“Es el South Bronxโ, dijo mi amigo Max Pam cuando conducรญa hacia su antiguo barrio, el Overtoomse Veld, al oeste de Amsterdam. Sea lo que fuere, no era el South Bronx. Lรบgubre antes que temible, mรกs desgastado que pobre, el barrio de edificios grises de concreto construidos en los aรฑos cincuenta habรญa cambiado drรกsticamente en un aspecto desde que Max viviera ahรญ cuando niรฑo: el Overtoomse Veld, antes un suburbio para familias holandesas jรณvenes, estรก habitado ahora principalmente por inmigrantes, en su mayorรญa de origen marroquรญ o turco. Zonas como รฉsta, al este, oeste y norte de Amsterdam, son llamadas a menudo โciudades antenaโ, debido a las numerosas antenas de satรฉlite que captan estaciones de televisiรณn del norte de รfrica y del Oriente Medio.
Los hombres llegaron primero, a finales de los sesenta, para realizar labores que los holandeses ya no querรญan hacer: trabajos pesados y sucios en la industria, o limpieza de calles y edificios. Las mujeres les siguieron en la dรฉcada siguiente, muchas veces como novias, casi siempre analfabetas, enviadas directamente desde sus aldeas a hombres extraรฑos en una tierra aรบn mรกs extraรฑa. Hoy, la mayorรญa de los trabajadores estรกn extenuados, desempleados, y viven de la beneficencia. Sus esposas aรบn habitan un paรญs extraรฑo, cuyo lenguaje y cuyas costumbres nunca pudieron dominar.
Aproximadamente un millรณn y medio de inmigrantes de primera generaciรณn viven en Holanda (un diez por ciento de la poblaciรณn), entre ellos turcos y surinameses, ademรกs de refugiados procedentes de toda รfrica y Asia. Los surinameses, en su mayorรญa de ascendencia india o africana, ya hablaban holandรฉs en su paรญs de origen โantigua colonia holandesaโ y estรกn relativamente bien integrados. Los inmigrantes turcos casi siempre llevan vidas tranquilas y prรณsperas. La minorรญa mรกs problemรกtica, en tรฉrminos de delincuencia callejera y otras formas de desintegraciรณn social, son los marroquรญes, muchos de ellos bereberes originarios de aldeas remotas en las montaรฑas del Rif.
Las calles del barrio de Max estaban notoriamente vacรญas, salvo por algunas mujeres con velo y unos cuantos viejos en chilabas frente a carnicerรญas halal o tiendas que ofrecen conexiones telefรณnicas baratas al norte de รfrica. Algunos jรณvenes con poco quehacer โhangjongeren, vagosโ deambulaban por la Plaza August Allebรฉ, donde la delincuencia menor es frecuente. Max me hizo ver los vidrios rotos de su antigua escuela, ahora llamada una โescuela negraโ, donde la mayorรญa de los niรฑos provienen de familias musulmanas.
Max es un escritor exitoso y un columnista, una figura de la escena literaria holandesa, y amigo cercano del cineasta Theo van Gogh, asesinado el 2 de noviembre de 2004. Van Gogh se dirigรญa a su trabajo en bicicleta cuando un joven de barba, vestido con una camisa estilo oriental, le disparรณ varias veces. Van Gogh pidiรณ clemencia y, segรบn se informรณ, dijo una frase peculiarmente holandesa: โSin duda, podemos hablarloโ. Entonces, el joven sacรณ un cuchillo, cortรณ la garganta de Van Gogh de oreja a oreja, pateรณ al moribundo y se fue. Al parecer, esperaba morir รฉl mismo como mรกrtir en su guerra santa, pero fue arrestado poco despuรฉs del asesinato. Mientras tanto, Van Gogh yacรญa en la calle, con una carta clavada a su estรณmago con el cuchillo del asesino.
Mohammed Bouyeri โo Mohammed B., como se le llama en la prensa holandesaโ no es un gran escritor, pero su carta estรก redactada en la prosa diรกfana de un holandรฉs educado. La carta comienza con un poema de despedida: โรsta es mi รบltima palabra, cifrada en balas, bautizada en sangre, como lo esperabaโ. El poema continรบa con eslรณganes de la yihad y un mensaje dirigido a Ayaan Hirsi Ali, la polรญtica somalรญ natularizada holandesa, quien escribiera el guiรณn para la รบltima pelรญcula de Theo van Gogh, Sumisiรณn. Ahรญ, Ali es llamada una โfundamentalista incrรฉdulaโ y una hereje al servicio de sus โmaestros judรญosโ mentirosos, โproducto del Talmudโ que โdomina la polรญtica holandesaโ. Hirsi Ali, rezaba la carta, serรญa azotada contra el duro diamante del Islam. Estados Unidos, Europa y Holanda, todos estaban condenados.
