En julio de 2001, Tanja Ostojic se depiló el triángulo púbico y le dio la forma de un cuadrado. La decisión de Tanja podría parecer un capricho privado, pero tuvo lugar en la Bienal de Venecia y fue una de las obras artísticas más valoradas por el comisario Harald Szeemann. Bien es verdad que sólo Szeemann pudo ejercer semejante juicio sobre la obra, ya que la depilación tuvo lugar en su presencia. Nadie más pudo contemplar la acción llamada Black Square on White. Quizás podría haberse titulado Black Square on Pink, pero nunca sabremos si el título se adecua a la pieza, del mismo modo que nadie sabrá nunca cómo pudo Szeemann tomar la decisión de incluir la obra en la Bienal, sin antes haberla visto.
Aunque para Ostojic su acción es una denuncia del Cuadrado Negro de Malevitch, algunos teóricos afirman que para llevar la obra a su perfección habría que haber utilizado otra parte de la anatomía humana, quizás la zona anal de un varón muy hirsuto, por ejemplo. El valor simbólico trasgresor del culo es muy superior al del Monte de Venus, cuyo nombre ya lo dice todo.
No es la primera vez que Ostojic utiliza una materia artística tan efímera. En 1998 se la podía ver en el ascensor del Museo de Historia de Luxemburgo, rapada de arriba abajo. Los usuarios del ascensor subían y bajaban acompañados por la escultura humana "Ostojic". La obra, titulada Personal Space, se incluyó en la Manifesta 2 de la ciudad, y tampoco en este caso hemos podido averiguar si el comisariato la juzgó aceptable tras haberla estudiado apreciativamente.
Con ser interesante, lo mejor de la producción de Ostojic no es el objeto artístico material (posiblemente mejorable), sino los comentarios que suscita entre los teóricos. En un artículo de Suzana Milevska (NU. Vol. III, n. 5, 2001. The Nordic Art Review) se relaciona Personal Space con una crítica al régimen de Milosevic, ya que el dictador impedía cualquier "espacio personal", incluso en los ascensores. También permitía una reflexión sobre la mirada, dado que los usuarios que miraban a la chica eran, a su vez, mirados por otros usuarios y por la chica, lo cual suele ocurrir en los ascensores pero más intensamente cuando los utiliza una chica desnuda. Además, usuarios y chica se convertían en "un grupo viviente" (del que Luxemburgo pagaba sólo una parte mínima) con el consiguiente "reexamen de las dicotomías establecidas".
Según la experta, en esta obra es evidente la influencia de Althusser, así como también en otra titulada Looking for a Husband with a eu Passport que consistía, una vez más, en el cuerpo rapado de la Ostojic, en esta ocasión navegando por Internet. Y, en efecto, recibió diversas propuestas de matrimonio a cambio de un pasaporte europeo, pero, dado el anonimato del medio, se sospecha que muchas de ellas podían provenir de mujeres, con lo que el efecto sobre los gender troubles quedaba menguado.
Dada la importancia de la artista, en la Bienal de Venecia antes mencionada, Ostojic presentó una segunda pieza titulada I'll be your Angel. Una vez afeitada (o no; eso sólo lo sabe Szeemann), le siguió como su sombra durante cuatro días allí adonde fuera, "poniendo en crisis la dicotomía comisario/artista". Aquello fue, afirma Milevska, una "deconstrucción de la política cultural y de género" que dejará huella indeleble, sobre todo en Szeemann, "un hombre de setenta y pico de años, simpático, casado y aún atractivo". El texto de Milevska reivindica con elegancia el intercambio sexual no alienado, entre ancianos y jovencitas, y denuncia "los rituales marido/mujer/amante" siempre reducidos al ámbito alienante del chisme.
No acaba ahí la intensidad crítica de la artista serbia. Subvencionada por Christian Lacroix, la muchacha iba primorosamente vestida (notable cambio estructural de su estilo) y sonreía sin descanso "como denuncia de la hipocresía de los famosos", y (aspecto sacrificial) "bajo el despiadado sol mediterráneo". Como conclusión, Milevska afirma que el pubis rapado de Ostojic es "el mejor instrumento para viviseccionar las complejas relaciones entre las esferas de lo privado y lo público, la jerarquía y la marginación, la subjetividad y la mercantilización". Nunca algo tan minimal ha conseguido un efecto tan maximal.
No obstante, un grupo de feministas radicales está preparando un proyecto para que en la próxima Bienal se repita la performance, pero esta vez realizada por una mujer de la misma edad que Szeemann. Quieren poner de manifiesto que no sólo los ancianos (atractivos) tienen derecho al arte y al sexo con jovencitas. Las ancianas se han sentido agraviadas. –