Si en algo están de acuerdo los
Estados modernos y las asociaciones de consumidores es en la
necesidad de mejorar y completar el etiquetado de los productos con
información veraz, sin la cual la libre elección del
comprador se reduce a pura falacia. Sin embargo, a nadie parece
preocuparle la inexistencia de etiquetas veraces en el campo
intelectual. Aristotelillos de tres al cuarto, sucumbimos todos al
pecado tan poco original de categorizar personajes cuya riqueza y
complejidad nunca se ajustarán a nuestros pobres criterios; el
que no haya pecado, que tire la primera reseña… Sin duda uno
de los personajes peor etiquetados es Henry Thoreau (1817-1862) al
que se presenta a veces como anarquista cuando, de merecer
algunos adjetivos serían los de liberal y de cristiano.
Sobre Thoreau escribió Gandhi las siguientes líneas:
Hace muchos años,
vivió en América un gran hombre llamado Henry David
Thoreau. Sus escritos influyeron en millones de lectores, moviéndoles
a la reflexión. Muchos de ellos pusieron en práctica
sus ideas. Se otorga mucha importancia a los escritos de Thoreau
porque fue un hombre que practicó lo que predicaba. Impelido
por su sentido del deber escribió mucho contra su propio país,
los Estados Unidos. Consideraba un gran pecado que los americanos
mantuvieran a muchas personas sometidas a las cadenas de la
esclavitud. No se limitó a expresarlo, sino que dio todos los
pasos necesarios para acabar
con aquel tráfico. Uno de esos pasos consistió en
negarse a pagar impuestos a un Estado que toleraba semejante negocio.
Aunque
Gandhi negó haber tomado de Thoreau la idea de su Resistencia
Pasiva, sí conocía su obra y reconoció que las
ideas y expresiones del norteamericano le vinieron muy bien para
explicar su combate a los lectores en lengua inglesa, de ahí
que acabara utilizando la expresión Resistencia Civil.
Otro
hombre de nada desdeñable influencia en la historia del siglo
XX, y en particular en la de los Estados Unidos, fue Martin Luther
King, quien describió su primer encuentro con los escritos de
Thoreau, cuando era un estudiante en el Colegio Morehouse de Atlanta:
Durante mis días de estudiante en Morehouse, leí por
primera vez el ensayo de Thoreau sobre la Desobediencia Civil.
Fascinado por la idea del rechazo a cooperar con un sistema maligno,
me conmoví en lo más hondo y releí el libro
varias veces. Fue mi primer contacto intelectual con la teoría
de la resistencia no violenta.
El testimonio de dos de los
protagonistas más notables del siglo XX nos da pistas sobre la
importancia real y concreta de ese señor Thoreau tan
desconocido todavía en España, a pesar de la biografía
que le dedica Antonio Casado o de la reciente edición de sus
obras por la editorial Cátedra. Sin embargo, hace un siglo que
se conoce a Thoreau entre nuestros círculos más
ilustrados. En 1906 Unamuno alababa a Thoreau como escritor:
Y por lo que hace a Norteamérica, no sé hasta qué
punto se puede negar que haya producido grandes obras literarias a la
patria de Poe, Longfellow, Thoreau, Walt Whitman y tantos otros.
Poco después, en 1907, Antonio
Machado publicaba en la revista Renacimiento la primera
traducción parcial del Walden, el capítulo Solitude.
Sin embargo hasta 1945 no se publicó la primera edición
íntegra en español, en Buenos Aires.
Vale la pena añadir algún
dato biográfico más sobre Thoreau a las líneas
de Gandhi. Henri Thoreau, graduado por Harvard, amigo del poeta
Emerson, e integrante del movimiento trascendentalista, vivió
toda su vida en su pueblo natal, Concord, en Massachusetts. Thoreau
fue a la cárcel por negarse a pagar contribuciones que
financiaban la guerra de Estados Unidos contra México, guerra
que a él le parecía particularmente injusta y que veía
como un intento de ampliación hacia el sur del sistema
esclavista. Se cuenta que Waldo Emerson fue a visitar a su amigo
Thoreau a la cárcel y le dijo: “Henry, ¿cómo
es que estás aquí?” Y Thoreau le espetó:
“Waldo, ¿cómo es que tú no estás
aquí?”