Mohammed Bouyeri, de veintisรฉis aรฑos, naciรณ en Amsterdam y creciรณ en el viejo barrio de Max Pam. Sus antecedentes familiares son los tรญpicos de un inmigrante marroquรญ de segunda generaciรณn. Su padre habla un holandรฉs vacilante y ha quedado discapacitado tras aรฑos de tareas serviles. Puesto que ya no puede hincarse, reza sentado en una silla. Mohammed tiene tres hermanas y un hermano. Su madre muriรณ de cรกncer en 2002.
Mohammed nunca fue un vago. Todo lo contrario: tuvo una buena educaciรณn media y sus maestros lo consideraban un joven prometedor. Era, como dicen en su barrio, un positivo que sin duda tendrรญa รฉxito en la sociedad holandesa. Con una ambiciรณn que iba mรกs allรก de sรญ mismo, Mohammed ayudaba cuanto podรญa a los chicos marroquรญes en problemas, tenรญa planes para un programa de jรณvenes en su antigua escuela y escribรญa artรญculos alentadores para un boletรญn del barrio. Era alguien que podรญa hablar con los concejales de la ciudad y con los trabajadores sociales. Conocรญa bien los intrincados pasadizos del generoso sistema de beneficencia holandรฉs, donde solicitar subsidios requiere de una habilidad esencial.
Sin embargo, las cosas no marcharon como Mohammed esperaba. El subsidio que รฉl mismo habรญa perseguido para un centro comunitario fue rechazado. La promesa de un plan de renovaciรณn para la vivienda pรบblica nunca se materializรณ. La muerte de su madre sobrevino como un duro golpe. Ese aรฑo, Mohammed abandonรณ sus estudios de trabajo social, comenzรณ a vivir de la beneficencia y se comportรณ de manera cada vez mรกs rara. En una junta con funcionarios de la comunidad, proclamรณ a viva voz que Alรก era el รบnico dios. Dejรณ de beber, comenzรณ a rezar sin tregua, se negรณ a estrechar las manos de las mujeres y acabรณ en una mezquita fundamentalista: El Tauhid. Ahรญ, conociรณ a sirios y argelinos que habรญan llegado a Holanda a partir del 11 de septiembre, por lo general desde Francia o Alemania, para impartir educaciรณn religiosa. En un sitio de la red llamado marokko.nl, aparecieron mensajes supuestamente escritos por Mohammed que promovรญan posturas fundamentalistas en torno a temas como el lugar de la mujer en la sociedad.
Tal vez fue la muerte de su madre, o tal vez fue la serie de reveses y decepciones con los que se topรณ; en cualquier caso, Mohammed perdiรณ su centro. En su diminuto apartamento sostenรญa juntas con un grupo extremista con sede en La Haya. Un clรฉrigo sirio hablรณ al grupo sobre la guerra santa. Dos de sus nuevos amigos eran occidentales conversos โuno de ellos, hijo de un estadounidenseโ que hicieron planes para volar el parlamento holandรฉs. Mohammed Bouyeri, que alguna vez fuera un alumno modelo, aparentemente bien adaptado a la sociedad holandesa, se convirtiรณ en un soldado de la guerra santa.
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Theo van Gogh โgordo, rubio, absurdamente generoso con sus amigos y desquiciadamente vengativo con sus enemigos, admirador de Roman Polanski, cineasta talentoso que nunca tuvo la paciencia necesaria para producir una obra maestra, fumador empedernido y consumidor de cocaรญna y buenos vinos, columnista con estilo y de sorprendente vulgaridad, padre cariรฑoso, patรกn detestable adorado por muchas mujeres, provocador y hombre de principiosโ se habรญa enlistado en una guerra muy distinta: una guerra contra lo que รฉl consideraba hipรณcrita y mojigato. Nos conocรญamos un poco, y siempre disfrutรฉ de su compaรฑรญa. Al no formar parte de la escena holandesa, nunca sentรญ el filo de su enemistad.
Al igual que las personas de nuestra generaciรณn de posguerra en Holanda, Theo van Gogh estaba marcado por historias sobre la Segunda Guerra Mundial, cuando la mayorรญa de los holandeses se dedicรณ a sus propios asuntos, mientras una minorรญa (unos cien mil judรญos, de aproximadamente ciento cuarenta mil) fue conducida a su muerte. La familia de Van Gogh, descendientes del hermano de Vincent, fue excepcional. Su padre peleรณ en la resistencia, lo mismo
que su tรญo, ejecutado por los alemanes. Van Gogh a menudo se referรญa a la guerra en sus artรญculos. โLos fachas estรกn en marcha de nuevoโ, escribiรณ refiriรฉndose a los islamistas
en Holanda, โpero esta vez visten con caftanes y se esconden tras sus barbasโ. Los funcionarios, los trabajadores sociales y los polรญticos holandeses que los apaciguan eran, a los ojos de Van Gogh, el equivalente de los colaboracionistas. Un blanco frecuente de su insidia era el alcalde de Amsterdam, Job Cohen, quien ha intentado preservar la armonรญa cรญvica haciendo del trato respetuoso y comprensivo hacia los musulmanes un autรฉntico espectรกculo. โSi hay alguien que no aprendiรณ del 40 al 45 que es poco inteligente vivir con fachas en marcha que exigen โrespetoโ, รฉse es el alcaldeโ, escribiรณ Van Gogh. Cohen, por cierto, se contaba entre los โmaestros judรญosโ a los que Mohammed Bouyeri seรฑalaba como enemigos del islam.
