Sara Oblisar, artista plástica

AÑADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

“Tengo treinta y un años, quince años de carrera… ¡y estoy empezando!”

Sara Oblisar, artista plástica serbia de 31 años, nos atiende en su casa-taller en el madrileño barrio de Malasaña, un pequeño departamento repleto de cuadros y material de trabajo. Estaba pintando un lienzo de unos dos metros de alto, encargo de un seguidor de su obra. Nos ofrece cerveza, se sienta ante una mesa en la que brilla una netbook rosada y nos cuenta que lleva cuatro años en España, a donde llegó por amor: fue más fácil que ella se mudara a España que llevar a David, su esposo granadino de 35 años, a Serbia.

¿Cómo hace una artista plástica para vivir de su trabajo en Madrid?

Yo no puedo vivir de esto, porque vendo dos o tres cuadros al año, máximo. Siempre debo trabajar de algo aparte, ¿sabes? Es una pena. La mayoría de mis compañeros son así, o peor. Yo vendo mucho comparando con otros. Pero es muy complicado. He trabajado mucho tiempo como camarera y ahora trabajo en el museo Thyssen, de auxiliar de sala, esa gente que está sentada ahí [risas]…

¿Te cuesta exponer aquí?

Estoy exponiendo constantemente, no puedo quejarme, casi todos los meses. Pero el hecho de que yo me esfuerzo mucho y que expongo muchísimo, no ayuda tanto. Vale, vendo más que otros, pero todavía estoy esperando este paso… Siempre estoy a punto de negociar con una galería importante y no sé cómo, se escapa… A lo mejor me falta un enchufe, ¿sabes?

¿Este cuadro en el que estás trabajando, por ejemplo, cuánto cuesta?

Este, 1.500 euros, pero lo he bajado porque el hombre me ha hecho un favor promocionando mi obra en su blog. Sería normalmente 2.000, pero si lo vendes en galería sube un cincuenta por ciento o algo así. Pero es una barbaridad, porque los galeristas se quedan con tantísimo dinero. Primero, es difícil entrar a trabajar con una buena galería. Segundo, cuando entras, es una barbaridad.

¿A qué le atribuyes la responsabilidad de tantos inconvenientes?

En mi opinión, el problema es los medios de comunicación. ¿Qué puedes ver de cultura en televisión o en revistas? No se habla de cultura. Y dentro de cultura se habla aún menos de arte. Y si se habla, se habla del Prado, del Reina Sofía, del Thyssen…

O sea que falta promoción de los nuevos artistas…

No sólo nuevos. Mira, yo ya no soy tan joven, ¿sabes? Me dedico hace quince años a esto y todavía no vivo del arte. Imagina cómo está un artista que tiene veinte años, que ha acabado carrera ahora… Al final, por desgracia, todo viene de contactos, de ocasiones así raras, que no puedes contar con eso, ¿sabes? Siempre sobre lo que hablamos es esto: “¿Cómo encuentras galería? ¿Y éste como va? ¿Pero cómo?” Siempre esta pregunta: ¿Cómo? ¿Cómo? ¿Cómo? Y como que estás siempre empezando. Yo tengo treinta y un años, quince años de carrera… ¡y estoy empezando!

¿Cuándo tomaste conciencia de que eras una artista?

Con doce años, me acuerdo en ese momento que estaba conciente de que no era un hobbie, algo que sólo era bonito, sino que es un trabajo, que hay mucho por explorar, que me interesa, que es lo único que puedo hacer, y hacerlo bien.

¿Sigues teniendo contacto artístico con Serbia?

Estoy intentando representar arte serbio en España, he organizado una exposición que ha sido la primera colectiva de artistas serbios en España. La embajada me ha apoyado, han financiado el proyecto entero. Ahora voy a mudar esta exposición a Zaragoza.

¿Cómo crees que esta el arte contemporáneo en España, mas allá de la falta de apoyo que me comentabas de los medios?

Mira, falta de artistas no hay. Lo malo es la falta de oportunidades para los jóvenes, que ya empiezan a ser los no tan jóvenes. Y veo muchos artistas hambrientos, o dejando de ser artistas y trabajando de otra cosa. Es horrible.