Thoreau se interesó pronto por
la Naturaleza y su primer trabajo fue el relato de una excursión,
A Week on the Concord and Merrimac Rivers (1849). En 1848 leyó
en público su Resistance to Civil Government or Civil
Disobedience, publicado el año siguiente, en 1849, ensayo
que encabezaban estas líneas:
Acepto de todo
corazón el lema “El mejor gobierno es el que tiene que
gobernar menos”, y me gustaría verlo vigente rápido y
sistemáticamente. De realizarse, resultaría de
ello algo en lo que también creo, que “El mejor gobierno es
el que no tiene que gobernar en absoluto”. Y cuando los pueblos
estén preparados para ello, ése será el tipo de
gobierno que tendrán.
¿Anarquista o liberal?
En ese mismo ensayo sobre el derecho a
la desobediencia civil, Thoreau expresa con claridad la idea de que
cuando una ley requiere que me convierta en agente de una injusticia
hacia terceros, entonces debo desobedecerla, aunque sea pasivamente.
Si la injusticia es como una máquina, debo convertir mi vida
en un rozamiento continuo en sentido contrario, hasta que la máquina
de la injusticia acabe deteniéndose.
En 1852 Thoreau se fue a vivir a una
cabaña, solo, durante dos años, y publicó el
fruto de su experiencia con su célebre ensayo Walden: or
Life in the Woods, que junto a Civil Desobedience es su
obra más conocida. En Walden, entre aburridas
relaciones de gastos y meticulosas observaciones del medio ambiente,
Thoreau expresa toda una serie de ideas entre las cuales se puede
deducir una crítica al ideal americano de mediados del siglo
XIX. De hecho, se considera a Walden como el primer ensayo
ecológico y a Thoreau como el primer ecologista, que no sólo
naturalista.
Thoreau es un enamorado de la libertad,
que entiende la libertad como fin y como medio; nada que ver con uno
de esos cínicos y falsos “liberales” que tan a gusto se
encuentran con el “marxismo capitalista” chino porque… ¡en
China no hay huelgas! Para un liberal auténtico, no puede
haber mayor escándalo que la esclavitud, negación
absoluta de la libertad de un ser humano. La vida de Thoreau fue un
continuo combate contra el modelo esclavista entonces en boga. Por
otro lado Thoreau fue un cristiano consecuente, y no tanto por su
elogio a la sencillez ni por su forma de vida, en ocasiones ascética,
sino porque puso el sentimiento de su responsabilidad individual al
servicio de un compromiso social, y ese compromiso le llevó a
la cárcel. Como subrayaba Gandhi, lo más simpático
de Thoreau es que vivió tal y como le dictaba su conciencia.
Rara vez se califica a Thoreau como
liberal, si entendemos por liberal al amigo de las libertades
individuales y políticas, al enemigo de la opresión.
Thoreau desconfía del Poder, e identifica al Gobierno con el
Poder, lo cual es una verdad sólo a medias, porque hay más
poderes que el del Gobierno, aquellos que llamamos fácticos o
bien los poderes económicos. También es cierto que en
la obra de Thoreau no hay que entender Gobierno en el sentido
restrictivo de Gobierno político sino en el del Poder en
general.
Hay en Thoreau un amor ilimitado por la
libertad personal, la única verdadera, la libertad de la
pobreza escogida frente a la esclavitud del consumo, y sobre todo la
libertad más radical, la libertad de decir no, de pronunciar
el evangélico no te serviré. El optimismo
profundamente cristiano de Thoreau le impidió tener miedo; fue
a la cárcel, como todo mártir que se respeta y de todas
las causas posibles, eligió la más noble: se enfrentó
al modelo esclavista en el momento en que los esclavistas pretendían
extenderse a los nuevos Estados de la Unión y a las repúblicas
hispánicas.
Por haber sido Thoreau uno de los más
destacados propagandistas de los ideales naturalistas –hoy diríamos
del ecologismo– y por haber al mismo tiempo proclamado la libertad
del hombre sobre la máquina social en cierto modo hizo
inevitable que los movimientos ecologistas se convirtieran en una
mezcla de espíritu conservacionista y de rebelión ante
la autoridad, que en el fondo son conceptos muy distintos pero que
pueden converger en una misma reflexión ética. Muchas
veces se ve a los movimientos ecologistas como el fruto de una
revolución, pero no debemos pensar tanto en el socialismo de
Marx como en el liberalismo de Thoreau, y las contradicciones y
aciertos del ecologismo político suelen reflejar las
contradicciones y aciertos de sus mentores originales, por
desconocida que sea su obra. ~