Para Van Gogh, el peor crimen era ignorar lo evidente. Uno de sus dolores de cabeza era la negativa sostenida de la prensa holandesa a seรฑalar el origen รฉtnico de los delincuentes, con el fin de no alimentar prejuicios. Van Gogh consideraba esto como un signo de cobardรญa abyecta. Demostrar respeto por el islam sin mencionar la opresiรณn islรกmica sobre las mujeres y los homosexuales era, para รฉl, un acto de hipocresรญa repugnante. En una sociedad libre, creรญa Van Gogh, todo deberรญa ser dicho abiertamente, y no sรณlo dicho, sino vociferado tan fuerte y tan ofensivamente como fuera posible, hasta que la gente captara la idea. No era suficiente llamar la atenciรณn hacia los musulmanes no liberales; รฉstos debรญan ser identificados como โviola-cabrasโ.
Van Gogh a menudo expresaba su admiraciรณn por Pim Fortuyn, el polรญtico populista que cada tanto declaraba que no habรญa lugar para una minorรญa religiosa intolerante dentro de una sociedad liberal, y que โHolanda estรก llenaโ. Van Gogh llamaba a Fortuyn, asesinado en 2002 por un activista de los derechos animales trastornado, โel divino calvoโ, en parte para molestar a los liberales bien-pensant, raudos en materia de denunciar cualquier crรญtica hacia una minorรญa como racismo. Max Pam, amigo de Van Gogh, cree que su actitud estaba azuzada por cierta rabia profesional; como Mohammed Bouyeri, Van Gogh tuvo problemas para obtener subsidios estatales, no para centros comunitarios, sino para sus pelรญculas. No obstante, es imposible ocultar la faceta repulsiva de Van Gogh. Cuando el novelista y cineasta Leon de Winter, cuya obra a menudo gira en torno al pasado de su familia judรญa, logrรณ obtener dineros pรบblicos para sus proyectos, Van Gogh detectรณ una manipulaciรณn cรญnica y una mojigaterรญa sentimentalista. โOigan, huele a caramelos hoy โya, es que deben estar cremando judรญos diabรฉticosโ, escribiรณ, burlรกndose de lo que consideraba el culto judรญo al victimismo. Van Gogh describรญa a la historiadora judรญa Evelien Gans como alguien que โtenรญa sueรฑos hรบmedosโ sobre Josef Mengele, el doctor de Auschwitz. En la tierra de Ana Frank, una tierra surcada por la culpa, existe un cierto grado de piedad forzada en torno a estos temas, pero la respuesta
de Van Gogh tenรญa el mismo grado de sutileza que el de los hooligans holandeses a quienes les resulta divertido burlarse del equipo de fรบtbol conocido como โel club de los judรญosโ imitando el sonido de una fuga de gas. Van Gogh parecรญa considerar la delicadeza como un signo de fraudulencia, y tras esta consideraciรณn no dejaba vivo a nadie; Jesรบs, en su directorio, era โese pescado podrido de Nazaretโ.
Pese a toda su intolerancia aparente, empero, Van Gogh fue uno de los pocos cineastas holandeses genuinamente interesados en actores con vรญnculos marroquรญes. Najib en Julia, una serie para televisiรณn, es una historia muy comprensiva sobre el amor entre una chica holandesa y un chico marroquรญ. Ademรกs, los ataques personales, aunque rara vez sean tan virulentos como los de Van Gogh, son moneda corriente en la polรญtica holandesa, donde todos conocen a todos. Es la violenta retรณrica de un lugar donde las palabras no tienen consecuencias serias por lo general.
Este no era el lugar que Mohammed Bouyeri anhelaba, ni la clase de lugar de donde provenรญa Ayaan Hirsi Ali. Las cosas se toman mรกs en serio en Somalia, donde ella naciรณ, o en Arabia Saudita, donde creciรณ. Sufrir una mutilaciรณn genital de niรฑa fue algo grave, e igualmente grave fue una tunda horrorosa que dijo haber recibido de un maestro musulmรกn en Kenya, al no querer ir mรกs a sus clases. Cuando su padre, un polรญtico somalรญ disidente, la comprometiรณ con un primo lejano, su palabra de honor fue contundente. E igualmente contundente fue la determinaciรณn de Hirsi Ali para desafiar esa cultura cuyas exigencias ya no podรญa soportar.
