Tiempo en reposo

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El pie: los pies
      Oh pie, que allรก bajo estรกs.
Francisco de Aldana     El pie va de la piedra al aire o del polvo de la piedra, de la tierra, al ala. La rodilla dobla la pierna y hace que el pie se eleve unos centรญmetros, son suficientes para que el pie respire y, unido a esos ojos que estรกn en la cabeza, mire y, unidos a esos oรญdos, oiga. Pero el pie se eleva solamente unos centรญmetros y sueรฑa entonces con Mercurio y con la alfombra voladora.
     El pie es un bucรณlico que labra la tierra y divaga por las nubes o quiere hermosos caminos planos.

De joven desea dar muestra de lo que es capaz: derrocha energรญa por las sierras o por los campos de futbol, le gusta subir y bajar, ama el esfuerzo y los terrenos escarpados; con los aรฑos se cansa y quiere retirarse a la vertical, pues cuando trabaja sostiene con su horizontalidad al cuerpo y cuando รฉste descansa en la horizontal del lecho, los dedos del pie, esos finisterres, verticales pero no menos reposados, seรฑalan hacia lo alto.
     Hay un tipo de pie robusto, arquitectรณnico, que le gusta estar en tierra, รกrido y pรฉtreo, sosteniendo como Atlas el mundo, pero hasta รฉl de pronto tiene sueรฑos de ala.

Todo pie tiene dos vocaciones contradictorias y arraigadas: la de pilar y la de pรกjaro; en el pie coexisten Parmรฉnides y Herรกclito.
     Hasta aquรญ, lector, he estado hablando de una entelequia: el pie no existe, tratรกndose de pies el nรบmero mรญnimo es el dos: los pies son los gemelos mรกs perfectos.
     Los pies van de la escultura al cine, del estar congelados en un portal o en una porterรญa al salto y al movimiento, de la piedra al pez o al pรกjaro.

Los pies, echando mano de un verso de Gรณngora, "cual pinos se levantan arraigados".
     De todas las fotografรญas de Alejandra Figueroa que forman parte de este nรบmero de Letras Libres, cuyo tema principal es el futbol, mi atenciรณn se ha concentrado en aquellas en que el pie (y no los pies, pues en cada una hay uno solo) es el protagonista: el pie, mejor, los pies, hacen al hombre vertical y bien plantado.

Ademรกs nos hallamos en vรญsperas del combate mundial de los pies. Si el pie es un bucรณlico, el futbol es el bucolismo del pie y la cancha su Arcadia.

El futbol invierte, como una novela pastoril, la vida cotidiana. Hace que el pie cobre venganza sobre la mano, el placer sobre el hacer, el juego sobre el trabajo. En la horizontal mullida de la hierba el pie se encuentra a sus anchas y se mueve como pez en el agua. El pie, situado en las antรญpodas de la cabeza, pone de cabeza al mundo y se vuelve el norte por noventa minutos.
     En un poema de Francisco Aldana, autor de la "Epรญstola a Arias Montano", titulado "Diรกlogo entre cabeza y pie", que escribiรณ convaleciendo de una herida despuรฉs de una batalla, el pie daรฑado dice: "Ved cuรกl es nuestro bien, tal al revรฉs / que, desde que Adรกn pecรณ, / jamรกs cabeza naciรณ / que bien tratase a los pies." Pues bien, en el futbol, combate, aunque a veces rudo y accidentado, no menos deportivo, en donde a los pies no los hiere la pรณlvora sino los pies enemigos, la cabeza y el pie por fin estรกn de acuerdo.

Otro tanto pasa con el arte de los griegos y romanos: el pie se espiritualiza hasta alcanzar calidades aรฉreas. Ocurre lo mismo con las fotografรญas de Alejandra Figueroa; en ellas, ademรกs, se revela que la escultura anticipรณ, en la penumbra de los museos, la fotografรญa en blanco y negro, y que la fotografรญa es capaz de dialogar a travรฉs del tiempo con la robustez de la piedra.
     Las fotografรญas de Alejandra Figueroa, lo mismo que los fragmentos de las esculturas en que se concentran, dignifican al pie (esa zona tan desconocida como la Antรกrtida) y a las demรกs regiones del hemisferio sur del cuerpo; lo hacen con una poderosa quietud que no por poderosa excluye el movimiento.

 

 

 

 

 

 

 

 

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