Los defensores de Bovary

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En estos dรญas se cumplen ciento cincuenta aรฑos de la salida de Madame Bovary, publicada en abril de 1857. Mucho se ha escrito desde entonces sobre la importancia y la influencia de esta obra (โ€œperfecciรณnโ€, dijo Henry James; โ€œel cรณdigo del arte nuevoโ€, resumiรณ Zola) o incluso sobre el proceso legal que debiรณ enfrentar su autor, acusado de โ€œofensa a la moral pรบblica y la religiรณnโ€ por el juez Pinard. No tanto se ha dicho, en cambio, acerca de quienes en su momento, y pese a cierto contexto hostil, defendieron pรบblicamente la novela.

Entre los no tan abundantes defensores contemporรกneos de Madame Bovary se destacaron tres celebridades: el crรญtico Sainte-Beuve, la novelista George Sand y el poeta Charles Baudelaire. Este รบltimo publicรณ, en octubre de 1857, un artรญculo en Lโ€™artiste. Allรญ afirmaba, tras comparar la obra con su antecesora, que Flaubert โ€œvoluntrariamente velรณ en Madame Bovary las grandes facultades lรญricas e irรณnicas manifestadas en La tentaciรณn de San Antonioโ€. Y un par de lรญneas mรกs abajo : โ€œMuchos crรญticos lamentaron que esta obra, realmente bella por la minuciosidad y la vivacidad de sus descripciones, no contenga ningรบn personaje que represente la moral, ni que encarne la conciencia del autor. ยฟDรณnde estรก el legendario y proverbial personaje encargado de explicar la historia y de guiar al lector ? En otros tรฉrminos, ยฟdรณnde estรก el fiscal? ยกQuรฉ cosa absurda! Una autรฉntica obra de arte no necesita de ningรบn fiscal [โ€ฆ] y es el lector quien debe sacar las conclusiones de la conclusiรณnโ€, agudo argumento que se hace eco del objetivo de Flaubert: un libro donde โ€œla personalidad del autor estรฉ completamente ausenteโ€.

Se ha dicho ya que Baudelaire y Flaubert tuvieron vidas casi paralelas: ambos nacieron en 1821, ambos publicaron su obra fundamental en 1857, y pocos meses despuรฉs del proceso en torno a Madame Bovary fue Baudelaire el acusado de atentar contra la moral con su libro Las flores del mal. Los dos tenรญan, ademรกs, como editor a Michel Lรฉvy, el mismo que segรบn varios biรณgrafos de Flaubert hizo que su autor cargase con todos los gastos causados por el juicio.

Tal como en el caso de Baudelaire, ni Sainte-Beuve ni George Sand eran amigos de Flaubert en el momento de alabar su novela. A diferencia de Baudelaire, sรญ lo fueron a continuaciรณn, aun cuando Flaubert, previamente, hubiese manifestado no pocas reticencias sobre la obra de ambos: โ€œTodos los dรญas leo a George Sand y me indigno regularmente durante unos quince minutosโ€, puede leerse en una carta de 1855.

Cuando Sand publicรณ, el 8 de julio de 1857, su opiniรณn favorable a Madame Bovary, ella y Flaubert apenas se conocรญan personalmente y lejos estaban del lazo que entablarรญan despuรฉs, cuando Sand visitรณ a Flaubert en su casa de Croisset, cerca de Rouen, o cuando Sand redactรณ una larga carta con recomendaciones para Salambรณ, o cuando Flaubert le leyรณ a ella numerosos pasajes de La educaciรณn sentimental.

El Flaubert de Madame Bovary es, a ojos de George Sand, โ€œun Balzac desprovisto de toda concesiรณn a las amabilidades novelรญsticas, un Balzac รกspero y contrito, un Balzac concentrado, si puede decirse algo asรญโ€. La novela estรก โ€œejecutada con mano maestra, digna de admiraciรณnโ€.

El comentario fue beneficioso para que la primera ediciรณn (unos 6.600 ejemplares) se vendiera a buen ritmo. Pero de todas las crรญticas favorables, ninguna parece haber sido tan determinante como la de Charles Agustin Sainte-Beuve: en primer tรฉrmino porque se publicรณ casi enseguida (el 4 de mayo de 1857, en Le Moniteur), en segundo lugar porque la opiniรณn de Sainte-Beuve era palabra santa por entonces, lejos de los embates posteriores de Proust o de Malraux, quienes le reprocharon la โ€œsimplezaโ€ de explicar las obras a travรฉs de las biografรญas de los autores.