Hirsi Ali escapรณ hacia Holanda en 1992, aprendiรณ a hablar un holandรฉs perfecto, estudiรณ ciencias polรญticas, trabajรณ con mujeres musulmanas maltratadas, se convirtiรณ en polรญtica, primero del Partido Laboral de tendencia socialdemรณcrata y despuรฉs del Partido Liberal, mรกs conservador. La suya es una polรญtica de la rabia. Pim Fortuyn tenรญa razรณn, decรญa, al llamar al islam una โreligiรณn regresivaโ. Las escuelas musulmanas debรญan ser abolidas, y los hombres que golpean a sus esposas e hijas deberรญan ser castigados por la ley. No cabe duda sobre la seriedad de sus objetivos, y no cabe duda sobre la seriedad de los musulmanes que la consideran como una apรณstata y que han hecho un llamado para matarla.
A partir del 11 de septiembre, las posturas de Hirsi Ali han contado con un pรบblico receptivo, pero la colaboraciรณn con Theo van Gogh โla mezcla de la rabia y del deseo de ofenderโ tenรญa que acabar en algo explosivo. El tema de la pelรญcula de once minutos que realizaron juntos, Sumisiรณn, es el abuso de las mujeres en nombre de Alรก. Un narrador joven cuenta la historia de las mujeres musulmanas con voz tranquila: han sido azotadas por un amor de juventud, violadas por un tรญo, obligadas a un matrimonio repugnante. Todo el tiempo, aparecen palabras del Corรกn escritas en cuerpos femeninos desnudos. Algunos amigos le aconsejaron a Hirsi Ali no hacer la pelรญcula. Llevarรญa a la violencia, segรบn le dijeron. Los musulmanes, distraรญdos por la forma, no captarรญan el mensaje. Su respuesta fue que el impacto es la mejor vรญa hacia la lucidez, y estรก planeando una secuencia.
El asesinato de Theo van Gogh tuvo muchas consecuencias, algunas de ellas violentas, algunas simplemente grotescas. Tal vez la racha de incendios provocados en las mezquitas y las escuelas musulmanas era de esperarse, lo mismo que los ataques racistas en sitios de la red y en los muros de la ciudad, e incluso en algunos ramos de flores para Van Gogh. โยกR.I.P. Theo!โ era el mensaje de uno de los piromanรญacos. Casi igualmente predecibles eran algunas de las reacciones defensivas de los jรณvenes marroquรญes, quienes festejaban al pasar por el lugar donde muriรณ el cineasta. Mientras esto sucedรญa, los amigos de Van Gogh organizaron una reuniรณn estruendosa, con banda de rock, botellas de champรกn alrededor de un fรฉretro, y dos cabras de peluche sobre una tarima, โpara quienes sintieran una necesidad apremianteโ. Esta provocaciรณn podrรญa ser leรญda como parte del clรกsico Amsterdam irรณnico. Pero tambiรฉn habรญa algo de mofa vangoghiana, como si en su memoria fuera necesario echar mรกs leรฑa al fuego.
La semana siguiente al asesinato, los polรญticos mostraron signos de pรกnico. El ministro de Justicia, Piet Hein Donner, un calvinista de la vieja escuela, sugiriรณ que se aplicara una ley un tanto arcaica contra la blasfemia, algo que no se habรญa hecho desde 1966, cuando el novelista Gerard van het Reve fue juzgado por comparar su conversiรณn a la fe catรณlica con hacer el amor tiernamente a un asno. La sugerencia de Donner no fue puesta en prรกctica. Otro polรญtico, Geert Wilders, echรณ a andar un partido polรญtico propio, con la propuesta de frenar a todo inmigrante no occidental y de arrestar a los islamistas, incluso aunque no violen la ley, sino โcomo รฉl mismo dijoโ tan sรณlo por estar โpreparadosโ para hacerlo. Aun cuando Wilders, como Hirsi Ali, debe ocultarse de las personas que lo quisieran ver muerto, este hasta ahora oscuro parlamentarista ha crecido en las encuestas de opiniรณn y se ha convertido en el nuevo Pim Fortuyn.
En medio de todo este sinsentido, los comentaristas hablaban y hablaban: โHolanda ha perdido su inocenciaโ; โes el fin del multiculturalismoโ; โla tolerancia tiene sus lรญmitesโ. La tendencia general era derechista y derivaba en una atmรณsfera de ansiedad tal vez exagerada. Max Pam no fue la รบnica persona con la que hablรฉ que creรญa que si las autoridades no controlaban el problema del islamismo Holanda tendrรญa en algรบn momento una guerra civil entre manos. Los conservadores que habรญan advertido durante aรฑos que la migraciรณn musulmana causarรญa problemas encontraron nuevos aliados entre los antiguos izquierdistas. Y los liberales como Job Cohen, que habรญan promovido la tolerancia y el multiculturalismo, fueron denunciados como blandos e irresponsables.
Paul Scheffer, un crรญtico social y un pensador influyente del Partido Laboral, escribiรณ un texto clave sobre esta discusiรณn nacional. En NRC Handelsblad, el periรณdico mรกs importante a nivel nacional, Scheffer escribiรณ: โLa segregaciรณn en las grandes ciudades estรก creciendo, y eso es una muy mala noticia.