Me comentabas que no quieres utilizar la guerra en tus obras…

No, porque me parece muy barato. Sería muy fácil vender eso, pero es algo tan personal… A lo mejor voy a hacerlo, pero no sé, cuando tenga 50 o 60 años, cuando los recuerdos no sean tan frescos. No me parece bien, el arte no funciona así. Yo, que estoy enamorada de mi marido, no voy a estar pintando a mi marido todo el día, ¿sabes? Como cualquier otro trabajo, no tienes sólo tus emociones o recuerdos. Tienes tus conocimientos sobre arte contemporáneo o pensamientos, es algo que tienes que decir al público. Y de la guerra no se puede hablar en esta manera.

Cuéntame lo que puedas o quieras de tu experiencia en la guerra.

He tenido mucha suerte, porque en mi parte del país no ha habido guerra de verdad, hubo sólo bombas, en el 99. [Sara estaba estudiando en Belgrado y fue a estar con su familia, a Sombor, la época de los bombardeos a la capital serbia] Yo la he pasado mal. Muchísimos serbios dicen que no notaban tantísimo, los que no han perdido amigos… Yo tampoco perdí a los más cercanos, pero el hecho de estar cuatro meses encerrado, no poder salir, y si sales oyes las sirenas… no puedes salir del país, no puedes comprar comida, es… no sé, yo sentía enfado, estaba muy enfadada, y esto te despierta una agresividad muy rara dentro de ti… Yo me he conocido mucho durante la guerra. No sabía que existe esta parte de mí, el odio.

¿Hacia qué o hacia quiénes sentías odio?

Eso es lo duro, que no puedes decir que odias ni a americanos, ni un pueblo entero, ni gente, ni un político… ¿A quién vas a odiar? ¿Al sistema? No sabes. Pero algo odias, porque te están atacando y por primera vez se despierta mi patriotismo, como…. joder, en mi país, matan a mi gente. Yo nunca había sentido algo así.

¿Cómo lo ves con la distancia del tiempo?

Lo veo igual, porque mira, esto era época de Milosevic. Yo estaba contra él, éramos mayoría, diez años demostrando en la calle, de varias maneras, luchando contra él… Y al final de la lucha, cuando ya estábamos casi ganando, nos ponen bombas… Entonces esto ha sido muy raro, porque por una parte odiábamos a Milosevic, queríamos que se acabara, pero… ¿eso es manera? ¿Poner bombas en civiles? ¿Sabes? Han muerto muchísimos civiles…

La heroína de tu obra es La Mano Loca, que tiene tu cabeza, y lucha contra el establishment…

Sí, está luchando contra el arte contemporáneo, que está representado siempre como una muñeca victoriana, que es muy conservadora, muy cerrada y está siempre pintada como más clásica. La Super Urban Girl, se llama ella. Es su enemiga, porque todos los súper héroes tienen enemigos… La Mano Loca también tiene ayudantes, como El Súper Dedo, que es mi marido [risas]. Como todo súper héroe, tiene su vida. La Mano Loca siempre aparece en mis pinturas.

La Mano Loca a veces gana y a veces pierde…

La guerra nunca va a perder, pero batallas pierde [risas]. Por ejemplo, en esta batalla ha perdido [señala un cuadro]. Está en basura y Super Urban Girl está cagando encima de ella. Son bastantes feos mis cuadros, pero los más feos son los que más me gustan. Cada par de años cambia, espontáneamente viene otro motivo, otra historia… Antes era sólo una mano, luego ha tenido cabeza, luego ayudantes…

Pero esto no lo vas contando, ¿no?

No. Si alguien pregunta, sí, lo explico, pero creo que la pintura debe hablar por sí misma.

– Feliciano Tisera

+ posts

Periodista todoterreno, ha escrito de política, economía, deportes y más. Además de Letras Libres, publicó en Clarín, ABC, 20 Minutos, y Reuters, entre otros.


    ×  

    Selecciona el país o región donde quieres recibir tu revista: