Un parque lineal sin ciudadanos

Estamos ante una oportunidad enorme que desafortunadamente ProCDMX no ve. A ellos, y a Mancera, habría que recordarles que la ciudad no solo necesita recuperar espacios, también necesita recuperar a la ciudadanía. 
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En las últimas semanas, el Corredor Cultural Chapultepec ha sido objeto de airadas discusiones. Luego de que se presentara de manera oficial el proyecto con el que se pretende recuperar y rehabilitar la avenida Chapultepec, y que incluye la construcción de un estructura elevada o segundo piso que albergará un parque lineal que además funcionará como estrategia de unión entre dos colonias, Roma Norte y Zona Rosa, el desarrollo a cargo de la Agencia de Inversión Social y Desarrollo para la Ciudad de México (ProCDMX) ha sido cuestionado en términos de las características arquitectónicas, de claridad financiera, de la relación del proyecto con las asociaciones público privadas que servirán como financiamiento, entre otras. Por su parte, Simón Levy, director general de ProCDMX ha presumido de la transparencia del proyecto invitando a todos a consultar la página oficial del mismo y en adición, ha definido como singularidad del Corredor, el ejercicio de participación ciudadana que dará sentido inclusivo al proyecto.

Este 25 de agostose realizó la Sesión del Consejo Rector del Corredor Cultural Chapultepec, un acto en el que se dieron a conocer los detalles sobre el proceso de socialización del proyecto. Ahí, Levy declaró que en esta ciudad no habrán “más obras públicas que le impidan al ciudadano participar” y acto seguido, se informó que en el proceso de consulta solo estarían habilitados a participar los ciudadanos de algunas colonias vecinas (Condesa, Cuauhtémoc, Hipódromo Condesa, Juárez, Hipódromo I y II,  Roma Norte I, II y III así como San Miguel Chapultepec II. En el mejor de los casos, se considerará la posibilidad de que la consulta se extendiera al resto de la delegación Cuauhtémoc) y que el mismo proceso buscará recoger las opiniones de los vecinos para que “enriquezcan” un proyecto. Al respecto, valdría entonces nominar este ejercicio una simulación de participación ciudadana con posibilidades muy limitadas: Si se trata, como afirmó el arquitecto de la obra Fernando Romero, de un “proyecto crucial en la redefinición del futuro de la ciudad de México”, ¿por qué no invitar a toda la ciudadanía a participar? Por otro lado, el proyecto del Corredor Chapultepec ya fue aprobado y presentado, de no ser así, se someterían a escrutinio público contrapropuestas y diversas alternativas que permitieran evaluar y decidir cuál es la opción que le conviene más a la capital[1]. Es falso que, como se anuncia en su página: “tú definas qué quieres ver en el Corredor”.

Pocas horas después de que Levy alabara la transparencia y los ejercicios de participación que daban el soporte “inclusivo” al Corredor Cultural Chapultepec, cuerpos de granaderos y máquinas se acomodaban cerca de la Avenida Río Mixcoac para reanudar las labores de construcción del deprimido Mixcoac aun cuando en una encuesta ciudadana realizada hasta el 21 de agosto, los resultados arrojaban que el 80% de los vecinos estaba en contra de la obra. En un mismo día pudimos atestiguar dos ejemplos de cómo en las tomas de decisiones relativas al espacio público de la capital, la ciudadanía poco o nada importa. Sin ciudadanía no hay espacio público y bajo esta lógica, no reconocer a los habitantes de una ciudad como participantes activos de su configuración, implica que tampoco se está reconociendo a la ciudad como un activo humano, cívico.

¿Qué podríamos decir entonces de un proyecto lleno de interrogantes y escaso compromiso real de inclusión participativa? La impresión que me queda es que este tipo de ejercicios de participación condicionada o limitada nos obligan a comprender a la ciudad solo bajo las lógicas establecidas por los dirigentes y promotores (fines comerciales, electorales, etcétera) en tanto que la lógica de la propia ciudad (usuarios, crecimiento, evolución, etcétera) son ignoradas. Los costos de estas simulaciones de inclusión ciudadana no recaen únicamente en la popularidad del regente en turno, sino que anulan la posibilidad de construir una ciudad en plural, fundada en el aporte de proyectos y opiniones diversas, se desvanece. Hoy la avenida Chapultepec necesita reformas urgentes, esta necesidad podría transformarse en la ocasión idónea para que la ciudad modificara las maneras en que se gestiona y transforma el espacio, incluyendo e incluso comprometiendo al ciudadano con el futuro de la urbe. Estamos ante una oportunidad enorme que desafortunadamente los promotores del proyecto no ven. A ellos, y a Miguel Ángel Mancera, habría que recordarles que la ciudad no solo necesita recuperar espacios, también necesita recuperar a la ciudadanía.

 


[1] En 2014,  la ciudad de Detroit se propuso eliminar la autopista I-57 para ceder su espacio a calles peatonales. Se sometieron a evaluación, entre ciudadanos y especialistas, un total de seis propuestas.

 

 

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Maestra en historiografía e historiadora de la arquitectura.


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