Esta es la razรณn por la cual las palabras tranquilizadoras de diversidad y diรกlogo, de respeto y razรณn, ya no funcionan. La tolerancia sรณlo puede sobrevivir dentro de lรญmites bien definidos. Sin normas compartidas sobre el gobierno de la ley, no podemos tener diferencias de opiniรณn productivas (…) nuestro gobierno se considera incapaz de garantizar el orden pรบblico, y esa es la mayor amenaza a la toleranciaโ. Cierto que Scheffer llevaba algรบn tiempo diciendo esto, pero cuando antiguos izquierdistas claman por el orden y la ley sabes que algo ha cambiado en el clima polรญtico; ahora es comรบn considerar que la integraciรณn de los musulmanes en Holanda ha fracasado.
El Colegio Pieter Nieuwland, situado en la parte este de Amsterdam, cerca del lugar donde muriรณ Theo van Gogh, es una escuela confesional, segรบn lo proclama, de denominaciรณn protestante. Cerca del sesenta por ciento de los alumnos proviene de minorรญas รฉtnicas โuna cifra nada extraรฑa en las escuelas de Amsterdam, Rotterdam y La Hayaโ. La mayor parte de los centros educativos holandeses tiene una filiaciรณn religiosa, y lo mismo sucede con algunos medios de comunicaciรณn, periรณdicos y partidos polรญticos. Las instituciones holandesas, consideradas pilares de la sociedad civil, fueron fundadas a finales del siglo xix para reducir las tensiones y los conflictos entre las diferentes comunidades religiosas. La mayorรญa de ellas carece hoy de contenido religioso, pero las formas permanecen, y el estado sigue subsidiando escuelas confesionales, incluidas las musulmanas. Algunos afirman que lo que alguna vez funcionรณ para mantener la paz entre protestantes y catรณlicos, ahora alienta prejuicios religiosos antiliberales importados del Medio Oriente por personas que ni siquiera hablan holandรฉs.
Le preguntรฉ a W.J.M. Raeven, director de la escuela Pieter Nieuwland, sobre la reacciรณn registrada en su escuela ante el asesinato. Contestรณ que habรญa visto mรกs tensiรณn entre los maestros que entre los alumnos. Los adultos, dijo, โtienen ese sentimiento del โnosotros y ellosโ que los alumnos realmente no compartenโ. Sin embargo, continuรณ, se han registrado discusiones serias en las aulas, y estas discusiones fueron alentadas, siempre y cuando se llevaran a cabo educadamente y en holandรฉs. (En la escuela sรณlo se puede hablar en el idioma oficial).
Cuando nuestra conversaciรณn girรณ hacia Mohammed Bouyeri, Raeven dijo que los maestros habรญan aprendido una lecciรณn en los รบltimos aรฑos. Presionar a los niรฑos de minorรญas รฉtnicas es un error. โSolรญamos exhortarlos a trabajar mรกs duro que los demรกs, a dar ese paso mรกs allรกโ, dijo. โY muchos de ellos lo hicieron, en especial las niรฑas, ya que la educaciรณn es una forma de adquirir independencia ante los padres. Pero les exigimos demasiado. Incluso si hicieron todo lo que les pedimos, tendrรกn decepciones. A menudo es mรกs difรญcil para un musulmรกn obtener trabajo. Y cuando eso sucede pueden molestarse mucho en verdadโ.
Una clase de ciencias sociales a la que asistรญ contaba con alumnos africanos, indios, turcos, marroquรญes y egipcios, ademรกs de algunos caucรกsicos. Tuvimos un debate sobre Van Gogh e Hirsi Ali, y la รบnica niรฑa en el salรณn de clase que
portaba un velo hablaba mรกs a menudo y con mรกs pasiรณn
que todos los demรกs. La niรฑa, nacida en Amsterdam de padres marroquรญes, no justificรณ el asesinato, pero podรญa โentender por quรฉ Mohammed B. habรญa buscado consuelo en el islamโ. Dijo que la gente la habรญa insultado en las calles tras el crimen, que habรญan escupido a sus pies y le habรญan dicho que se quitara el velo. โCuando escucho a la gente hablar sobre โesos desgraciados marroquรญesโ me pongo a la defensiva y quisiera en verdad ser marroquรญ, pero cuando visito Marruecos siento que no pertenezco ahรญ tampocoโ. Un niรฑo marroquรญ le contestรณ que eso sucedรญa por su acento holandรฉs.