Este rasgo no es falso y, por cierto, puede advertirse en el corolario de su reseรฑa sobre Madame Bovary: โ€œHijo y hermano de distinguidos mรฉdicos, Gustave Flaubert mueve la pluma como otros el escalpeloโ€. Lo mรกs interesante de la lectura de Sainte-Beuve no reside allรญ, sin embargo, sino cuando recuerda que la obra fue objeto de un debate extraliterario pero que ahora, tras el fallo y la โ€œsapiencia de los juecesโ€, โ€œpertenece al arte y solamente al arteโ€, o ante todo cuando afirma que en la novela se reconocen โ€œnuevos signos literarios: ciencia, capacidad de observaciรณn, madurez, fuerza, un poco de rudezaโ€.

Si tras el elogio de Baudelaire, el vรญnculo entre รฉste y Flaubert casi no se alterรณ; si tras el elogio de Sand naciรณ una amistad sincera (Henri Troyat cree que Flaubert pasรณ a ser conmiserativo con la obra de su amiga, al extremo de defenderla ante terceros), despuรฉs de la alabanzas de Sainte-Beuve naciรณ entre รฉste y Flaubert un vรญnculo mรกs complejo, sujeto a los conflictos habituales entre crรญtico y artista.

Flaubert respondiรณ a las ponderaciones de Sainte-Beuve con una carta del martes 5 de mayo de 1857. En ella tilda al artรญculo de โ€œrecompensaโ€, ya que en sus aรฑos de estudiante รฉl leรญa con agrado Voluptรฉ y Les Consolations. Biรณgrafo alguno localizรณ jamรกs ninguna referencia a estas lecturas de juventud y sรญ, en contrapartida, un par de alusiones poco amables (โ€œMe agrada advertir que usted se suma a mi odio hacia Sainte-Beuveโ€, carta de 1844 a Louis de Cormenin) o mordaces (โ€œAquรญ todo es tan claro como dentro de un horno o de una frase de Sainte-Beuveโ€, primera versiรณn de La educaciรณn sentimental, 1845).

La poeta Louise Colet (amante de Flaubert y destinataria de algunas de sus cartas mรกs significativas) acaso estaba al corriente de esas opiniones adversas, puesto que en Lui, su novela de 1860 en la que Flaubert aparece bajo el nombre de Lรฉonce y Sainte-Beuve bajo el alias apenas discreto de Sainte-Rive, le hace decir a un personaje llamado Albert (e inspirado en Alfred de Musset) que Lรฉonce, o sea Flaubert, โ€œdesprecia sin comprender la bella novela psicolรณgica sobre el amorโ€ de Sainte-Rive (Voluptรฉ , de Sainte-Beuve), pero que asรญ y todo esto no impedirรก que โ€œsi un dรญa publica su obra, vaya a mendigarle a Sainte-Rive unas frases elogiosasโ€.

En honor a la verdad, ni el novelista mendigรณ ni el famoso crรญtico lo habrรญa aceptado. En la citada carta del 5 de mayo, Flaubert le pide a Sainte-Beuve que no lo juzgue tan sรณlo por este libro, se declara โ€œromรกnticoโ€ y le comunica que por un buen tiempo no escribirรก otra novela semejante. Lejos de ser anodina, la confesiรณn es profรฉtica. Su novela siguiente (Salambรณ) se ubicรณ en las antรญpodas del realismo de Madame Bovary y distรณ de agradar a Sainte-Beuve, quien consagrรณ al libro una reseรฑa en entregas (ยกtres lunes consecutivos, desde su temible columna!) y, aunque tuvo la deferencia de bajar su pulgar sรณlo en la tercera entrega y de forma apenas atemperada, no hizo concesiรณn alguna en nombre de su vรญnculo con el autor.

Dice Michel Brix que Sainte-Beuve solรญa citar de memoria un pasaje del Arte poรฉtica  de Horacio (โ€œNo hay que decir โ€˜para quรฉ herir a un amigo a causa de un detalle anodinoโ€™. Esos detalles conducirรกn al poeta a serios problemas, si no le son seรฑaladosโ€) y que, ante todo, era un acรฉrrimo defensor de la independencia del crรญtico. La prueba estรก en lo ocurrido tras su reseรฑa de Madame Bovary. Los elogios no sรณlo fueron retrucados seis dรญas mรกs tarde desde un รณrgano oficialista; casi a la vez, Sainte-Beuve recibiรณ serios reproches de las esferas gubernamentales. El crรญtico reaccionรณ escribiรฉndole el 16 de julio una carta al ministro de Instrucciรณn Pรบblica, Achille Fould, en la que, todo indignado, renunciaba a su cargo como docente en el Collรจge de France. Flaubert siempre reconociรณ este gesto. ~

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