periodismo analiza sus crisis desde el moralismo, porque se considera garante de la democracia. Sus quejas sobre su estado llevan muchas veces un ligero y sutil reproche a la sociedad: no es que la gente no compre periรณdicos, es que renuncia a informarse. Una reducciรณn de ventas es una tragedia cultural y social.
Estudiรฉ la carrera de periodismo entre 2010 y 2014. Si algo me enseรฑรณ es que debรญa sentirme especial e imprescindible. El ambiente no era solo gremial sino de una dignidad pegajosa. Fomenta la endogamia hasta el punto de considerar intrusismo el buen periodismo no titulado (esta semana el fรญsico Alberto Sicilia, excelente reportero de La Sexta, fue detenido en Macedonia cuando seguรญa a los refugiados que cruzaban la frontera). Es una carrera que no deberรญa existir. Un aรฑo de formaciรณn intensiva es suficiente. A veces ni siquiera. Los mejores periodistas con los que he trabajado habรญan estudiado historia, fรญsica, biologรญa, filologรญa. El periodismo es un mรฉtodo, y el que lo sigue es periodista. Tiene muchos matices, es mรกs complejo que simplemente eso, pero no es necesario estudiarlo cuatro aรฑos. Quizรก leer el periรณdico todos los dรญas no te hace mejor ciudadano, pero sรญ puede ayudarte a ser periodista.
[Imagen]
Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacciรณn de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemรกn' (Libros del Asteroide, 2023).