Me di cuenta de que algunos niรฑos musulmanes, que mรกs tarde alguien me describiรณ como โun tanto fundamentalistasโ, se burlaban cada vez que la niรฑa del velo hablaba, incluso cuando argumentรณ, ante fuertes protestas de otras niรฑas, que las mujeres musulmanas no padecen la opresiรณn. โHirsi Ali es una tontaโ, dijo la niรฑa. โNo ve mรกs allรก de su propia experienciaโ. Los niรฑos blancos permanecieron en silencio, como si temieran entrar en un terreno peligroso. Uno de los estudiantes negros se burlรณ de la preocupaciรณn de los musulmanes por la identidad, y dijo: โMarroquรญes, egipcios, argelinos; a quiรฉn le importa. Todos son ladronesโ. Los demรกs rieron, incluso algunos musulmanes. Una niรฑa de tez oscura con facciones indias hablรณ de pronto: โPienso que Hirsi Ali es muy valiente. Dice cosas que nadie mรกs tiene el valor de decirโ. Un chico turco que habรญa tratado de comprender ambos lados de la historia dijo que tal vez el filme de Hirsi Ali no habรญa sido la mejor vรญa para convencer a los musulmanes moderados.
Salรญ impresionado por la disposiciรณn de los alumnos a debatir: aparentemente la integraciรณn parecรญa funcionar bien, al menos en esta escuela. Tambiรฉn era claro cuรกn diversos son โlos musulmanesโ. Los nacidos en Holanda, como la niรฑa del velo, parecรญan los que sufrรญan un mayor conflicto y trataban de buscar un sentido de pertenencia. Los turcos parecรญan mรกs a gusto que los marroquรญes. Al salir de la escuela, pensรฉ en una conferencia de prensa a la que habรญa asistido el dรญa anterior, cuando los lรญderes de la comunidad musulmana estrecharon las manos con un concejal de distrito y barajaron la idea de un โcontratoโ para defender la libertad de expresiรณn e identificar a los extremistas. El representante turco hablaba un holandรฉs perfecto, llevaba un traje de negocios y estuvo de acuerdo con la propuesta. El representante marroquรญ hablaba un holandรฉs errรกtico y aรบn debรญa โconsultarโ en su mezquita.
Algo que molestaba tanto a los turcos como a los marroquรญes en el Colegio Pieter Nieuwland era la tendencia a culpar indiscriminadamente a los musulmanes por todo acto terrorista. โTodo lo que oyen acerca de la cultura de sus padres es negativoโ, me dijo Raeven. Una forma de responder a esto es considerar a Bouyeri simplemente como un loco. Esto es lo que piensa Ahmen Larouz, un marroquรญ que llegรณ a Holanda siendo adolescente a finales de los ochenta: โNo puedo explicar lo que hizo. Si otros 280 hubieran hecho lo mismo tal vez habrรญa una respuesta, pero lo que รฉl hizo no tiene sentido. Tal vez el islam lo volviรณ aรบn mรกs loco. Aunque no sabรญa nada sobre el islam. Yo crecรญ en escuelas musulmanas. Mohammed B. confeccionรณ su religiรณn en apenas dos aรฑosโ.
Larouz se ve a sรญ mismo como un holandรฉs-marroquรญ ejemplar. En 1997, junto con otros cuatro estudiantes marroquรญes, fundรณ TANS (Towards a New Start, Hacia un nuevo comienzo), una organizaciรณn cuyo objetivo era dotar a los musulmanes de un papel mรกs positivo en la sociedad. Hoy dรญa, Larouz trabaja en una oficina ultramoderna, viste con trajes elegantes, lo atienden secretarias en minifalda y habla como un viejo locutor estadounidense, lleno de energรญa y vitalidad. El inglรฉs es una de las muchas lenguas que maneja. โLa administraciรณn culturalโ, tanto en el sector privado como en el pรบblico, es su negocio. Me fraseรณ algunas lรญneas del rapero Tupac Shakur: โMamรก, no llores, mientras tratemos, tal vez las cosas cambien, tal vez sea sรณlo una fantasรญaโ.
No obstante, Larouz es una figura excepcional. Ya habรญa asistido a la secundaria en Marruecos, antes de alcanzar a sus padres en Holanda, un lugar que imaginรณ como una tierra de libertad. No venรญa de una aldea en las montaรฑas del Rif, sino de una ciudad al este de Casablanca. Aunque su padre vivรญa en holanda como afanador, varios de los hermanos de Ahmed tienen tรญtulos profesionales. Larouz estรก orgulloso de representar a Holanda en conferencias internacionales. Cerca de la puerta de su oficina, hay una foto donde estrecha la mano de la Reina Beatriz. Ahmed Larouz es lo que Mohammed Bouyeri hubiera podido ser.
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Naturalmente, Frits Bolkestein, el antiguo lรญder del Partido Liberal Holandรฉs y, hasta noviembre de 2003, comisionado de la Uniรณn Europea, tenรญa en mente a Bouyeri, y no a Larouz, cuando advertรญa, a principios de los noventa, sobre las posibles consecuencias del flujo incontrolado de musulmanes. La poblaciรณn extranjera de Amsterdam crecรญa entonces a una tasa de uno por ciento anual. A ese paso, dijo, las principales ciudades holandesas tendrรญan minorรญas musulmanas en una o dos dรฉcadas. La polรญtica del gobierno en ese momento era la de โintegrar manteniendo la identidadโ. En la prรกctica, se trataba de lidiar con los musulmanes tal como los gobiernos holandeses anteriores habรญan lidiado con los catรณlicos y los protestantes: creando una tercera columna. Bolkestein no estaba de acuerdo, y querรญa un debate.
