En enero de 1984, hace treinta años, la revista Vuelta, dirigida por Octavio Paz, publicó mi ensayo "Por una democracia sin adjetivos". A treinta años de distancia, aquella modesta utopía es, con todas sus limitaciones y defectos, una realidad mexicana. Ya no tiene los adjetivos que despectivamente se le endilgaban: "burguesa", "formal". Pero tiene otros que la distorsionan: es manipulativa y es intolerante. La manipulación ha corrido por parte de los llamados poderes fácticos, en la intolerancia incurren varios actores individuales, diarios y medios de comunicación.
Me gustaría que la posible lectura de aquel ensayo ayudase a la concordia política en México, entendida no como la convergencia entre las diversas posiciones sino al diálogo respetuoso y civilizado entre ellas.
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