Sentado con Bolkestein en su nueva oficina en el centro de Amsterdam, le pedรญ que recordara los dรญas en que hablรณ contra la polรญtica gubernamental. โLa polรญtica era un completo sinsentido, por supuestoโ, dice. โEscribรญ un artรญculo en 1991 diciendo que la integraciรณn no funcionarรญa si nuestros valores fundamentales chocan con los de los inmigrantes: la separaciรณn del Estado y la Iglesia, por ejemplo, o la igualdad entre hombres y mujeres. Esas cosas no pueden negociarse, ni siquiera un pocoโ.
ยฟQuรฉ sucediรณ? โBueno, la mitad del mundo se abalanzรณ sobre mรญโ, dijo. โDijeron que era racista, que odiaba el islam. Por un momento temรญ por mi propia seguridadโ. Ningรบn partido polรญtico querรญa sostener un debate serio sobre el tema. โCegada por la ideologรญa, la gente no podรญa ver lo que sucedรญaโ, agregรณ, โpero para un polรญtico era suficiente con captar lo que la gente ordinaria pensaba โen la iglesia y en el barโ, y yo decidรญ aprovechar esoโ. Esto podrรญa sonar como el clรกsico discurso de un populista de derecha, pero muchos liberales incluido Paul Scheffer, consideran ahora a Bolkestein como un hรฉroe, como alguien con el valor para decir la verdad cuando otros evadรญan el tema. Sin duda, Bolkestein es un pensador sofisticado, y haberse negado a considerar sus argumentos seriamente tuvo un resultado lamentable: la Iglesia y el bar (kerk en kroeg, dicen los holandeses) cayeron en manos de polรญticos demagogos como Pim Fortuyn. Un hombre con vestimenta llamativa y abiertamente homosexual, Fortuyn fue un hรฉroe inverosรญmil en este paรญs ultraburguรฉs, pero un mensaje lo hizo inmensamente popular: la intolerancia extranjera no podรญa seguir siendo tolerada, era tiempo de restaurar el orden burguรฉs expulsando a los extranjeros. Era como si los holandeses, habiendo desviado la mirada durante mucho tiempo, despertaran frente a un problema y ahora exigieran una soluciรณn radical.
Geert Wilders, el actual promotor del populismo antiinmigraciรณn, no tiene el carisma exuberante de Fortuyn, aunque su peinado extraordinario, una especie de turbante rubio recubierto de laca, envuelto alrededor de una cara rosada de bebรฉ, podrรญa ser un buen intento. Wilders, que fue diputado y que escribiรณ discursos para Bolkestein, dejรณ el Partido Liberal en septiembre 2004 porque sintiรณ que estaba acercรกndose demasiado al centro, y รฉl querรญa ir mรกs hacia la derecha. Wilders se ha convertido en una figura importante en la escena post-Van Gogh, aunque sus esfuerzos por
organizar un nuevo partido se han visto obstaculizados
por el hecho de que necesita protecciรณn las veinticuatro horas y debe permanecer en edificios seguros.
Me reunรญ con รฉl en su oficina resguardada en el Parlamento, en La Haya. Wilders es un hombre obsesionado con una idea: el fracaso de Holanda para enfrentar la amenaza islamista. Moviendo nerviosamente las cosas que se hallan sobre su escritorio, Wilders hablรณ rรกpido, como si no hubiera mรกs tiempo que perder: โNo es accidental que el primer sacrificio ritual ocurriera aquรญโ. Enlistรณ una serie de nombres de personas y organizaciones que, segรบn dijo, han operado en Holanda con total impunidad. โEstoy furioso porque el gobierno holandรฉs es incapaz de tomar medidas severas. Eso tambiรฉn serรญa mejor para los musulmanes moderados. Debemos tomar medidas agresivas. En este paรญs, los polรญticos siempre han intentado pacificar a las minorรญas mimรกndolas. Todos esos estrechones de manos… Me revuelve el estรณmagoโ.
Pero tomar medidas agresivas puede no ser tan fรกcil. La idea de Wilders de detener sรณlo a los extranjeros no occidentales puede ser difรญcil de condonar en tรฉrminos morales, ademรกs de que arrestar a las personas sรณlo por la sospecha de lo que podrรญan hacer no concuerda con los tratados de derechos humanos europeos. Wilders insiste en que no es racista, ni antiislamista, aun cuando siente โen el fondo de mi corazรณn que el islam no es compatible con la democraciaโ. Sin embargo, estรก comprometido con la polรญtica del miedo, y el miedo no es una receta para la moderaciรณn democrรกtica. โVan Gogh es sรณlo el comienzoโ, dijo, justo antes de despedirnos, โy aรบn no has visto nadaโ.
Si se ha alimentado el miedo entre la poblaciรณn caucรกsica de Holanda, tal vez รฉste sea mรกs agudo entre las minorรญas musulmanas. Una tarde tomรฉ un ferry a un distrito llamado Amsterdam-Noord, construido para trabajadores portuarios a principios del siglo XX. Hoy dรญa es la zona marroquรญ mรกs pobre de la ciudad. Paul Scheerder, un antiguo voceador, abriรณ ahรญ un refugio para niรฑos y mujeres maltratados. Se casรณ con una marroquรญ y se convirtiรณ al islam. En su oficina, tomamos tรฉ de menta y me contรณ sobre tres chicas que se quedaban en su refugio y cuyo padre apuรฑalรณ a su esposa dos aรฑos atrรกs. Nos acompaรฑaba el policรญa del barrio.
Les preguntรฉ cรณmo habรญa afectado el asesinato de Van Gogh las calles de Amsterdam-Noord. โMiedoโ, dijo el policรญa, mientras Scheerder asentรญa. โLa gente tiene miedo de salir, tiene miedo de ser atacada por ser musulmana. Pusimos algunos elementos mรกs de seguridad alrededor de la mezquita, y la gente en verdad lo agradeciรณโ.
Las cosas se calmaron despuรฉs de las primeras semanas tras el crimen, pero Scheerder aรบn estรก preocupado. No le gusta la idea de que se construya una nueva mezquita en el รกrea. Puede ser visto como una provocaciรณn. โNo queremos otro asesinato porque entonces podrรญa desatarse el infiernoโ, afirma. Scheerder me dice que ha visto a niรฑos como Mohammed Bouyeri, que parecen estar perfectamente bien un dรญa y al siguiente enloquecen. โLa gente ve los canales de televisiรณn marroquรญes y รกrabesโ, dijo, โy ven a los estadounidenses como los criminales mรกs grandes de la historiaโ.
He aquรญ el problema. Aunque Theo van Gogh fuera holandรฉs y fuera asesinado por un ciudadano holandรฉs, a fin de cuentas no se trata tan sรณlo de una historia holandesa, sino de una historia del Medio Oriente importada al corazรณn de Europa. Mohammed Bouyeri, y cientos de jรณvenes como รฉl, se han conectado a un mundo mucho mรกs vasto de retรณrica violenta y cรฉlulas terroristas con sede en la red. La integraciรณn de los musulmanes en Holanda no ha sido un fracaso mรกs grande que en cualquier otro sitio. Pero el paรญs puede haber sido el menos preparado para la guerra santa.
Cuando el mundo llegue a su fin, habrรญa dicho Heinrich Heine, uno debe partir a Holanda, ya que ahรญ todo pasa cincuenta aรฑos despuรฉs. Esto no ha sido cierto durante mucho tiempo, pero la sensaciรณn, alimentada por dรฉcadas de paz y prosperidad, ha prevalecido. La Primera Guerra Mundial no pasรณ por Holanda, que era felizmente neutral. La Segunda Guerra Mundial sรญ lo hizo, razรณn por la cual la ocupaciรณn alemana, aunque mucho menos brutal que en Polonia, fue tan traumรกtica.
Tras la guerra, y especialmente desde los aรฑos sesenta, los holandeses se enorgullecieron por haber construido un oasis de tolerancia, una especie de Berkeley en toda su extensiรณn, donde la gente es libre de dedicarse a sus asuntos. Liberados al fin de las restricciones de la religiรณn y del conformismo social, los holandeses, especialmente en Amsterdam, se deleitaban en la esperanza de que el ancho mundo no alterarรญa su democracia perfecta en los pรณlderes. Ahora, ese mundo turbulento ha llegado por fin a Holanda, estrellรกndose contra un idilio que dejaba boquiabiertos a los ciudadanos de paรญses menos favorecidos. Es una pena que tuviera que ocurrir, pero la ingenuidad es una actitud errรณnea si de lo que se trata es de defender una de las democracias mรกs viejas y mรกs liberales contra quienes desean destruirla.
Llovรญa cuando me despedรญ de Paul Scheerder. Las calles de Amsterdam-Noord, aunque sombrรญas, se veรญan bastante tranquilas. Se lo dije a Scheerder, quien sonriรณ levemente. โHay mucho dolor detrรกs de las puertas cerradas de este barrioโ, dijo. Entonces recordรณ un reportaje sobre Theo van Gogh transmitido en la televisiรณn marroquรญ, un reportaje que contenรญa una entrevista a un inmigrante marroquรญ en Amsterdam. Le preguntรฉ a Scheerder quรฉ habรญa dicho ese hombre. Meditรณ por un momento y hablรณ con suavidad: โDijo que su muerte fue justa, y que fue castigado por Diosโ.~
ยฉIan Buruma
(La Haya, 1951), ensayista y colaborador habitual de The New York Review of Books. Es autor de Asesinato en รmsterdam (Debate, 2007), entre otros libros.